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En el corazón de la gestión sostenible de residuos y el cultivo responsable, se encuentra una práctica simple y poderosa: el abono. Este proceso, que convierte lo que normalmente se descartaría, en un valioso recurso para la tierra, es tanto ciencia como arte, pues es un proceso vivo, un diálogo entre microorganismos y materia orgánica que resulta en un humus rico en nutrientes.
Ante el creciente desafío del cambio climático y la conservación de nuestros recursos naturales, es esencial adoptar prácticas agrícolas que sean más sostenibles y capaces de resistir los impactos adversos.
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¿Qué es el abono?
En palabras simples, el abono orgánico es una práctica antigua que se ha usado durante siglos para fertilizar cultivos de forma natural. Consiste en descomponer materia orgánica, como restos de comida y hojas, para crear una compost rico en nutrientes. Este abono no solo ayuda a retener la humedad en el suelo, sino que también proporciona los nutrientes necesarios para que las plantas crezcan fuertes y saludables.
Miguel Antonio Zúñiga, biólogo especializado en invertebrados y ecología y quien hace parte del equipo de Vivero Jardines de Julia en Bogotá, resalta la importancia de los abonos en el bienestar de las plantas, señalando que con el tiempo el sustrato en el que se encuentran puede agotarse, destacando especialmente la escasez de potasio como uno de los componentes esenciales que las plantas necesitan. Este vivero se distingue por su compromiso con la jardinería sostenible y el cuidado ambiental, con un enfoque que va más allá de la simple venta de plantas, sino que ofrece servicios especializados en la construcción y mantenimiento de techos verdes, muros verticales y sustratos especializados, también colabora estrechamente con Fototropismo Vivero, especializado en plantas carnívoras y exóticas.
Y acá hay que tener en cuenta una explicación clave: la materia orgánica del suelo comprende una amplia gama de materiales de origen animal o vegetal que vuelven al suelo tras descomponerse gracias a la acción de microorganismos. Esto incluye hojas, raíces muertas, estiércol, orina, plumas, pelo, huesos e incluso animales muertos, así como productos de microorganismos como bacterias, hongos y nematodos, que aportan al suelo sustancias orgánicas o sus propias células al morir, según describe la FAO, en su “Manual de Compostaje del Agricultor, experiencias en América Latina” de 2013,
El abono comprende de etapas que deben completarse para que sea de calidad. Si no se hace correctamente, este proceso puede acarrear riesgos como fitotoxicidad, bloqueo biológico del nitrógeno, reducción del oxígeno radicular y contaminación del agua por exceso de amonio y nitratos. Es decir, problemas que pueden afectar el crecimiento de las plantas, la calidad de los cultivos y la salud humana.
Suena complicado, sin embargo, comprender que el abono tiene estas etapas es fundamental.
- Fase Mesófila: Inicia a temperatura ambiente y rápidamente la temperatura aumenta hasta los 45°C debido a la actividad microbiana. Aquí se descomponen compuestos solubles y se genera calor.
- Fase Termófila o de Higienización: La temperatura supera los 45°C y los microorganismos que prefieren el calor (bacterias termófilas) toman el control. Esto facilita la descomposición de compuestos complejos y también elimina bacterias dañinas y semillas de malezas.
- Fase de Enfriamiento o Mesófila II: La temperatura desciende hasta los 40-45°C a medida que se agotan los nutrientes en el abono. Aquí continúa la descomposición de polímeros y aparecen hongos visibles. Esta etapa puede confundirse con la fase de maduración y dura varias semanas.
- Fase de Maduración: Durante varios meses, el abono madura, lo que significa que se producen cambios adicionales en su estructura y composición. Durante este tiempo, se forman nuevas moléculas orgánicas que aumentan la estabilidad y la fertilidad del proceso que está realizando. Además, se establecen nuevas poblaciones microbianas que contribuyen a la descomposición adicional de la materia orgánica y a la formación de nutrientes disponibles para las plantas.
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Listo, ¿y cómo se hace?
Es fácil, para comenzar con el abono orgánico, puede adquirir un recipiente especial, construir una caja de madera, o utilizar una canastilla, asegurándose de dejar espacio para la circulación del aire.
Estas son las herramientas que le serán útiles:
- Palas o tenedores de abono: Utensilios para mezclar los materiales y asegurar una buena aireación.
- Termómetro de abono: Opcional, pero útil para controlar la temperatura entre 35 y 65 °C y evitar malos olores.
* Residuos que puede usar: Frutas y verduras, plantas, flores, cáscaras de huevo, restos de poda, corcho, papel y cartón, serrín de madera sin tratar, aceite y vinagre (en pequeñas cantidades), posos de café, restos de infusiones, paja.
* Residuos que debe evitar: Pescado, carne y huesos, estiércol de animales domésticos, revistas ilustradas, pañales, serrín de maderas tratadas, otros materiales no orgánicos.
“La frecuencia y tipo de abono que se debe aplicar depende del tipo de planta y del tipo de abono utilizado. Por ejemplo, muchas plantas de interior, como el billete o el cartucho, suelen beneficiarse de un abonado más frecuente, aproximadamente cada 15 días o cada tres semanas. Sin embargo, otras plantas prefieren un abonado más espaciado, quizás una vez al mes”, comenta Zúñiga.
Sostiene, además, que es importante evitar el exceso de abono ya que puede ser perjudicial para las plantas: “Una solución es diluir el abono en agua siguiendo las indicaciones del fabricante. Por ejemplo, una solución de 10 mililitros de abono en un litro de agua puede aplicarse cada tres semanas”.
En general, la recomendación es abonar las plantas como máximo una vez cada 15 días y como mínimo una vez cada dos meses para evitar sobrealimentarlas o dañarlas.
Pasos para hacer abono orgánico:
- Preparación del área: Comience sobre tierra desnuda o en un espacio con poca vegetación. Si está utilizando un contenedor de abono, colóquelo sobre tierra nivelada y libre de malezas.
- Capa base: Cubra el fondo con materiales como paja, pequeñas ramas o periódico viejo para facilitar el drenaje.
- Ingredientes del abono: Cree la primera capa del abono (aproximadamente 30 cm) y alterne capas de materiales húmedos y secos. Los materiales húmedos incluyen cáscaras de frutas y verduras, posos de café, y otros desechos orgánicos de cocina. Los materiales secos pueden ser hojas, ramas pequeñas o cartón.
- Alterne capas de desechos: Debe ponerlo en trozos pequeños para acelerar la descomposición. La capa debe tener unos 2-3 cm de espesor, y cúbrala con otros 3 cm de tierra. La secuencia debe ser siempre la misma: residuo-tierra-residuo.
- Adición de nutrientes: Alimente su abono con materiales ricos en nitrógeno, como recortes de césped o estiércol bien descompuesto. Evite agregar carne, pescado o lácteos, ya que pueden atraer plagas y generar olores desagradables.
- Mantenimiento de la humedad: Riegue el abono regularmente para mantenerlo húmedo, pero no empapado. El agua de lluvia es adecuada, o puede usar una manguera o regadera.
- Cubrir el abono: Cubra el abono con una cubierta de plástico o recortes de césped para protegerlo de la lluvia y los insectos.
- Ventilación: Mezcle y airee el abono regularmente para introducir aire y acelerar el proceso de descomposición. Esto puede hacerse volteando la mezcla con una horquilla o aireador de Abono.
- Control del proceso: Monitoree la temperatura y el estado del abono regularmente. Una temperatura entre 32 °C y 60 °C indica una descomposición saludable. El abono estará listo cuando tenga una textura rica y quebradiza, que sea de un color marrón uniforme y un olor a tierra húmeda
Zúñiga recomienda que “para el clima de Bogotá, los abonos rápidos como el té de banano o té de frutas son mejores. Para hacerlos, se utilizan los restos de frutas disponibles en casa. Estos se cocinan, se dejan enfriar y luego se aplican a las plantas a lo largo de la semana en que se fabricaron. Sin embargo, una desventaja en Bogotá es que el clima es más frío, lo que ralentiza el proceso de descomposición de abonos como los provenientes del compostaje”.
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¿Como saber si lo está haciendo bien?
- Olores: Si detecta un olor a amoníaco, significa que ha añadido demasiados compuestos ricos en nitrógeno como son las cáscaras de huevos, frutas, café, etc. Para equilibrar, agregue más materiales ricos en carbono, como hojas secas. Por otro lado, si percibe un olor a huevo podrido, es probable que la mezcla esté demasiado húmeda o falta oxígeno. Añada más materiales y mezcle con mayor frecuencia para corregir estos problemas.
- Observe la presencia de insectos: Si nota que hay muchos insectos en la mezcla, puede cubrir la capa superior con más hojas secas, palitos y ramas. Esto ayudará a controlar la población de insectos y mantener un ambiente adecuado para el abono.
- Utilice contenedores especiales: Los contenedores diseñados específicamente para hacer abono orgánico en casa pueden ser útiles para evitar que los roedores se acerquen y para concentrar la temperatura y otras variables que aceleran el proceso de descomposición.
- Sea paciente: Aunque el proceso mínimo para obtener abono orgánico es de al menos 4 semanas, en realidad suele completarse en alrededor de 3 meses. Mantenga la constancia en el cuidado de su abono y verá resultados satisfactorios a largo plazo.
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