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Esta semana se confirmó la muerte de Roscoe, el bulldog de 12 años que fue durante más de una década el inseparable compañero de Lewis Hamilton, siete veces campeón del mundo de Fórmula 1. La noticia conmovió a los seguidores del piloto, quienes no dudaron en enviarle mensajes de apoyo y condolencias.
Pero Roscoe no era el único perro presente en el paddock. Otro miembro de cuatro patas que ha conquistado la escudería Ferrari es Leo, el perro de Charles Leclerc. El monegasco presentó a su mascota en abril de 2024 a través de su cuenta de Instagram, donde compartió fotos y videos de su llegada.
El pequeño se llama Leo Leclerc Saint Mleux, en honor al apellido del piloto y al de su pareja, Alexandra Saint Mleux. Desde entonces, acompaña a Leclerc en sus viajes y carreras, convirtiéndose en parte fundamental de su rutina y de su vida personal.
Incluso quedó registrado el momento en que Roscoe y Leo se conocieron. En un video compartido por Leclerc, se observa cómo ambos pilotos acercan a sus mascotas: Leo, con la vitalidad de un cachorro, corre, olfatea y salta; mientras Roscoe, ya un perro senior, lo observa con calma y curiosidad, reflejando la complicidad entre ellos y la de sus dueños.
La partida de Roscoe deja un vacío en la vida de Hamilton, pero también recuerda la profunda conexión que los animales de compañía generan en quienes los rodean. Historias como la de Roscoe y Leo muestran que, más allá de los circuitos, estos compañeros de cuatro patas son familia: llenan de amor, emoción y ternura la vida de los pilotos y de todos los que siguen sus pasos.
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