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Si entre personas hay malentendidos, entre humanos y animales pueden surgir más inconvenientes de lo que parece. Aunque las mascotas no se comuniquen en el mismo idioma de sus tutores, es posible que surjan problemas por actitudes o posturas que incomodan a perros o gatos.
En el caso de los caninos, es preciso plantearse unas preguntas para entender su perspectiva, por ejemplo: la forma en que ellos piensan y sus necesidades básicas, físicas y mentales. Por ello, para mejorar la relación que tienen las mascotas y sus cuidadores, le compartimos esas cosas que los perros más odian, según Experto Animal, un sitio web que une a veterinarios, adiestradores y especialistas.
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1. Ruidos y olores fuertes.
Los perros tienen un oído que les permite captar sonidos casi imperceptibles para las personas, pues sienten las vibraciones con mayor sensibilidad. Así que cualquier ruido fuerte los perturba, como los que provienen del secador del pelo, los carros, la pólvora, entre otros.
Lo mismo pasa con su olfato, ya que con este amplifican ciertos aromas al punto de ser molestos e irritar sus fosas nasales. Los que más suelen causar molestias son los químicos, los productos de higiene personal o limpieza del hogar.
2. Quedarse solos.
Los perros aman estar acompañados por sus dueños, de ahí que no sean grandes amigos de la soledad. Por eso, al llegar usted a casa, ellos siempre muevan la cola para indicar que están felices por su regreso. Dedíquele tiempo, amor y calidad a su animal de compañía.
3. Hablar sin usar lenguaje verbal.
“Muchas veces le hablamos a nuestro perro y eso está bien, pero si lo hacemos en exceso o si a la vez que hablamos no utilizamos gestos y palabras cortas que el can pueda llegar a aprender y relacionar con algo, no estaremos haciendo otra cosa más que agobiar a nuestro amigo”, explica Irene Juste, técnica veterinaria, a Experto Animal.
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Lo anterior, debido a que no entenderá lo dicho y esto puede ocasionar nerviosismo. También porque los caninos entienden las emociones más sencillas de los humanos a través del lenguaje corporal, junto con el tono de voz que se usa.
4. Los regaños sin motivo.
Cuando un perro hace algo que pone de mal genio a su tutor, es inevitable sentir molestia. Sin embargo –como se explica en el punto anterior– estas mascotas no captan los mensajes que se intentan decir y menos si es gritando.
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Así que odian estas actitudes porque los hace sentir mal, reciben energía negativa y no entienden la razón, según Juste. Tenga en cuenta que, como su tutor, puede enseñarle a su mascota desde el amor y con buenas formas que alienten a su peludo a no volver a cometer el mismo error.
5. Una rutina desordenada.
Tener horarios y estructura da a los perros seguridad y tranquilidad. Cuando el animal no tiene orden en sus actividades diarias, puede ser menos feliz y tendrá malentendidos con su familia. Aunque parezca algo monótono, una rutina puede complicarse, ya que cubre varios aspectos: desde la persona que hace los paseos, las horas en que se come, entre otros factores.
6. Mirarlos a los ojos, cogerles de la cara y darles palmaditas en la cabeza.
Cuando a un perro se le mira fijamente, es notorio que ellos apartan sus ojos, aunque unos pocos son capaces de aceptar el enfrentamiento visual, e incluso, gruñir. Esto ocurre porque la mirada penetrante, para los caninos significa que se les está retando, así que la mascota que baja su cabeza puede denominarse sumisa y la que mantiene la mirada puede catalogarse como dominante.
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Cuando se le coge la cara para darles mimos o palmaditas, también se provocan sensaciones negativas. Con esto el peludito se siente atrapado, pues piensan que es algo que no hacen entre otros caninos. “Los golpecitos en la cabeza les molestan e incluso pueden hacerles algo de daño. Una mano por encima de ellos la entienden como dominante, si además les da golpes en la cabeza los inquieta mucho”, explica Juste a Experto Animal.
Sin embargo, tenga presente que este punto dependerá del comportamiento de cada perro. Hay peludos que aman que sus dueños les hagan todo esto, mientras que otros no. Lo único cierto es que usted es quien conoce mejor a su perrito, así que definitivamente sabe qué le gusta.
7. Llevar tensa la correa.
Estrés, frustración y nerviosismo son algunos sentimientos que se generan con una correa tensa. Suéltela un poco y deje que su perro entre en calma. Si siempre la tira para su lado, él pensará que está en peligro y puede actuar de una manera indebida. La buena educación es clave.
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