Más de 50 países ya alistan estrategias de negociación frente a los nuevos aranceles impuestos por el gobierno de Donald Trump a las importaciones. Colombia, al que le fue asignada una tasa del 10 %, aún no ha logrado sentarse a negociar directamente con la Casa Blanca.
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Para algunos, la decisión del presidente Trump es una catástrofe en potencia que amenaza sectores estratégicos como el agrícola y el industrial. Para otros, es la oportunidad que Colombia necesitaba para diversificar de forma real sus socios comerciales y abrirse paso en mercados menos tradicionales.
Meses antes del llamado “Día de la Liberación”, el 2 de abril, el gobierno colombiano empezó a pensar en soluciones o maneras de manejar una situación de este tipo, con estrategias de diversificación de mercados. En la actualidad, las exportaciones a EE. UU. representan un 30 % del total nacional, según el gobierno.
Colombia ya ha comenzado a desplegar una ofensiva diplomática y comercial hacia regiones como Europa, Asia y América Latina. Incluso el presidente Gustavo Petro visitó el Medio Oriente recientemente para relacionarse con medidas de exportación de recursos naturales como el agua.
“Colombia continúa afianzando su relación con actores estratégicos extrarregionales para una proyección plural”, indicaron el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, en un comunicado conjunto del viernes pasado. Además, según la Cancillería, la instrucción es “intensificar la diversidad de la agenda tanto diplomática como comercial”.
El viceministro de Relaciones Exteriores, Daniel Ávila, dijo en diálogo con El Espectador que “tenemos reuniones con el sector privado, con los gremios y entre ministerios para mirar de forma conjunta cuáles son los mejores escenarios para Colombia”, y agregó que, aunque no hay aún un proceso de negociación directo con Washington, la comunicación diplomática se mantiene activa y constante.
Pero, ¿es suficiente esta estrategia para contrarrestar el impacto de una ruptura comercial con Estados Unidos? ¿Cuál debería ser el verdadero plan de Colombia para evitar quedarse atrás en la reconfiguración del comercio global?
El presidente Gustavo Petro compartió en su cuenta de X su perspectiva frente a los aranceles. “Nuestro objetivo es que Colombia se industrialice en las formas que nuestro siglo XXI impone: industrialización descarbonizada y basada en desarrollo digital avanzado (..) el gobierno estadounidense cree ahora, que subiendo aranceles a sus importaciones en general, pueda aumentar su propia producción, riqueza y empleo; en mi opinión, puede ser un gran error. Nosotros bajamos aranceles a lo que permita desarrollos industriales más avanzados en Colombia y, elevamos aranceles a lo que nos impida producciones avanzadas o estratégicas en el país”, dijo Petro.
Colombia en búsqueda de su diversificación de mercados
Para Dorian Kantor, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Javeriana, el impacto de los aranceles va más allá de lo que ocurra con las exportaciones colombianas.
“También es importante destacar que los aranceles impuestos por el gobierno de Trump no los absorberán los países exportadores, sino que serán trasladados a los consumidores estadounidenses en forma de precios más altos”, explicó el analista.
A esto se suma, según él, la incertidumbre en el panorama económico estadounidense, lo que podría reducir su volumen de importaciones desde países como Colombia, en especial en sectores sensibles al precio.
Kantor plantea que la respuesta de Colombia debe tener varios frentes. El primero es diplomático: aunque la medida fue generalizada, Estados Unidos podría estar dispuesto a revisar caso por caso, sobre todo en sectores donde depende fuertemente de un solo proveedor.
“No es realista pensar que EE. UU. pueda reemplazar rápidamente la oferta colombiana de café suave arábigo (su especialidad) con producción local o con importaciones de países como Vietnam”, afirmó. Ese margen de dependencia, en su opinión, debe usarse a favor en la mesa de negociación.
Por otro lado, el decano de Economía de la Universidad de los Andes, Hernando Zuleta, dice que diversificar los destinos de exportación es la medida más grande a considerar. Comenta que Colombia debería “acercarse a socios comerciales de Estados Unidos que tengan una matriz productiva similar” y que podrían verse afectados también por los aranceles. Además, aconseja observar qué tipo de estrategias están desarrollando países con características similares a las de Colombia para no actuar de manera aislada.
Zuleta también advierte que Colombia debe prepararse para una negociación más amplia. “Hay que estar preparados para terminar negociando lateralmente con otras cosas, como la lucha contra las drogas”, señaló, aludiendo a que las conversaciones con Washington podrían ir más allá del comercio y tocar asuntos de cooperación bilateral.
¿Negociar o adaptarse?
Por su parte, Felipe Campos, gerente de estrategia e inversión de Alianza Fiduciaria, ofrece una mirada más escéptica sobre las posibilidades reales de Colombia para negociar directamente la eliminación del arancel.
“Yo no estoy seguro de que haya un espacio de negociación para llevar el arancel al cero”, advierte. Según Campos, hay dos tipos de países afectados: aquellos que, como Colombia, tienen déficit comercial con EE. UU. y aun así recibieron el arancel del 10 %, y otros que enfrentan aranceles recíprocos “absolutamente insostenibles”. En su análisis, la eliminación del arancel base sería muy difícil sin hacer concesiones costosas.
“Si llega a ser eliminada, por lo que ha manifestado Donald Trump, hay que ofrecer mucho, hacer unas ofertas muy atractivas para él, y no tiene sentido porque ya tienen superávit comercial con nosotros”, concluye. En lugar de insistir en una negociación que parece lejana, el economista sugiere enfocarse en entender que “la cancha queda desbalanceada en contra del resto de países, no en contra de nosotros”, agregó.
En ese sentido, Campos cree que Colombia puede verse beneficiada frente a competidores castigados con aranceles más altos. “Vamos a tener cierta ventaja comparativa. No con Latinoamérica, vamos a estar en las mismas condiciones que estábamos antes, pero sí con países como Vietnam en café o los Países Bajos en flores”.
Por eso, sostiene que la reacción del Gobierno debería ser estratégica: “Más allá de tratar de quitarse este 10 %, que es muy difícil y costaría mucho, es buscar con este 10 % dónde están las ventajas comparativas para el caso de Estados Unidos y, por supuesto, lateralmente trabajar en crear otros mercados. Eso no es una decisión que dure meses, eso toma años”.
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