Nicolás Maduro está en pie de guerra. Reacciona sin pensar en las consecuencias cada vez que un país toma medidas contra su gobierno. Esta vez el objeto de su ira es la embajadora de la Unión Europea en Caracas, Isabel Brilhante Pedrosa, a quien le dio 72 horas (a partir del domingo) para dejar Venezuela.
La razón de la furia de Maduro contra la Unión Europea (UE) fue el anuncio de nuevas sanciones contra 11 venezolanos por acciones en contra de la oposición venezolana. Esas nuevas sanciones se suman a las 25 que la UE ya había impuesto a otros funcionarios; los sancionados quedan inhabilitados para viajar a los países miembros de la Unión Europea y además congela sus activos. Entre los sancionados figura el diputado Luis Parra, quien disputa la presidencia del Parlamento de mayoría opositora a Juan Guaidó luego de romper con él.
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La Unión Europea aplica sanciones contra Venezuela desde 2017, cuando impuso también un embargo de armas. Aunque la Unión Europea (UE) llamó al gobierno de Nicolás Maduro a reconsiderar la decisión advirtió que aplicará reciprocidad en este caso y convocó a la embajadora de Venezuela ante la UE, Claudia Salerno. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, en nombre de la UE, lamentó el aislamiento internacional al que Maduro somete al país.
Relaciones rotas
Desde hace años, Venezuela ha ido rompiendo relaciones con los países con los que tiene diferencias; la diplomacia ha sido la gran ausente. Estos son los países con los que el chavismo ha roto lazos diplomáticos.
Una de las primeras rupturas se dio con Israel; Caracas rompió relaciones en 2009 con el gobierno israelí por “las atrocidades cometidas contra el pueblo palestino”.
Con Honduras las relaciones han sido difíciles también desde 2009 cuando el presidente interino Roberto Michelleti, quien asumió el poder después del golpe contra Manuel Zelaya, expulsó al personal diplomático de Venezuela del país. El año pasado el gobierno retiró al encargado de negocios en Caracas y reconoció a Juan Guaidó como presidente.
En 2014, Maduro anunció que rompía relaciones “diplomáticas y políticas con Panamá” por la “conspiración entre el canciller panameño y el embajador de ese país en Washington”. El comercio también se vio afectado. Hoy ese país es uno de los 60 que no reconoce al gobierno chavista.
Con Colombia la historia ha sido un ir y venir de insultos, amenazas, cierres de frontera y la ruptura total que se dio finalmente en 2019, cuando el gobierno colombiano reconoció a Juan Guaidó como presidente del país.
Estados Unidos también forma parte de países non gratos para el chavismo. Los dos países no tienen embajadores desde 2015, cuando Washington impuso sanciones contra varios funcionarios del gobierno de Maduro; pero fue en 2017 las relaciones empeoraron, tras la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, que varios países declararon ilegítima; En 2019, Maduro acusa a Washington de estar detrás de un golpe de Estado y el 22 de enero rompe relaciones.
Mientras Evo Morales estuvo en el poder, las relaciones con Venezuela siempre fueron claves y Evo fue un aliado de Maduro; tras su caída en noviembre de 2019, la nueva Presidenta decidió romper las relaciones con Venezuela.
Con Paraguay, el 10 de enero de 2019, el mandatario Mario Abdo Benítez anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Venezuela y el cierre de su embajada en Caracas y tildó de ilegítimo el “régimen de Maduro”, quien se posesionaba para un segundo periodo presidencial.
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Cuando Maduro fue canciller
Que Venezuela esté aislada le importa poco y nada a Nicolás Maduro, quien durante seis años (2006-2012) fue el ministro de Relaciones Exteriores de Hugo Chávez, una ficha clave que le ayudó a ampliar su influencia con varios países.
Gracias a la petrodiplomacia, la dupla chavista ganó muchos apoyos para la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), creó Unasur (Unión de Naciones Suramericanas, hoy convertida en Prosur), compró apoyos de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), además ganó su ingreso al Mercosur y logró que la mayoría de países de la Organización de Estados Americanos (OEA) respaldaran la visión venezolana. Hoy ese apoyo está en mínimos históricos y además más de 60 países desconocen el gobierno de Maduro.
Fue ese papel conciliador el que inclinó la balanza frente a otros candidatos para convertirse en el heredero político del presidente enfermo. “Es un revolucionario a carta cabal, de gran experiencia a pesar de su juventud, gran dedicación al trabajo, gran capacidad para la conducción de grupos y un don de gentes”, decía Hugo Chávez de su canciller. Pero Maduro ha cambiado y está en pie de guerra no sólo contra la oposición sino contra medio mundo.