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¿Democracia o casino? El peligroso auge de las apuestas electorales en EE. UU.

Apostar por elecciones, guerras o deportaciones ya es un negocio millonario en EE. UU., y cuenta con el aval de Trump, quien ya tiene su propia aplicación.

Camilo Gómez Forero

29 de diciembre de 2025 - 11:51 a. m.
El presidente Donald Trump ha facilitado las apuestas de eventos políticos en Estados Unidos.
Foto: AFP | El Espectador - AFP | El Espectador
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Durante años, apostar por quién ganaría en unas elecciones en Estados Unidos fue una línea roja debido a las regulaciones federales. Sin embargo, esa frontera se ha desdibujado rápidamente tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Según reportó la NPR, las aplicaciones de “mercados de predicción”, las cuales permiten poner dinero sobre el resultado de elecciones, guerras o decisiones políticas, están viviendo un auge sin precedentes. Estas son básicamente apuestas con un nombre más elegante.

Los mercados de predicción, o “prediction markets”, funcionan como una especie de bolsa paralela, pero en lugar de comprar acciones de empresas, los usuarios compran contratos que pagan si ocurre un evento específico. ¿Quién ganará una elección? ¿Qué partido controlará el Congreso? ¿Cuántas personas serán deportadas en los próximos meses? Todo puede convertirse en una apuesta.

Las plataformas más grandes del sector, como Kalshi y Polymarket, están procesando miles de millones de dólares en transacciones cada semana. Durante el gobierno de Joe Biden, los reguladores lanzaron una ofensiva agresiva contra este tipo de aplicaciones, intentando prohibir las apuestas electorales y deportivas. Polymarket, uno de los actores más grandes del sector, tuvo que cerrar sus operaciones en Estados Unidos en 2022, y su CEO fue incluso objeto de un allanamiento del FBI el año pasado, según la NPR.

Pero ese panorama cambió drásticamente con Trump. La Casa Blanca abandonó las batallas legales heredadas de la era Biden y, en la práctica, abrió la puerta a la expansión del negocio. Kalshi, principal competidor de Polymarket, se convirtió en uno de los grandes ganadores: su valoración se ha duplicado en pocos meses y ha atraído miles de millones de dólares en inversiones. Donald Trump Jr., el hijo mayor del presidente, se sumó a la empresa como asesor estratégico, una señal clara del nuevo respaldo político.

El argumento central de estas plataformas es que no son casas de “apuestas tradicionales”. Los empresarios detrás de estos mercados aseguran que no hay un “casino” que gana cuando el usuario pierde, sino mercados donde los propios usuarios apuestan entre sí. Kalshi se define como un mercado de “contratos de eventos”, regulado por la Comisión de Comercio de Futuros de Materias Primas (CFTC), una agencia mucho más pequeña que la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC).

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“El producto que ofrece Kalshi es muy diferente al que ofrecen las casas de apuestas deportivas y casinos regulados por el estado a sus clientes. Confiamos en nuestros argumentos legales”, señaló Elisabeth Diana, portavoz de Kalshi.

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Sin embargo, esa distinción está siendo cuestionada. La NPR detalló que Kalshi trabaja con grandes fondos de inversión, como Susquehanna International Group, que actúan como “market makers”, es decir, garantizan liquidez para que siempre haya alguien al otro lado de la apuesta. Una demanda colectiva presentada en noviembre en Nueva York sostiene que este esquema no es muy distinto al de una casa de apuestas tradicional, ya que las líneas de precios no surgen de forma espontánea, sino que están estructuradas para beneficiar al sistema.

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Más allá del debate legal, el auge de estos mercados ha encendido alarmas éticas y políticas. Una de las grandes preocupaciones es el tráfico de información privilegiada. Según la NPR, un usuario anónimo de Polymarket ganó USD 1 millón en 24 horas después de predecir correctamente 22 de los 23 términos más buscados de Google para 2025. Esto llevó a otros operadores del mercado de predicciones, o jugadores, a preguntarse si el operador tenía acceso a información interna de la empresa antes de que se hiciera pública.

John Herrman, columnista de tecnología de la New York Magazine, describe estos mercados como profundamente inquietantes porque convierten decisiones colectivas y procesos democráticos en activos financieros.

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“Transforman a los ciudadanos en especuladores más que en votantes”, advirtió en conversación con Noel King de Vox.

El riesgo no es solo simbólico. Los críticos temen que grandes actores con mucho dinero puedan manipular los mercados apostando sumas enormes para inflar artificialmente la percepción de que un candidato va ganando. Eso podría influir en la cobertura mediática, en la narrativa pública e incluso en el comportamiento de los votantes.

La NPR recuerda que en octubre de 2024, las probabilidades de victoria de Trump se dispararon en Polymarket tras la entrada de unos 30 millones de dólares de origen desconocido, lo que llevó a expertos a alertar sobre una posible manipulación extranjera.

Las plataformas rechazan estas críticas. Kalshi sostiene que sus mercados son difíciles de manipular porque están dominados por “traders informados” y que cuentan con sistemas internos para detectar abuso de información privilegiada. Sin embargo, no todos están convencidos.

El profesor Karl Lockhart, citado por NPR, sostiene que la diferencia entre estos mercados y el juego tradicional es más semántica que real, y que el modelo puede explotar a personas vulnerables, especialmente en contextos de precariedad económica.

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Herrman recuerda que, en teoría, un mercado de predicción mal diseñado podría generar incentivos perversos extremos: desde manipular información hasta provocar eventos para ganar una apuesta. Aunque las plataformas prohíben explícitamente ese tipo de contratos, el solo hecho de que la pregunta exista revela el dilema moral.

El trasfondo político no es menor. Trump Jr. ha defendido públicamente estos mercados y ha dicho que su familia los seguía de cerca durante la última elección presidencial, porque, según él, “acertaron antes que las encuestas”. La administración Trump, por su parte, no solo dejó de combatirlos, sino que incluso su red social Truth Social anunció su propia plataforma de apuestas, TruthPredicts.

Mientras tanto, los estados están intentando frenar la expansión. Massachusetts ya demandó a Kalshi y otros ocho estados han enviado órdenes de cese, alegando que operan como casas de apuestas ilegales. La batalla legal apenas comienza.

¿Qué opina de esto? ¿Cree que se está mercantilizando la democracia? Como advierte Herman en Vox, quizá el mayor riesgo no sea que la gente pierda dinero, sino que pierda algo más difícil de recuperar: la confianza en los procesos políticos.

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