Seguro alguna vez ha visto a un perro mientras duerme plácidamente su siesta. Los caninos suelen ladrar y hacer algunos movimientos bruscos cuando están soñando, mientras que si los bigotes de su gato suelen curvarse puede que esté durmiendo tan plácidamente que, de pronto, piensa que está jugando con una bola de estambre.
Lo que realmente deberíamos evaluar es lo difícil que resulta para los seres humanos realizar algunas investigaciones sobre el sueño y aún más cuando se trata de animales.
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No obstante, lo que resulta sorprendente es pensar que nuestras mascotas no soñaran debido a que, a nivel estructural, sus cerebros son muy parecidos a los de los humanos. Además, de acuerdo con varias investigaciones los perros, por ejemplo, tienen sueños mucho más complejos que los de nosotros algo que, incluso, se ha podido determinar a través de estudios específicos en mamíferos.
Por esta razón, un equipo de científicos de Massachusetts realizó un estudio con ratas y llegó a la conclusión de que los animales soñaban con las cosas que habían estado haciendo durante el día. Mientras la rata estaba despierta y aprendiéndose un laberinto que tenía que recorrer, se tomaron registros eléctricos de su hipocampo, con algunos patrones específicos e identificables. Después, por la noche, mientras dormía, estos patrones se repitieron, por lo que concluyeron que soñaba con el laberinto, informó ‘Psychology Today’.
“Sin duda, el animal está recordando memorias de esos eventos como ocurrieron estando despierta, y lo está haciendo mientras duerme a través de los sueños y eso es justo lo que la gente hace cuando sueña”, explicaron Matthew Wilson y Kenway Louie del Instituto de Tecnología de Massachusetts.
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Por su parte, los gatos tienen episodios físicos similares a los de los perros. Según el veterinario neurólogo Adrian Morrison, quien escribió una reseña sobre la investigación anterior, en sus sueños, los felinos muestran comportamientos predatorios, pues planean cómo conseguirán su comida.
Finalmente, los biólogos de la Universidad de Chicago, Amish Dave y Daniel Margoliash, examinaron los cerebros de los pájaros diamante mandarín y descubrieron algo similar.
Estos pájaros no nacen con las melodías de sus canciones grabadas en su cerebro; en cambio, tienen que aprender a cantar las canciones. De acuerdo con la investigación, cuando están despiertos, las neuronas en parte del prosencéfalo (parte anterior del cerebro) llamado el robustus archistriatalis se activa tras el canto de cada nota.
Tras evaluar esta parte de sus cerebros cuando estaban dormidos, los hombres encontraron que las neuronas se activaban en orden, como si el pájaro estuviera cantando la canción de forma audible, nota a nota. Por lo que concluyeron que los diamantes mandarines practicaban las canciones mientras dormían.
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