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Si se busca una planta que no solo tenga un lugar en la medicina tradicional, sino que además sea atractiva y contribuya al bienestar del jardín, el anamú aparece como una opción singular. Su presencia aporta carácter con su aroma inconfundible, ofrece beneficios terapéuticos valorados por distintas culturas y, al mismo tiempo, actúa como aliada natural para fortalecer otras plantas y que no se le acerque ninguna plaga.
Conocida científicamente como Petiveria alliacea, se caracteriza por su fuerte olor, parecido al del ajo, que se percibe con mayor intensidad cuando cambia el clima de caliente a frío. Ese olor característico proviene de compuestos que también están relacionados con sus efectos terapéuticos.
Según el Jardín Botánico Quinta de San Pedro Alejandrino, esta planta en su crecimiento puede superar los 30 centímetros de altura, presenta hojas alargadas y sus flores están agrupadas en forma de espiga, las cuales alcanzan entre 15 y 45 centímetros. En algunos países se considera una maleza, debido a que, cuando el ganado la consume, altera el sabor de la leche y la carne, lo cual genera efectos desfavorables en la producción ganadera.
El anamú se distribuye de manera natural en regiones tropicales y subtropicales de América, desde México y el Caribe hasta Brasil y el sur de Estados Unidos. Según la institución, en Colombia está presente en departamentos como Antioquia, Bolívar, Cesar, Chocó, Cundinamarca, La Guajira, Magdalena, Santander, Tolima y Valle del Cauca, donde se desarrolla con facilidad en terrenos baldíos, pastizales, zonas tropicales y áreas cercanas a corrientes de agua.
A nivel medicinal, el jardín asimismo menciona que el anamú ha sido utilizado durante siglos en diversas tradiciones populares. Por ejemplo, se le atribuyen propiedades antiinflamatorias, analgésicas, inmunoestimulantes, antimicrobianas y antifúngicas, además de un potencial efecto antiviral y anticancerígeno. Entre sus usos más comunes se incluyen aliviar dolor e inflamación, fortalecer el sistema inmunológico y tratar afecciones respiratorias o de la piel, entre otros beneficios.
Cuidados
Luz solar
- Esta planta prospera a pleno sol y necesita luz solar directa durante la mayor parte del día para crecer con fuerza, aunque también puede adaptarse al sol parcial.
- Cuando recibe menos luz, su crecimiento se vuelve más lento y puede modificar la orientación de sus hojas para captar más luz.
Riego
- El anamú necesita un riego semanal para mantener una humedad constante similar a la de su entorno tropical. Es importante evitar el encharcamiento, pero asegurar que el sustrato se mantenga ligeramente húmedo.
- El acolchado es útil porque ayuda a conservar la humedad y mantener una temperatura estable en las raíces.
Temperatura
- Esta planta se desarrolla mejor entre 20 y 38 °C, aunque puede tolerar temperaturas desde 0 hasta 43 °C.
- Pese a su resistencia, se deben evitar las heladas fuertes y las olas de calor intensas; el frío causa decoloración y marchitez, mientras que el exceso de calor puede provocar quemaduras en las hojas y deshidratación.
Suelo
- Requiere un suelo bien aireado y con buen drenaje, idealmente una mezcla de tierra para macetas, perlita (o arena) y compost en partes iguales.
- El sustrato debe mantenerse suelto para facilitar la oxigenación y puede mejorarse con un fertilizante de liberación lenta al inicio de la temporada de crecimiento.
Fertilización
- Se recomienda fertilizar cada dos meses durante la temporada de crecimiento usando un fertilizante rico en nitrógeno, aplicando solo un cuarto de la dosis recomendada.
- Es importante regar antes y después de fertilizar para asegurar la correcta absorción de nutrientes y evitar daños en las raíces, y reducir la frecuencia cuando bajan las temperaturas.
Poda:
- El anamú responde bien a las podas cuando su crecimiento es más activo. La poda consiste en retirar hojas y ramas secas o muy densas para mejorar la circulación del aire, favorecer un follaje más abundante y conservar la forma natural de la planta.
Replantado (cambio de maceta):
- Se recomienda replantar el anamú cada 2 o 3 años, en primavera, cuando comience el nuevo crecimiento. Necesita una maceta ligeramente más grande con buen drenaje para evitar acumulación de humedad; después del trasplante conviene mantener el sustrato húmedo y darle luz indirecta mientras se recupera.
Plagas y enfermedades
- Las principales enfermedades del anamú incluyen la podredumbre de las hojas, que aparece cuando hay exceso de humedad o mal drenaje.
- Las deficiencias de nutrientes generan amarillamiento generalizado y se solucionan aportando fertilizantes solubles, abonos orgánicos, compost o aplicaciones foliares para una corrección rápida.
- Entre las plagas más comunes están los minadores, cuyas larvas dejan líneas blancas o manchas claras en las hojas al alimentarse del tejido interno. Su manejo depende de la gravedad: en infestaciones leves basta con retirar el follaje afectado, mientras que en casos más serios conviene aplicar insecticidas orgánicos como los de neem o, si no funcionan, productos con spinosad.
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