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Brasil pide perdón a pueblos indígenas por trato durante dictadura, por primera vez

La presidenta de la comisión de amnistía adscrita al Ministerio de Derechos Humanos, la profesora de derecho Eneá de Stutz e Almeida, se arrodilló ante la líder indígena Djanira Krenak para pedirle perdón en nombre del Estado por la violencia infligida al pueblo indígena.

03 de abril de 2024 - 10:03 p. m.
Activistas sociales realizan una marcha silenciosa en memoria de las víctimas del golpe de Estado brasileño de 1964, durante la conmemoración del 60º aniversario, en Sao Paulo, Brasil.
Activistas sociales realizan una marcha silenciosa en memoria de las víctimas del golpe de Estado brasileño de 1964, durante la conmemoración del 60º aniversario, en Sao Paulo, Brasil.
Foto: AFP - Agencia AFP

Una comisión adscrita al Ministerio de Derechos Humanos de Brasil presentó las primeras disculpas en nombre del Estado a los pueblos indígenas que fueron perseguidos y torturados durante la dictadura que gobernó al país entre 1964 y 1985.

La presidenta de dicha comisión, la profesora de derecho Eneá de Stutz e Almeida, se arrodilló ante la líder indígena Djanira Krenak para pedirle perdón en nombre del Estado por la violencia infligida al pueblo indígena.

“En nombre del Estado brasileño quiero pedir perdón por todo el sufrimiento que sufrió su pueblo”, dijo Almeida, quien calificó este acto como el primero de su tipo en más de 500 años de maltrato contra los pueblos indígenas en Brasil

“Lo que sucedió durante la dictadura” sino también “la persecución que en los últimos 524 años (...) los pueblos originarios sufrieron por cuenta de la invasión de los no indígenas”, añadió la funcionaria.

Las disculpas fueron dirigidas en concreto a los pueblos krenak y guarani-kaiowá, originario de hacia la frontera occidental de Brasil con Bolivia y Paraguay, que fueron forzados a salir de sus tierras durante el período de dictadura y violentados por décadas.

Entre las medidas que adoptó la dictadura brasileña para reprimir a los pueblos indígenas estuvo la creación de un “reformatorio para la reeducación” inaugurado en 1969, y que operaba como campo de concentración. Este fue escenario de abusos físicos y psicológicos hacia los pueblos indígenas, a quienes se les prohibió incluso hablar en sus propias lenguas.

“Era un laboratorio de terror absoluto... algo abominable, como una película de terror”, dijo Ailton Krenak, activista y escritos brasileño, a The Guardian.

Krenak resaltó que durante la dictadura muchas tierras indígenas fueron invadidas durante el llamado “milagro brasileño”, un período de crecimiento económico que se construyó sobre el desastre indígena. Por eso, el investigador espera que este acto permita la apertura a no solo a la reparación verbal, sino también a una compensación en materia de las tierras que fueron usurpadas.

A pesar del simbolismo del reconocimiento por parte del Estado, y de la unanimidad con la que fue aprobado, este no conlleva reparaciones para esos pueblos indígenas, que ahora quedarán oficialmente como “amnistiados políticos colectivos”.

Sin embargo, la comisión ha escrito un listado de recomendaciones dirigidas a otros entes públicos con directivas sobre un nuevo trato hacia estas poblaciones, especialmente en relación con la demarcación de tierras indígenas. Este último es un asunto que estuvo estancado bajo la presidencia de Jair Bolsonaro (2019-2022) y que se reanudó bajo la gestión de su sucesor Luiz Inácio Lula da Silva, iniciada en 2023.

“No vamos a reparar 500 años de persecución (...) pero al menos traer algún tipo de confort, reconocimiento y homenaje”, dijo la funcionaria.

Para Krenak, otro aspecto crucial en el marco de esta reparación está en cómo se contará la historia de acá en adelante.” Si no se garantiza que las nuevas generaciones (las de 20, 30 o 40 años) conozcan la historia política de su país, entonces se está formando una nación de tontos”, destacó.

Según datos gubernamentales, las reservas indígenas ocupan 13,75 % del territorio de Brasil. Los krenak fueron expulsados de su territorio, a orillas del Río Doce en Minas Gerais (sudeste), alrededor de 1970, durante el régimen militar. En Brasil viven 1,7 millones de indígenas, equivalente al 0,83 % de los 203 millones de habitantes del gigante sudamericano, según el censo.

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