Ecuador terminó este domingo una tensa jornada electoral para designar presidente y congresistas en medio de un gran despliegue de militares por el reciente asesinato de un candidato presidencial y la violencia de bandas narco. Los aspirantes votaron protegidos por inéditos esquemas de seguridad, chalecos y cascos antibalas, en medio de un estado de excepción desde el magnicidio del presidenciable Fernando Villavicencio el 9 de agosto.
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Con el más del 80% de los votos escrutados, lleva la ventaja Luisa González (33%), de 45 años, delfín del exmandatario socialista Rafael Correa (2007-2017) y única candidata mujer. Le sigue el derechista Daniel Noboa (24%), de 35 años, el hijo menor de un magnate que en cinco ocasiones buscó el poder en Ecuador.
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Con una normalidad que ya parece inusual en el país transcurrieron las elecciones este domingo. Tanto el Consejo Nacional Electoral (CNE) como la misión de observación de la OEA reportaron una jornada sin incidentes, salvo por algunas fallas detectadas en el sistema de voto telemático en el exterior.
Entre las voces que denunciaron estas fallas estuvo desde muy temprano la de la candidata Luisa González: “Irregularidades en el voto telemático en el exterior. 1) mensaje del sistema diciendo que no se registró el sufragio. 2) E-mail diciendo lo contrario. Exigimos transparencia”, expresó en su cuenta de Twitter (ahora X).
Al mediodía, Diana Atamaint, presidenta del CNE, informó que “las dificultades” habían sido superadas, pero que “el personal técnico” seguía “asistiendo vía telefónica directa a quienes hacen sus requerimientos al CNE”. Sin embargo, después del cierre de las urnas, a las 5:00 p. m., la misma Atamaint informó en rueda de prensa que las dificultades obedecían a ataques cibernéticos.
“De acuerdo con los informes preliminares, la plataforma de voto telemático sufrió ataques que afectaron la fluidez del acceso a la votación. Hacemos énfasis en que los votos no han sido vulnerados. Detectamos que estos ataques provienen de India, Bangladés, Pakistán, Rusia, Ucrania, Indonesia y China”, afirmó Atamaint. Al respecto, el candidato Otto Sonnenholzner manifestó preocupación, cuestionando la robustez de la seguridad del CNE, con énfasis en el flujo de votos locales.
“Si el CNE no resistió un ataque pirata, ¿qué nos garantiza que resista a nivel nacional? Necesitamos documentar adecuadamente todas y cada una de las actas. Ante el incidente que afectó el proceso internacional, saltan alarmas y queda preocupación”, afirmó el candidato desde su sede de campaña. En total, a las urnas, que abrieron a las 7 a.m. y cerraran a las 5 p.m., estuvieron llamados a votar más de 13,4 millones de ecuatorianos. Según e CNE, la participación estuvo dentro de los márgenes de votaciones pasadas, por encima del 82,26 %.
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Es preciso recordar que estas elecciones generales son extraordinarias, más no anticipadas, pues el objetivo es que los elegidos completen el período 2021-2025, tras la “muerte cruzada” invocada por el presidente Guillermo Lasso en mayo pasado, justo cuando la Asamblea Nacional votaría la destitución del primer mandatario. Con esta figura, el presidente disolvió la Asamblea nacional, pero también puso fecha de caducidad a su propio mandato, pues él también está obligado a dejar su cargo.
Ecuador acudió a las urnas en medio de un estado de excepción decretado por el gobierno de Lasso como un intento (fallido, según muchos analistas) para tratar de conjurar la peor crisis de seguridad en su historia. La situación se ha agravado desde el magnicidio del candidato Fernando Villavicencio, ocurrido el pasado 9 de agosto, a la salida de un mitin político en la capital, Quito. Aunque por estos hechos fueron detenidos seis colombianos (un séptimo sospechoso murió en un intercambio de disparos ese mismo miércoles), aún no se sabe con certeza quién ordenó el asesinato. Los días previos a las elecciones también estuvieron empañados por incidentes de seguridad, como el atentado contra el candidato Daniel Noboa, que él mismo denunció, pero que las autoridades descartaron que estuviera dirigido a él, o la balacera que este fin de semana también presenció Sonnenholzner y por la que pidió abrir una investigación.
Todo esto sucede semanas después de que no solo fuera asesinado el candidato Villavicencio, que figuraba entre el segundo y cuarto puesto en las encuestas, sino también Agustín Intriago, alcalde de Manta (por el que la semana pasada fueron detenidas tres personas); Pedro Briones, dirigente correísta en Esmeraldas, y Rider Sánchez, aspirante a la Asamblea. Ecuador recientemente ha ocupado las primeras planas de la prensa internacional por haber pasado, en cuestión de meses, de ser considerado uno de los países más tranquilos de la región, con una tasa de homicidios que en 2018 rondaba los cinco por cada 100.000 habitantes, a un Estado fallido, agobiado por el crimen organizado y el narcotráfico, con una tasa cercana a los 26 asesinatos por cada 100.000 habitantes actualmente.
Luisa González, con un discurso progresista, mostrándose afín al legado del expresidente Rafael Correa, venía punteando en las encuestas en los días previos a la elección. Pero al mismo tiempo, con crímenes como el asesinato de Villavicencio, la preocupación por la seguridad empezó a escalar en la contienda electoral.
De hecho, como le dijo a este diario Luis Cardozo, director del programa de investigación Orden, Conflicto y Violencia de la Universidad Central de Ecuador, “estos comicios están viciados desde el punto de vista del consentimiento libre y democrático de una población que está aterrorizada”.
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En este contexto, algunos analistas anticipaban una segunda vuelta en la que habría prioridades casi contrapuestas. “Será un balotaje entre dos proyectos incompatibles: de un lado, la vuelta por el Estado de bienestar, que ve en la inversión social el mejor antídoto para la delincuencia; de otro, el discurso policivo basado en la recuperación de la autoridad entendida exclusivamente en términos de monopolio de la fuerza”, escribió el profesor Mauricio Jaramillo para este diario.
“Quien gobierne lo hará por un período corto, hasta 2025, fecha en la cual podrá presentarse a renovar su mandato. Nada parece fácil en este Ecuador ingobernable, esta vez por cuenta de la inseguridad y ya no de la caída abrupta de presidentes”, concluyó.
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