Para evitar los signos del envejecimiento y las cirugías plásticas, la modelo y actriz estadounidense se somete periódicamente a un extraño tratamiento de belleza.
El procedimiento consiste en extraer sangre del propio paciente para luego inyectarlo en su rostro, pero previamente a la sangre se le extraen los glóbulos rojos y la sangre refinada se inyecta en las zonas a tratar.
Los beneficios del doloroso tratamiento son, según dermatólogos, una piel con tonalidad resplandeciente, mayor luminosidad y una textura tersa y sana, no obstante, tras las infiltraciones de sangre, el rostro queda con una apariencia desagradable.
Además otros de los beneficios de inyectarse sangre depurada y centrifugada son que de esta forma se pueden evitar, en gran medida, las cirugías estéticas; se trata en efecto, de un moderno tratamiento dermatológico estético que está muy de moda entre las celebridades.