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Regar correctamente es una de las tareas más importantes en el cuidado de las plantas, pero también una de las más comunes fuentes de error. No todas las especies requieren la misma cantidad de agua ni responden igual al ambiente. Por eso, antes de tomar la regadera, conviene entender cómo, cuándo y cuánto regar según el tipo de planta, el clima y las condiciones del suelo.
Aquí le damos algunos consejos clave para comprender mejor la infografía y aplicar un riego adecuado en sus plantas.
¿Cuál es la forma correcta de regar sus plantas?
No existe un único método válido para todas las especies, ya que cada planta tiene necesidades diferentes. Por eso, más que seguir una fórmula general, lo importante es conocer las características de cada ejemplar y adaptar el riego según su tipo, entorno y etapa de crecimiento.
Algunos de los más comunes son:
- Cactus y suculentas: Riego escaso, entre semanal y mensual.
- Plantas de hojas pequeñas: Riego moderado (1-2 veces por semana).
- Plantas de hojas grandes: Riego más frecuente (cada 2-3 días).
- Árboles y arbustos: Requieren un riego profundo y espaciado para desarrollar raíces fuertes; una vez establecidos, el riego puede ser menos frecuente pero abundante.
- Orquídeas: deben regarse solo cuando el sustrato esté casi seco, con agua abundante pero poco frecuente, permitiendo que las raíces respiren y evitando el exceso de humedad.
- Cultivos como maíz, zanahoria, repollo: El riego por aspersión es ideal porque aplica el agua en forma de lluvia.
Cuidado con regar mal
El riego, cuando se aplica de manera incorrecta o en exceso, puede generar múltiples consecuencias negativas para las plantas.
- Estrés hídrico: El exceso de agua asfixia las raíces al reducir el oxígeno en el suelo, impidiendo la absorción de nutrientes.
- Enfermedades fúngicas: La humedad constante favorece la aparición de hongos que pudren las raíces y debilitan la planta.
- Desequilibrio de nutrientes: El riego excesivo arrastra nutrientes esenciales como nitrógeno, fósforo y potasio, generando deficiencias.
- Compactación del suelo: Demasiada agua reduce la aireación del suelo y dificulta el desarrollo de las raíces.
- Desarrollo de raíces superficiales: El exceso de riego incentiva raíces poco profundas, lo que aumenta la vulnerabilidad a la sequía.
- Crecimiento anormal: Las plantas pueden desarrollar tallos débiles y un follaje excesivo, perdiendo firmeza y resistencia.
- Contaminación del agua: El uso desmedido de agua y fertilizantes facilita la filtración de químicos hacia fuentes subterráneas.
- Impacto en la biodiversidad: El riego inadecuado altera los ecosistemas locales y afecta las especies que dependen de un equilibrio hídrico.
¿Mañana o noche?
Regar temprano en la mañana es la mejor práctica para mantener un césped o jardín saludable. En esas horas, el aire es fresco y la luz solar ayuda a evaporar el exceso de agua sin desperdiciarla. Además, las plantas pueden absorber la humedad de forma más eficiente antes de que el sol sea intenso.
Tenga en cuenta:
- Evite regar al mediodía: el calor provoca una rápida evaporación y el agua no llega bien a las raíces.
- No riegue de noche: el agua puede acumularse en las hojas, favoreciendo hongos y enfermedades.
- Aproveche las primeras horas del día: el riego matutino estimula un crecimiento más fuerte y reduce el estrés hídrico.
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