Juan Miguel Infante es el director del Colegio Monterrosales. Este espacio educativo funciona de la mano de la fundación Kukur Tihar, un establecimiento que trabaja con especies rescatadas por maltrato animal. Ambos lugares cooperan para darle una mejor calidad de vida a animales abandonados, para brindarles una segunda oportunidad.
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Los jóvenes del colegio pueden interactuar con otras formas de vida, para reconocer que también sienten y deben tener derechos. De esta manera, se busca inculcar en las personas una tenencia responsable e incentivar el respeto por todas las especies del planeta.
“Toda la vida he tenido afecto por la naturaleza y las otras formas de vida. Soy licenciado en biología, por lo que tuve bastantes acercamientos con la naturaleza. Todos hacemos parte de un entramado, en donde, si falla uno de ellos, desestabilizamos nuestro entorno”, comenta el educador.
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El Colegio Monterrosales cuenta con animales como perros, cabras, codornices, gatos, llamas, minipigs, burros, entre otros. “En el momento en que uno se acerca a los animales, uno se alegra enormemente de estar con ellos. Les enseñamos a los estudiantes a brindarles afecto y acompañamiento constante a ellos”, explica el director de la institución.
Han existido varios ejemplos de animales que encontraron un hogar y acompañamiento en este espacio. En este momento, hay una perrita llamada Topacio, que lleva más de siete años siendo ciega de ambos ojos. “Es muy conmovedor ver cómo los chicos perciben a Topacio como el animal que ha podido superar distintas barreras, poder encontrar su alimento. Ella se desplaza por todo el colegio sin ningún inconveniente. Es muy inteligente y ha logrado salvarse de muchas situaciones antes”, explica Juan Infante.
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Gracias a este proceso de sensibilización sobre la vida animal, este colegio ha visto varios casos sobre cuidado animal en la institución. “Hay una perrita llamada Rebusque, bastante tímida y miedosa. En un inicio, era bastante prevenida con cualquier interacción con seres humanos. Pero, poco a poco, la perrita fue entendiendo el contexto y ahora es bastante social, se deja acariciar y comparte con todos”, comenta el director.
El anterior es un ejemplo que muestra cómo cambia la realidad de estos animales, que pueden volver a confiar en las personas y en el cariño que ellas pueden brindar. “Nosotros buscamos que los chicos tengan cercanía con los animales, para interactuar con ellos de forma constante. Esto permite un cambio en la mentalidad de las nuevas generaciones”, comenta el educador.
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Las familias que hacen parte de estas instituciones han tenido un cambio de perspectiva con relación a los animales. “Ha sido un reto significativo para nosotros como institución garantizar los espacios adecuados para los animales, el cuidado veterinario, los alimentos, entre otros”, concluye Juan Infante.
Entre los procesos de servicio social, los jóvenes pueden realizar elaborando casas para los animales, o tejiendo cojines para los perros, trabajar madera para los hogares de las distintas especies, entre otras actividades. Esta formación integral busca que los estudiantes puedan tener un crecimiento más allá de lo académico, para seguir creciendo a nivel personal y aportar a la sociedad.
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El colegio se encuentra ubicado en el kilómetro 4.5, vía Calera, en la finca San José, en un espacio compartido con el Colegio Internacional Campestre.
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