Yaron Lischinsky y Sarah Milgrim iban a comprometerse en matrimonio la próxima semana en Jerusalén. Al menos ese era el plan que él tenía, según reveló el embajador israelí en Estados Unidos, Yechiel Leiter, tras el asesinato de la pareja en Washington, a las afueras del Museo Judío. “Palestina libre” fue el grito que se le escuchó dar a la persona sospechosa del crimen, que fue arrestada y cuyo acto fue catalogado como una expresión de antisemitismo. Las denuncias de odio contra los judíos se han exacerbado en el año y medio que lleva el asedio israelí en la Franja de Gaza, donde hay una crisis humanitaria extrema, se cuentan más de 50.000 víctimas mortales, prácticamente la totalidad de los palestinos están desplazados forzosamente y hay alertas de hambruna extrema.
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El doble homicidio ocurrido en la capital estadounidense fue calificado por el FBI como un acto de terror dirigido “a los valores fundamentales del país”. A la par, el mandatario republicano, Donald Trump, escribió en redes sociales: “Estos horribles ataques, basados claramente en el antisemitismo, deben acabar ahora. El odio y el radicalismo no tienen cabida aquí”. Un mensaje similar fue divulgado por la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, quien aseguró que este problema “debe ser confrontado y erradicado en todas partes”.
El tema es preocupante, sobre todo si se tiene en cuenta que el 33 % de los judíos estadounidenses han sido blanco de ataques, presenciales o virtuales, según lo reveló el informe “Estado del Antisemitismo en Estados Unidos 2024”, publicado en febrero de este año, que también indicó que el 56 % de ellos han cambiado su comportamiento por esa razón. Esas cifras las reforzó el FBI, que en septiembre reveló que los crímenes de odio contra esta población aumentaron en un 63 % desde hace dos años, cuando Hamás atacó a Israel, dejando casi 1.200 personas muertas y 250 secuestradas.
El docente de la Universidad de Washington, Mark Oppenheimer, citado por la revista Time, comentó que ha habido un fuerte aumento de este tipo de violencia: “No debería sorprendernos que, en un clima donde se normalizan todo tipo de odio y acoso, a la larga eso se convierta en violencia mortal”, como sucedió con Lischinsky y Milgrim. Y es que el país norteamericano ha sido escenario de incidentes de acoso verbal o escrito contra los judíos, además de vandalismo y agresión física. Los estados de California, Nueva York, Nueva Jersey y Florida han sido los sitios donde más casos se han registrado.
La reacción de Israel y el uso de la palabra antisemitismo en su discurso oficial
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, reaccionó al doble homicidio de los funcionarios de la Embajada en Washington diciendo que estaba “conmocionado por el horrible asesinato antisemita”. En su declaración añadió: “Estamos presenciando el terrible precio del antisemitismo y la incitación desenfrenada contra el Estado de Israel (...). Eso nos está costando sangre y debemos combatirlo sin descanso”. En esa misma línea se pronunció el presidente Isaac Herzog, quien aseveró que “Estados Unidos e Israel se mantendrán unidos en defensa de nuestro pueblo y nuestros valores compartidos. El terrorismo y el odio no nos doblegarán”.
Ahora, el abogado de derechos humanos y exasesor de Human Rights Watch, Reed Brody, le comentó al diario español El País que son “Israel y Trump quienes están generando antisemitismo”. En una entrevista que le concedió recientemente a dicho medio, este descendiente de un húngaro que sobrevivió a los campos de trabajo en Alemania dijo: “Como judío, tengo la responsabilidad de denunciar no solo lo que hace Israel, sino también la utilización política del verdadero concepto de antisemitismo. Trump lo ha utilizado como excusa para ahogar las universidades, y nos han convertido en pretexto para acabar con la libertad académica, la libertad de expresión, la de prensa”.
Otros también se han referido a eso y han identificado como tendencia el hecho de equiparar las críticas a Israel o al sionismo con el antisemitismo, como lo ha hecho la administración estadounidense en estos más de tres meses de funciones. Algunos de los críticos son los senadores Chuck Schumer, líder de la minoría del Senado, y Jacky Rosen, Richard Blumenthal, Adam Schiff y Brian Schatz, quienes acusaron en una carta a la administración de utilizar “una crisis real como pretexto para atacar a personas e instituciones que no están de acuerdo con usted”.
De hecho, la orden ejecutiva conocida como “Medidas Adicionales para Combatir el Antisemitismo” marcó una peligrosa escalada en ello, pues les ordenó a múltiples agencias federales “procesar, destituir o, de otro modo, exigir responsabilidades a los autores de acoso y violencia antisemita”. A esto le siguió la presión sobre la Universidad de Columbia, que terminó cediendo a sus exigencias de cambiar sus políticas, pues de no hacerlo corría el riesgo de perder US$400 millones de fondos federales. En medio de ello también ocurrió el arresto de Mahmoud Khalil, un residente permanente palestino y organizador estudiantil, que fue detenido por el Departamento de Seguridad Nacional y quiere ser deportado por el Gobierno.
Tras el asesinato de Lischinsky y Milgrim, el Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó al único sospechoso de dos cargos de asesinato en primer grado. Se trata de Elías Rodríguez, de 30 años, proveniente de Chicago, quien el miércoles por la noche escribió en la red social X: “Tras un acto, la gente busca un texto que determine su significado, así que aquí va un intento. Las atrocidades cometidas por los israelíes contra Palestina son indescriptibles y cuantificables”. Lo que se sabe es que él se acercó a un grupo de personas que salía del Museo Judío y abrió fuego contra ellos. Él no estaba en ninguna lista de vigilancia de seguridad y no existían mayores amenazas de seguridad antes del tiroteo.
¿Quiénes eran Yaron Lischinsky y Sarah Milgrim?
Los dos jóvenes que fueron asesinados en la noche del miércoles en Washington eran empleados de la Embajada de Israel en Estados Unidos. Al parecer, tenían la intención de contraer matrimonio. Tal Naim Cohen, portavoz del recinto diplomático, escribió en redes sociales: “No hay palabras para describir la angustia y el dolor (...). En lugar de acompañarlos al altar, los acompañamos a sus tumbas. ¡Qué pérdida tan insoportable!”.
De Lischinsky se sabe que creció en Núremberg, Alemania, pero que se mudó a Israel a los 16 años. De hecho, el embajador israelí en el país europeo escribió que “era un cristiano, un verdadero amante de Israel. Sirvió en las Fuerzas de Defensa y eligió dedicar su vida al Estado israelí y a la causa sionista”. La Sociedad Germano-Israelí lo describió, además, como “una persona abierta, inteligente y profundamente comprometida, cuyo interés en las relaciones germano-israelíes y la promoción de la coexistencia pacífica en el Medio Oriente se irradiaba a todos los que lo rodeaban”.
De Milgrim se sabe que organizó visitas y misiones a Israel, además de que fue voluntaria en Tech2Peace, un grupo de apoyo que capacita a jóvenes palestinos e israelíes y promueve el diálogo entre ellos. La organización aseguró que ella, que creció en Overland Park, un suburbio de Kansas, fue alguien que “unió a la gente con empatía y propósito”. Su papá, en declaraciones al periódico The New York Times, aseguró: “Ya lo sabía prácticamente. Esperaba estar equivocado (...). Lo irónico es que estábamos preocupados por la seguridad de nuestra hija en Israel, pero fue asesinada tres días antes de ir”.
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