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La huerta urbana más grande de Estados Unidos que crece sobre los techos de NY

Brooklyn Grange es la huerta en azotea más grande del mundo, un proyecto de agricultura urbana en Nueva York que combina producción de alimentos, sostenibilidad ambiental y vida comunitaria.

La Huerta

03 de octubre de 2025 - 01:03 p. m.
Brooklyn Grange es una granja urbana en azoteas que transforma Nueva York en un espacio para cultivar y convivir con la naturaleza.
Foto: brooklyngrangefarm
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¿Se ha preguntado alguna vez si una ciudad como Nueva York, rodeada de concreto y rascacielos, puede convertirse también en un lugar para cultivar alimentos frescos y sostenibles? Lo que para muchos parecía una utopía, Brooklyn Grange lo convirtió en realidad: una red de granjas en azoteas que no solo produce miles de kilos de hortalizas al año, sino que también redefine la manera en que las urbes pueden convivir con la naturaleza.

¿Qué es Brooklyn Grange arm?

Brooklyn Grange Farm es considerada la huerta en azotea más grande del mundo y un referente de la agricultura urbana sostenible. Fundada en 2010 en Nueva York por Ben Flanner, Anastasia Cole Plakias y Gwen Schantz, nació como una iniciativa comunitaria con el objetivo de crear un modelo rentable y escalable de cultivo en techos. Actualmente, cuenta con 5,6 acres cultivados distribuidos en dos grandes espacios en Brooklyn: el Brooklyn Navy Yard, con 1,5 acres y vistas al East River y Manhattan, y Sunset Park, la más extensa, con áreas interiores y exteriores que permiten el desarrollo de actividades agrícolas y sociales durante todo el año.

Estas zonas de cultivo en altura representan un aporte clave a la infraestructura urbana de Nueva York, una ciudad que enfrenta retos como la escasez de espacios verdes y las altas temperaturas generadas por el efecto isla de calor. Las granjas han sido diseñadas para aprovechar de manera eficiente el agua de lluvia, reduciendo la presión sobre el sistema de alcantarillado, mientras que sus suelos actúan como una capa de aislamiento que protege a los edificios tanto del calor en verano como del frío en invierno. De esta manera, cumplen una doble función: producir alimentos y, al mismo tiempo, mejorar la resiliencia ambiental de la ciudad.

El sitio se ha consolidado como un espacio multifuncional en el que se entrelazan la agricultura, la sostenibilidad y la vida comunitaria. Sus cultivos no solo garantizan el suministro de vegetales frescos a mercados y restaurantes locales, sino que también transforman las granjas en escenarios para la educación ambiental, la realización de talleres prácticos, encuentros culturales y celebraciones privadas.

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La organización se define como una “empresa de triple resultado”, lo que significa que sus decisiones buscan un equilibrio entre el bienestar de las personas, la salud del planeta y la viabilidad económica. Cada año producen alrededor de 45.359 kilos de alimentos frescos y locales, de las cuales cerca del 40% se destina a mercados y clientes mayoristas como restaurantes y clubes de compra. El 60% restante se canaliza a través de su programa de agricultura apoyada por la comunidad (CSA), vinculado a una iniciativa de distribución equitativa de alimentos, lo que refuerza su compromiso con la sostenibilidad y la justicia social en el acceso a los alimentos.

¿Cómo funciona la granja?

La granja funciona como un sistema agrícola urbano en el que se cultiva una amplia variedad de especies, tanto anuales como perennes. En sus azoteas se producen hortalizas como lechugas, achicorias, espinacas, brócoli, col rizada, tomates, pimientos, berenjenas, calabazas y pepinos, junto con hierbas aromáticas como albahaca, eneldo, perejil, cilantro, salvia, orégano y tomillo. Cuando el espacio lo permite, también se incluyen arbustos y árboles frutales como arándanos, frambuesas, higos, cerezas y manzanos, lo que amplía la diversidad de alimentos disponibles y refuerza el modelo de producción sostenible en pleno entorno urbano.

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La construcción de estas zonas de cultivo en azotea necesitó una infraestructura especial para que fuera seguro cultivar sobre los techos. Antes de poner la tierra, se instaló un sistema de “techo verde” compuesto por varias capas: una barrera que impide que las raíces dañen el techo, una capa de fieltro grueso, esteras de drenaje que guardan el exceso de agua de la lluvia y, encima, otra capa fina de fieltro para evitar que la tierra tapone el drenaje.

En la primera granja, fue necesario usar grúas durante seis días para subir unos 1.400 sacos de tierra hasta un edificio de siete pisos. La mezcla utilizada no es tierra común, sino un sustrato especial llamado Rooflite, traído desde Pensilvania. Esta mezcla, que pesa alrededor de 450.000 kilos, está hecha de piedras que se descomponen lentamente y liberan los nutrientes que las plantas necesitan para crecer.

Para cultivar sus alimentos, Brooklyn Grange utiliza prácticas agrícolas naturales con la menor intervención humana posible. Han perfeccionado la salud de su suelo cultivando cultivos de cobertura en invierno, usan compost hecho de residuos alimentarios de Nueva York para fertilizar sus granjas y practican la rotación de cultivos para evitar el agotamiento de nutrientes.

Además, operan el apiario más grande de la ciudad de Nueva York, con más de 40 colmenas gestionadas naturalmente que producen aproximadamente 1,500 libras de miel al año, una práctica beneficiosa para las abejas, las ciudades y los desayunos en todo el mundo.

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La granja también comparte sus conocimientos a través de talleres presenciales y virtuales sobre temas como la reducción de desperdicios de alimentos y el diseño hidropónico, ofrecen talleres para cultivadores K-12, ayudan a capacitar refugiados en colaboración con el Refugee and Immigrant Fund, y proporcionan servicios de consultoría en sostenibilidad, ayudando a diseñar, instalar y mantener espacios verdes en toda la ciudad, incluyendo sitios emblemáticos como el MoMA y el Met.

¿Y por qué este tipo de iniciativas es importante? Esto se debe a que, por ejemplo, las plantaciones intensivas en azoteas reduzcan las aguas pluviales en un 50% y puedan abordar el creciente riesgo de inundaciones, mientras que las azoteas verdes con biodiversidad pueden reducir la temperatura del aire circundante en 1.4°F, contrarrestando el efecto isla de calor urbano y mejorando la calidad del aire en comunidades urbanas vulnerables.

Los techos verdes también protegen la capa impermeabilizante y prolongan su vida útil al menos al doble, además de ofrecer beneficios como el embellecimiento de espacios infrautilizados, la amortiguación de la contaminación acústica, el aumento del ahorro energético y el incremento del valor de la propiedad. De hecho, estos espacios de agricultura urbana, favorecen el regreso de aves migratorias y otros polinizadores que históricamente han dependido de Nueva York como zona de descanso, reconectando a los habitantes urbanos con la naturaleza en medio de la ciudad.

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