Chris Dodd, el encargado de hacer el seguimiento de la Cumbre de las Américas
El Departamento de Estado dio a conocer el nombre de la persona encargada de avanzar en la implementación de los anuncios que Joe Biden hizo en la Cumbre de las Américas del 2022, marcada por los cuestionamientos frente a su politización y por la ausencia de grandes iniciativas.
El senador Chris Dodd se desempeñará como asesor presidencial especial para las Américas, en seguimiento a su papel como asesor especial para la novena Cumbre de las Américas, celebrada en junio pasado en Los Ángeles, informó en un comunicado el Departamento de Estado de Estados Unidos.
Según la entidad, el funcionario ayudará a avanzar en la implementación de las iniciativas claves anunciadas por Joe Biden en el marco del evento, que incluyen la cooperación económica, la migración, la salud, los derechos humanos y la seguridad alimentaria. Asimismo, trabajará codo a codo con la vicepresidenta, Kamala Harris, el Departamento de Estado, el Departamento de Seguridad Nacional y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), entre otras instituciones más, y preparará la próxima Cumbre de Ciudades de las Américas, prevista para abril del 2023 en Denver.
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Dodd, en su carrera de servidor público, comenzó como voluntario del Cuerpo de Paz en República Dominicana y perteneció al Subcomité de Relaciones Exteriores del Senado para el Hemisferio Occidental. En su nuevo cargo, según se lee en el comunicado del Departamento de Estado, deberá “transmitir el mensaje que el presidente Biden transmitió en la Cumbre de las Américas: los países del hemisferio deben abordar los desafíos compartidos juntos, de manera coordinada, para construir un futuro sostenible, resiliente y equitativo para la gente”.
Una cumbre que dejó más dudas que certezas
Ahora bien, el encuentro en Los Ángeles sembró varios cuestionamientos. Si bien los anuncios no faltaron, como que la iniciativa Cities Forward busca empoderar a los alcaldes y los gobernadores en herramientas para abordar problemas urbanos, que el Cuerpo de Salud de las Américas pretende mejorar la formación de 50.000 trabajadores de la salud en la región en los próximos cinco años, que la Alianza Americana para la Prosperidad Económica busca “reforzar la recuperación económica a largo plazo y aumentar la competitividad en Estados Unidos” y que la “Declaración de Los Ángeles” fue firmada para enfrentar la crisis migratoria que aqueja a la región, algunos analistas y periodistas tacharon el encuentro de “fracaso”, “humillación” y “decepción”.
La ausencia de Cuba, Nicaragua y Venezuela marcó fuertemente la cumbre, incluso antes de su inicio, teniendo en cuenta que la migración fue considerada como un tema central dentro de ella. “Su partido es muy cauto porque puede perder su poder en las próximas elecciones del Congreso, por lo que invitar a Cuba y a Venezuela significaba plantear un desafío fuerte en estados sensibles”, afirmó a El Espectador Rafael Piñeros, profesor de relaciones internacionales en la Universidad del Externado, en junio pasado. “Aunque Estados Unidos forma parte del hemisferio y tiene distintos foros multilaterales para trabajar temas con los países latinoamericanos, como la Cumbre de las Américas y la OEA, su relación sigue siendo tensa, excesivamente politizada”, agregó.
Para Arlene Tickner, de la Universidad del Rosario, citada en el artículo “Ángeles” y “demonios”: la región mostró todas sus grietas en la cumbre de Biden, el presidente estadounidense “ha sido rehén de la extrema derecha latina en el Congreso y del senador Robert Menéndez, demócrata solo en nombre, quien preside el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. De ahí la decisión torpe de centrar la cumbre en las credenciales democráticas de los asistentes y no en los desafíos que enfrenta el hemisferio, lo cual ilustra que la tentativa de retornar a estrategias menos ideologizadas y más pragmáticas no se ha concretado”.
En resumen, la politización de la Cumbre de las Américas impidió que se diera un mejor encuentro regional, sumado a que la sociedad civil tuvo menos peso en las reuniones y que su participación se enfrentó a unas barreras burocráticas que dificultaron su inscripción. El evento en Los Ángeles también mostró las grietas en el multilateralismo de la región, lo cual obliga a la Organización de Estados Americanos (OEA) y a los otros foros a llegar con objetivos más claros en la agenda para próximas ocasiones.
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El senador Chris Dodd se desempeñará como asesor presidencial especial para las Américas, en seguimiento a su papel como asesor especial para la novena Cumbre de las Américas, celebrada en junio pasado en Los Ángeles, informó en un comunicado el Departamento de Estado de Estados Unidos.
Según la entidad, el funcionario ayudará a avanzar en la implementación de las iniciativas claves anunciadas por Joe Biden en el marco del evento, que incluyen la cooperación económica, la migración, la salud, los derechos humanos y la seguridad alimentaria. Asimismo, trabajará codo a codo con la vicepresidenta, Kamala Harris, el Departamento de Estado, el Departamento de Seguridad Nacional y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), entre otras instituciones más, y preparará la próxima Cumbre de Ciudades de las Américas, prevista para abril del 2023 en Denver.
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Una cumbre que dejó más dudas que certezas
Ahora bien, el encuentro en Los Ángeles sembró varios cuestionamientos. Si bien los anuncios no faltaron, como que la iniciativa Cities Forward busca empoderar a los alcaldes y los gobernadores en herramientas para abordar problemas urbanos, que el Cuerpo de Salud de las Américas pretende mejorar la formación de 50.000 trabajadores de la salud en la región en los próximos cinco años, que la Alianza Americana para la Prosperidad Económica busca “reforzar la recuperación económica a largo plazo y aumentar la competitividad en Estados Unidos” y que la “Declaración de Los Ángeles” fue firmada para enfrentar la crisis migratoria que aqueja a la región, algunos analistas y periodistas tacharon el encuentro de “fracaso”, “humillación” y “decepción”.
La ausencia de Cuba, Nicaragua y Venezuela marcó fuertemente la cumbre, incluso antes de su inicio, teniendo en cuenta que la migración fue considerada como un tema central dentro de ella. “Su partido es muy cauto porque puede perder su poder en las próximas elecciones del Congreso, por lo que invitar a Cuba y a Venezuela significaba plantear un desafío fuerte en estados sensibles”, afirmó a El Espectador Rafael Piñeros, profesor de relaciones internacionales en la Universidad del Externado, en junio pasado. “Aunque Estados Unidos forma parte del hemisferio y tiene distintos foros multilaterales para trabajar temas con los países latinoamericanos, como la Cumbre de las Américas y la OEA, su relación sigue siendo tensa, excesivamente politizada”, agregó.
Para Arlene Tickner, de la Universidad del Rosario, citada en el artículo “Ángeles” y “demonios”: la región mostró todas sus grietas en la cumbre de Biden, el presidente estadounidense “ha sido rehén de la extrema derecha latina en el Congreso y del senador Robert Menéndez, demócrata solo en nombre, quien preside el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. De ahí la decisión torpe de centrar la cumbre en las credenciales democráticas de los asistentes y no en los desafíos que enfrenta el hemisferio, lo cual ilustra que la tentativa de retornar a estrategias menos ideologizadas y más pragmáticas no se ha concretado”.
En resumen, la politización de la Cumbre de las Américas impidió que se diera un mejor encuentro regional, sumado a que la sociedad civil tuvo menos peso en las reuniones y que su participación se enfrentó a unas barreras burocráticas que dificultaron su inscripción. El evento en Los Ángeles también mostró las grietas en el multilateralismo de la región, lo cual obliga a la Organización de Estados Americanos (OEA) y a los otros foros a llegar con objetivos más claros en la agenda para próximas ocasiones.
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