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La lechuga crespa, también conocida como lechuga rizada o frisée en francés, se distingue por sus hojas onduladas y de bordes irregulares. Su sabor es suave con un toque amargo, mientras que su textura es fresca y crujiente. Esta variedad es muy apreciada en la preparación de ensaladas y sándwiches, ya que combina bien con aderezos tanto dulces como ácidos.
Si usted está empezando con una huerta o simplemente quiere cultivarla en casa, puede hacerlo de manera fácil, ya que es una planta ideal para principiantes y sus cuidados no son complejos.
Yuly Forero Pedraza, administradora ambiental y fundadora de cultivando vida, un negocio verde avalado por la Corporación Autónoma Regional Para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (CDMB) y Carolina Ramírez Salazar, bióloga de la Universidad de Caldas y paisajista, con más de 5 años de experiencia, explican qué se debe tener en cuenta al momento de sembrar esta planta y cuáles son sus cuidados.
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Beneficios de cultivar lechuga en casa
Además de su frescura y sabor, cultivar lechuga crespa en casa garantiza:
- Un producto libre de químicos.
- Reduce el gasto en compras.
- Fomenta una alimentación más saludable.
También es una excelente forma de aprovechar espacios pequeños como balcones o terrazas.
Consejos para cultivar lechuga crespa
Clima
La lechuga crespa se desarrolla mejor en climas frescos y templados, con temperaturas entre 15 °C y 20 °C. Aunque puede cultivarse durante todo el año, es más productiva en temporadas donde no haya excesivo calor.
“Cuando la temperatura es muy alta, la planta tiende a espigarse rápido, lo que afecta la textura y el sabor de las hojas”, explica Forero.
Para protegerla del sol intenso, se recomienda ubicarla en un lugar con luz indirecta o usar mallas de sombreo que reduzcan la radiación directa.
Sustrato
Uno de los secretos para un cultivo exitoso es el suelo. La lechuga necesita un sustrato suelto, aireado y rico en materia orgánica. Forero recomienda una mezcla de tierra negra con compost o humus de lombriz, lo que mejora la retención de humedad y aporta nutrientes esenciales.
“El humus no solo nutre, sino que también activa la vida microbiana del suelo, que es clave para que la planta absorba bien los minerales”, señala la administradora ambiental.
Es importante que el sustrato tenga buen drenaje para evitar encharcamientos que puedan pudrir las raíces. La perlita, la vermiculita o pequeñas piedras ayudan a mejorar la aireación.
Siembra y riego
La lechuga crespa puede sembrarse directamente en el suelo o en materas amplias. Las semillas se colocan a poca profundidad (1 cm aproximadamente) y se cubren ligeramente con tierra. En condiciones óptimas, germinan entre 5 y 8 días.
El riego debe ser constante pero moderado. Lo ideal es mantener la humedad del sustrato sin encharcar.
“Las raíces no sufren por falta de agua, sino por falta de oxígeno. Un sustrato muy compacto no permitirá que absorban ni agua ni nutrientes”, advierte Ramírez.
Por otro lado, Forero presenta una sugerencia técnica para saber si el sustrato está bien humectado y es introduciendo un dedo dentro del mismo. Si la tierra se adhiere a la piel, quiere decir que, por ahora, no necesita riego, pero si el dedo sale limpio, se debe regar.
Cosecha y consumo
La recolección puede hacerse de dos maneras:
- Cortando únicamente las hojas externas, lo que permite que la planta continúe rebrotando.
- Cosechando la cabeza entera, es decir, desde la raíz.
En este último caso, es importante hacerlo antes de que aparezca el tallo floral, ya que este proceso provoca que las hojas adquieran un sabor más amargo.
¿Cómo prevenir las plagas?
Aunque es una planta resistente, la lechuga crespa puede verse afectada por pulgones, babosas y caracoles, que atacan sobre todo las hojas jóvenes. Para evitar estos problemas, las expertas recomiendan métodos naturales: infusiones de ajo o ají como repelente, y la recolección manual de los insectos visibles. Mantener el área de cultivo limpia y sin restos de hojas secas también ayuda a prevenir su aparición.
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