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Caminantes de Venezuela: un viaje de ida (y de vuelta)

El último estudio del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (CDH UCAB) reveló muchos de los caminantes venezolanos ahora van y vienen entre los países de la región.

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18 de febrero de 2021 - 07:02 p. m.
El FMI señala que apoyo a migrantes ayudará a la economía colombiana.
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Foto: AFP
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Desde hace tiempo se demostró que la migración venezolana a Colombia y a otros países de la región será algo permanente, incluso durante la pandemia. Las rutas a pie y los trayectos ida y vuelta se convirtieron en una realidad que conlleva desafíos y problemas para esta población, que no se detendrá ni siquiera con las fronteras cerradas. El último estudio del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (CDH UCAB), hizo un seguimiento a los caminantes que atraviesan Colombia hasta su frontera con Ecuador. Estos fueron algunos de los resultados.

Lo primero es que a partir de octubre el flujo migratorio se reactivó, alcanzando casi las dimensiones que tenía justo antes de que empezara la pandemia. De hecho, se estima que a diario entraban cerca de 600 personas a Colombia provenientes de Venezuela y 50 a Ecuador, según el Mixed Migration Center. Uno de los puntos más novedosos que encontró el centro universitario es el fenómeno que llaman reflujo, es decir, “el evento de salida de personas desde Venezuela por segunda vez, después de haber regresado a pie desde Colombia, Ecuador, Perú y Chile”.

“Un rasgo novedoso de este recorrido a pie en el marco de la pandemia es la manera natural con que los caminantes asumen este ir y venir. El camino se ha normalizado y pueden llegar de Quito a Cúcuta a recoger a un familiar y devolverse. Vimos personas que hacían la ruta a Perú por segunda vez”, afirma Ligia Bolívar, investigadora asociada del CDH UCAB, responsable del estudio.

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Otra de las novedades identificadas es la presencia creciente de grupos familiares. El tema ya lo había advertido Migración Colombia, que aseguró a mediados del año pasado que cada migrante traería a una persona adicional. Adriana Parra, directiva de la Fundación Tempus 2020 aseguró: Estamos viendo grupos familiares completos por cada uno que se fue a Venezuela. Tenemos caminantes a los que les hemos podido hacer seguimiento en la ida y en el regreso y los encontramos con su pareja, hijos (...) puede que se acompañen de un abuelo, abuela, suegro, suegra (...) de manera que estamos contando aproximadamente cuatro personas por cada venezolano que retornó. Encontramos grupos familiares, algunos muy grandes de 8 o 10 integrantes. Incluso grupos de vecinos”.

Y es que el estudio afirma que, durante las entrevistas, muchos de ellos y ellas afirmaron estar caminando por y para sus hijos. “En las entrevistas manifestaban desesperanza frente a la situación en Venezuela y optimismo ante las perspectivas de vida en otro país. Muchos expresaban que no tenían expectativas de volver a Venezuela para vivir, aunque sí les gustaría regresar de visita, lo que indica que la vocación de permanencia que ya se había comenzado a observar a finales de 2019 no ha desaparecido y, por el contrario, parece estarse fortaleciendo”.

Al centro universitario le llamó la atención la normalización del ir y venir a lo largo de las rutas. En entrevistas con Vanessa Apitz, trabajadora humanitaria, el CDH UCAB corroboró que se trata de un fenómeno recurrente. “Ya tenemos cuatro años con el tema de la población caminante y ya ellos tienen experiencias vividas, de personas que han ido, han vuelto y les comentan cómo es la situación. (...) Estamos viendo caminantes que estaban en el interior del país o en Ecuador o Perú que han retornado por el tema de la pandemia, pero cuando ingresan a Venezuela que se consiguen con toda la situación tan catastrófica y deciden regresar con toda su familia (...) Hemos notado que hay uno o dos integrantes del grupo familiar que ya han hecho el proceso de movilidad a pie”.

De hecho, Parra afirma: “El venezolano ya se probó en su resistencia, en su resiliencia, en su capacidad de aguante en las vías. Y eso ahora le hace fácil ahora caminar desde Venezuela. Se confronta consigo mismo: ‘si fui capaz de caminar desde Cúcuta hasta Bogotá, soy capaz de caminar de Caracas hasta Cúcuta y luego continuar’. También se siente impulsado porque ya conoce la vía y ya domina este tema de ir y venir”.

Todo esto sin contar que también hay una buena cantidad de personas que está saliendo por primera vez. El estudio asegura que en Arauca se estima que el 80% de los que han ingresado durante la crisis sanitaria son nuevos caminantes que buscan llegar a otros países de la región.

Por otro lado, la pandemia ha aumentado los riesgos y los obstáculos que esta población enfrenta durante su desplazamiento. Sin embargo, el centro universitario aseguró que, a diferencia de podría llegar a pensarse, los migrantes que se encontraron en las vías eran conscientes de las medidas de bioseguridad para evitar la propagación de COVID-19 y llevaban en su equipaje jabón o alcohol.

“Aunque el agua a veces no es segura para el consumo, algunos caminantes comentaron al CDH UCAB que aprovechan los ríos que consiguen en la ruta para asearse. Sin duda, ha habido momentos donde resulta imposible el distanciamiento social, pero estos han sido provocados por circunstancias no propiciadas por los caminantes, como es el caso del represamiento de personas cerca de pasos fronterizos en el departamento del Norte de Santander”, asegura el documento.

El estudio hace algunas recomendaciones importantes a tener en cuenta. La primera es que se establezcan los protocolos para identificar y asistir a personas con necesidad de protección internacional. Además, “es claro que, en las actuales circunstancias, los caminantes no pueden producir los documentos exigidos normalmente para la regularización, con el agravante de que ahora dichos documentos están siendo retenidos o destruidos por funcionarios venezolanos durante el trayecto por su país”. Por eso se recomienda encontrar mecanismos flexibles y colaboración para facilitar su registro.

Por último, se aconseja que los Estados receptores “faciliten mecanismos que permitan la autosostenibilidad y el acceso a derechos de migrantes y refugiados, levantando las barreras burocráticas que impiden o dificultan su realización”. Lo anterior a sabiendas de que la situación económica y social para este año es bastante complicada y que será un reto enorme para cualquier gobierno.

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