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Sembrar avena en casa es más sencillo de lo que parece. Además, es un buen intento para quienes empiezan a cultivar alimentos en espacios pequeños. La avena, cuyo nombre científico es Avena sativa, pertenece a la familia de los pastos y se adapta con facilidad a entornos domésticos.
Esta planta crece rápido (hasta 40 centímetros de largo), tiene hojas finas y espigas que, en pocos meses, dan origen al grano. Según la Universidad Nacional de Colombia, en su página biovirtual, la avena “también se usa para forraje del ganado, en jardinería externa y arreglos florales”.
El Jardín Botánico de Kew, en Londres, asegura que se trata de una planta resistente, capaz de desarrollarse incluso en suelos de poca fertilidad y climas frescos, lo que explica por qué puede cultivarse sin el uso constante de fertilizantes ni cuidados complejos.
Le contamos un poco más.
Dónde ubicarla
Para que la avena crezca adecuadamente, necesita buena luz natural. En las casas funciona bien si se ubica en balcones, terrazas o zonas del patio en donde reciba varias horas de sol al día. Puede morir a temperaturas inferiores a -15 °C (5 °F).
Ahora bien, si se mantiene completamente en interior, es recomendable colocarla junto a una ventana amplia. La falta de luz no impide que brote, pero ralentiza su desarrollo y limita la formación de las espigas.
Para sembrarla, se debe usar una mezcla de tierra común para macetas que drene bien el agua y que tenga orificios en la base para permitir la salida del exceso de humedad. Como en el cultivo de otras plantas, lo ideal es evitar el encharcamiento, que puede afectar las raíces más jóvenes.
Cómo sembrarla
- Las semillas deben distribuirse directamente sobre la superficie del sustrato y cubrirse con una capa ligera de tierra. Es importante que no queden enterradas en exceso y que haya una separación mínima entre semillas para que el crecimiento se dé de forma pareja, lo que también favorece la circulación de aire.
- Durante la germinación la avena necesita de agua constante, por lo que la tierra no debe resecarse por completo. Una vez los tallos se fortalecen, hay que esperar a que la superficie del sustrato se seque un poco (2,5 cm de profundidad, aproximadamente) antes de volver a añadir agua.
- La avena se recolecta cuando el grano todavía se siente blando al tocarlo. Lo que sigue es cortar las cabezas de las espigas y dejarlas secar por varios días. Una vez secas, se separan manualmente los granos de la cáscara con movimientos suaves; pueden esparcirse sobre una lona e ir agitándolos. El paso del aire ayuda a retirar los restos más livianos.
- Los tallos sobrantes pueden reincorporarse al suelo como parte del compostaje.
Consejo: esperar unas tres semanas antes de plantar nuevas semillas en la misma zona.
Para conservar la avena
El grano, una vez limpio, debe almacenarse en recipientes herméticos, lejos de la luz y el calor. Si la avena se mantiene seca, puede conservarse por algunos meses. En caso de cocinarse, lo ideal es refrigerarla y consumirla durante la semana siguiente.
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