La táctica de Irán: obligar al mundo a controlar a Trump

Expertos dicen que Teherán parece apostarle a una estrategia provocadora pero calculada para contrarrestar una amenaza posiblemente existencial por parte de Washington y así preservar el acuerdo nuclear.

Max Fisher - The New York Times
25 de junio de 2019 - 03:00 a. m.
Donald Trump, presidente de EE.UU. firmó un decreto con nuevas sanciones para Irán. / AFP
Donald Trump, presidente de EE.UU. firmó un decreto con nuevas sanciones para Irán. / AFP

El gobierno de Trump ha señalado las decisiones recientes de Irán, entre ellas su amenaza de seguir acumulando uranio poco enriquecido y por tanto desacatar el acuerdo nuclear, como prueba de que Irán es un Estado rebelde e implacable, dispuesto a adquirir armas nucleares, y que solo puede controlarse mediante la amenaza de usar la fuerza militar.

En efecto, Irán a menudo ha actuado como el provocador de la región, pero, en este caso, algunos expertos no partidistas en materia de Irán y de políticas estadounidenses en el Medio Oriente ven un fenómeno distinto.

Dicen que Irán parece apostarle a una estrategia provocadora pero calculada para contrarrestar lo que sus líderes consideran una amenaza posiblemente existencial por parte de Estados Unidos —pues las severas sanciones económicas estrangulan la economía y eliminan ingresos vitales provenientes del petróleo— así como para preservar el acuerdo nuclear.

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Al hacerlo, Irán está recurriendo a tácticas asociadas con su reputación como Estado rebelde, entre ellas la escalada militar asimétrica, como las amenazas a los cargamentos de petróleo, aunque Irán niega las acusaciones de Estados Unidos acerca de que atacó buques cisterna la semana pasada o de que derribó un dron estadounidense el jueves (en circunstancias controvertidas) y de que ha usado el chantaje nuclear. Según analistas, lo está haciendo porque ese tipo de tácticas son parte de la base del poder iraní y porque Estados Unidos ha cerrado otras vías para responder.

“La reacción agresiva de Irán es una manera de decirle al mundo: ‘Hemos estado actuando de una forma relativamente contenida durante el año posterior a la retirada de Trump del acuerdo. Pero ahora ya no podemos seguir comportándonos así”, dijo Dina Esfandiary, experta de la Universidad de Harvard en materia de asuntos de seguridad en el Medio Oriente.

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Dijo que Teherán había recurrido a “una estrategia de doble enfoque que consiste en mostrar que ellos también pueden ejercer presión haciéndose los difíciles mientras a la vez dicen: ‘Estamos dispuestos a dialogar’”.

Además, puesto que Irán no puede desafiar a Estados Unidos de manera independiente, quizá espera obligar a los países europeos y asiáticos a controlar esta nación.

Los expertos dicen que el resultado es una estrategia iraní racional pero riesgosa que aumenta las probabilidades de que el acuerdo nuclear colapse e incluso de que haya una guerra con la esperanza de obligar al mundo a evitar ambos escenarios.

 

Ua sensación de apremio

La amenaza de Irán de acumular uranio de bajo enriquecimiento puede considerarse un microcosmos de su estrategia aparente y del predicamento que enfrenta el país.

Como parte del pacto nuclear de 2015, Irán había acordado mantener su reserva de uranio enriquecido a un nivel apto para su uso en plantas generadoras, con un peso igual o menor a los 300 kilogramos.

A cambio de esta y otras restricciones, Irán recibió una reducción de las sanciones económicas que habían devastado su economía e, implícitamente, una disminución de la amenaza de conflicto con Estados Unidos, por lo que, en teoría, la creación de un programa de armas nucleares se volvió menos atractiva.

El gobierno del presidente Donald Trump eliminó esos incentivos. Ha vuelto a imponer sanciones, ha ejercido presión sobre otros países para que se retiren del acuerdo y ha aumentado la presión militar contra Irán; hace poco, por ejemplo, desplegó mil soldados estadounidenses más en la región.

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El gobierno también ha restringido las opciones de Irán para deshacerse de su exceso de uranio enriquecido. En mayo, revocó la autorización que permitía a Irán vender uranio en el extranjero, como lo había hecho bajo el acuerdo nuclear. Aunque Irán en gran medida se ha deshecho del uranio reprocesándolo, la revocación enfatizó las percepciones de que Irán estaba siendo impulsado a violar el acuerdo.

Conforme aumentaron los costos de mantener el acuerdo nuclear, Irán llegó a cumplir con todas sus obligaciones con menos ventajas que nunca, junto con las presiones económica y militar abrumadoras por parte de Estados Unidos.

En un principio, Teherán gestionó esos costos con la esperanza aparente de que se involucraran los diplomáticos europeos dispuestos a fomentar la paz y las economías asiáticas con sed de petróleo. Sin embargo, el cálculo del país pareció haber cambiado en semanas recientes, comentó Ellie Geranmayeh, experta en Irán en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Sus provocaciones recientes, dijo, parecen tener el objetivo de presionar a los gobiernos europeos y asiáticos.

“Generar una sensación de apremio entre los europeos, así como los chinos y los rusos”, tiene como objetivo obligar a esos gobiernos a que controlen a Estados Unidos en nombre de Irán, señaló. Por lo tanto, las amenazas implícitas de Irán contra el tránsito de barcos petroleros en el golfo Pérsico, por ejemplo —sin importar si Irán fue responsable o no de los ataques dirigidos a los buques cisternas ahí—, en su mayor parte afectarían a las economías asiáticas y europeas que dependen de esos cargamentos.

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Quizá también sea una advertencia a los aliados estadounidenses en el Medio Oriente.

“Se trata de un mensaje franco dirigido a los sauditas y los emiratíes acerca de que, si presionan a Irán, su tajada en el mercado del petróleo se ve afectada y, por lo tanto, otros grandes exportadores de petróleo también sentirán los efectos”, dijo Geranmayeh. “Podrían esperar que los emiratíes y los sauditas presionen al gobierno estadounidense para que limite su estrategia”, agregó.

Esta estrategia también se ajusta a la amenaza de Irán de aumentar su reserva de uranio enriquecido. La amenaza le da credibilidad al argumento de Irán acerca de que no se puede esperar que cumpla con su parte del trato sin ser correspondido de manera permanente.

Todo parece estar calculado para crear una crisis con el tamaño suficiente para presionar a las potencias europeas y asiáticas con el fin de que intervengan y controlen a Estados Unidos, dijo Geranmayeh, pero que también pueda solucionarse fácilmente.

Esto preservaría la adhesión iraní a lo que los expertos en el control de armas consideran las disposiciones más importantes del acuerdo, como las inspecciones en los centros nucleares y las prohibiciones en torno al uranio de calidad armamentista. Lejos de reunir el material nuclear en secreto, Teherán lo anunció al mundo con semanas de anticipación. Los expertos dicen que podría darse marcha atrás a esa decisión fácilmente.

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Mediante una publicación en Twitter, Gérard Araud, hasta hace poco el embajador de Francia en Washington, dijo que la amenaza de Irán era “una reacción limitada para no oponerse a los europeos y no ofrecer un pretexto para una intervención militar”. Y agregó: “Irán estaba obligado políticamente a reaccionar tarde o temprano a las sanciones de Estados Unidos”.

Aun así, aunque Irán dice que su objetivo es preservar las restricciones internacionales en torno al mismo programa que está amenazando con expandir, la decisión implica una amenaza de regresar a los días del chantaje nuclear y la política arriesgada previos al acuerdo.

 

Un juego de la gallina

Los simpatizantes del enfoque de Trump han argumentado que el enfrentamiento con Irán era inevitable, dado el comportamiento disruptivo del país en la región del Medio Oriente, por lo que Trump estuvo en lo correcto al tratar de obligar a Teherán a llevar a cabo una capitulación.

Sin embargo, los detractores dicen que socavar el acuerdo nuclear solo aumenta los inventivos del país para proyectar poder en el extranjero.

Brett McGurk, hasta hace poco el enviado presidencial del gobierno de Trump a la coalición que combate al Estado Islámico, advirtió a principios de este mes en Foreign Affairs que la estrategia de Estados Unidos casi estaba obligando a Irán a exacerbar sus acciones en respuesta.

“Las sanciones en aumento” y otras presiones de Estados Unidos contra Irán, escribió, “no ofrecen una entrada viable para que Irán participe en las negociaciones” y, “si se llevan hasta su conclusión lógica”, señalaban un cambio de régimen.

Trump ha invitado a dialogar a los líderes iraníes y, aunque no ha dicho que busca un cambio de régimen, algunos de sus principales funcionarios sí lo han hecho, y aún no queda claro quién tiene la última palabra. La posibilidad les daría un incentivo a los líderes iraníes para contraatacar, en vez de dar marcha atrás y permitir su propia destrucción.

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Aunque los iraníes concluyan que los proponentes del cambio de régimen están fingiendo —por ejemplo, las insinuaciones por parte de Estados Unidos acerca de una posible intervención militar en Venezuela hasta el momento no se han cumplido—, las sanciones pondrían en un grave riesgo al país.

En resumen, los expertos dijeron que, mediante su estrategia y su poder, Estados Unidos ha cerrado prácticamente todas las vías pacíficas para que Irán responda.

A diferencia de China, Irán difícilmente puede contrarrestar la presión económica de Estados Unidos imponiendo sus propias sanciones o aranceles a Estados Unidos. Tampoco puede guardar la esperanza de estar al nivel de Estados Unidos diplomáticamente, pues no tiene lugar en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ni una red de aliados globales.

Aunque algunos países han dicho que Washington es el responsable de la crisis, Teherán ha descubierto que convencer al mundo de culpar a Estados Unidos no es suficiente. Los gobierno europeos y asiáticos tienen sus propias rencillas con el gobierno de Trump y han tenido problemas incluso con los asuntos que les conciernen directamente.

Al aumentar la apuesta de la crisis en la región del Golfo, Irán espera hacerla parte de las agendas de todo el mundo, dijeron los expertos. Sin embargo, es una decisión arriesgada, similar a un juego de la gallina en el que la estrategia no es obligar al otro bando a doblegarse, sino hacer que los espectadores se sientan tan amenazados por el choque inminente que deban intervenir.

“Desde la perspectiva de los funcionarios en Irán, intentaron ser razonables e hicieron un llamado a favor del diálogo para mantener el acuerdo”, dijo Esfandiary. “Han dicho una y otra vez: ‘Si estuvieran en nuestro lugar, ¿qué harían?’”.

Por Max Fisher - The New York Times

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