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¿Qué siente mi gato cuando lo acaricio?

Acariciar a un gato puede ser para él un instante de calma o una total molestia. Todo depende de nuestra atención a su lenguaje corporal.

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La Red Zoocial
10 de agosto de 2025 - 03:00 p. m.
Recuerde acariciar a su gato siempre en el sentido del crecimiento del pelo.
Recuerde acariciar a su gato siempre en el sentido del crecimiento del pelo.
Foto: Unsplash
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Acariciar a un gato puede ser una de las experiencias más reconfortantes: deslizar la mano por su pelaje y escuchar el ronroneo que acompaña ese momento transmite calma. Pero las caricias no siempre son bien recibidas. Una caricia fuera de lugar o en el momento equivocado puede transformar la serenidad en rechazo. Por eso, aquí le contamos qué siente un gato al ser acariciado y cómo hacerlo sin incomodarlo.

Los gatos no se dejan tocar por cualquiera ni en cualquier circunstancia. La clave está en observar su lenguaje corporal. Class Act Cats explica que un minino dispuesto al contacto puede acercarse “con la cola hacia arriba y la punta de la cola curvada”, rozar la cabeza contra la persona, parpadear lentamente o permanecer cerca, acompañado de un ronroneo suave. Estos gestos son señales de confianza.

Para iniciar la interacción, lo mejor es ofrecer la mano a cierta distancia y permitir que el gato la huela. Si el felino toma la iniciativa y se frota contra ella, es probable que esté indicando dónde prefiere ser acariciado. Según Class Act Cats, “a los gatos les encanta que los acaricien en las sienes, la barbilla y detrás de las orejas” porque en estas zonas “tienen muchas glándulas odoríferas, lo que les permite marcarnos la mano al acariciarlos”. Sin embargo, cada felino es distinto y puede tener sus propias preferencias.

Zonas que es mejor evitar:

Hay partes del cuerpo que la mayoría evita que se toquen, como las patas, la cola o el vientre. Zooplus señala que esto se debe a un instinto heredado: “en estas partes las heridas solían implicar la muerte”, por lo que aún hoy muchos se protegen de forma instintiva. No obstante, algunos gatos muestran el vientre como un gesto de gran confianza, invitando a una caricia cuidadosa.

Respetar los límites es esencial. Cuando un gato no está a gusto, su cuerpo lo comunica: orejas hacia atrás, cola agitada, postura tensa, bufidos o gruñidos. Ignorar estas advertencias puede provocar que pase de la paciencia a la acción, con un arañazo o mordida.

Acariciar a un gato no es una tarea difícil ni un misterio indescifrable. Comprender lo que siente o prefiere no requiere habilidades extraordinarias, sino aprender a leer las señales que transmite con su cuerpo y su comportamiento.

La clave está en prestar atención y respetar sus límites. Al hacerlo, cada caricia se convierte en un momento de confianza mutua, en el que ambos disfrutan de un vínculo genuino y tranquilo.

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