EE.UU., sus contradicciones y su dolor por Manhattan

La historia se repite una y otra vez. Cambian los rostros de las víctimas. Los ataques de lobos solitarios, inspirados en el Estado Islámico, son los eternos protagonistas de las noticias en ese país. La respuesta del gobierno es el control migratorio.

redacción internacional
02 de noviembre de 2017 - 06:09 a. m.
Las autoridades estadounidenses exhibieron el rostro de Sayfullo Saipov, a quien encontraron responsable de la masacre en Manhattan. / AP
Las autoridades estadounidenses exhibieron el rostro de Sayfullo Saipov, a quien encontraron responsable de la masacre en Manhattan. / AP
Foto: AP - Craig Ruttle

Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, Nueva York no había sufrido tanto. El martes, un hombre de 29 años lanzó un camión contra las personas que circulaban por un carril de bicicletas. Murieron 8 y otras 11 resultaron heridas en el barrio Tribeca, en Manhattan. Cinco turistas argentinos, que viajaron a la capital del mundo para celebrar un encuentro de exalumnos, murieron en el atentado.

Resultó ser, en esta oportunidad, que el responsable de la masacre nació en Uzbekistán, llegó a Estados Unidos en el 2010 y trabajaba en La Gran Manzana como conductor de Uber. Su nombre es Sayfullo Habibullaevic Saipov y era un residente legal.

Al bajarse del auto, corrió con dos armas de mentiras: una de paintball y la otra de balas de salva. Un agente de la Policía de Nueva York le disparó en el abdomen. Ahora está bajo custodia de la policía y todo parece indicar que su estado de salud mejora con el pasar del tiempo.

Uber publicó un comunicado en donde aseguraba que la compañía estaba “horrorizada” por el ataque y que Saipov había pasado la revisión de la empresa para contratarlo. Aunque se conoce muy poco de él, las autoridades encontraron que tenía dos infracciones de tránsito.

Al bajarse del camión, gritó: “Alá es grande” y, de acuerdo con informaciones posteriores, habría dejado una nota en el auto jurando lealtad al Estado Islámico.

Por eso, el presidente Donald Trump tuvo oportunidad de justificar su restrictiva política migratoria. Aseguró que no era el momento de ser “políticamente correcto”. Y aprovechó para lanzar culpas. Acusó al demócrata Chuck Schumer, líder de su partido en el Senado. Anotó: “Vamos a detener esa locura”.

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“Acabo de ordenar a (el Departamento de) Seguridad Nacional que endurezca nuestro programa de vetos, ya de por sí extremo. Ser políticamente correcto esta bien, ¡pero no para esto!”, dijo, y agregó que endurecería las posibilidades que les permiten a miles de extranjeros ingresar a su país.

A través de Twitter, el medio de comunicación favorito del mandatario, exestrella de reality show y creador de un emporio económico que lleva su nombre, presentó la información que medios como ABC reportaron horas atrás: Saipov había logrado su permiso de residencia a través de un programa de lotería de visados al que tienen acceso las naciones que no tienen muchos inmigrantes viviendo en Estados Unidos.

La idea detrás de la reforma migratoria que Trump le presentó al Congreso hace un mes, es crear una política basada en el “mérito”. Solo aquel que se lo merece, es digno de entrar a su país y si quieren obtener su “green card” o permiso de residencia, tendrán que acumular puntos. Esto incluiría limitaciones para las parejas y los hijos menores de edad de quienes ya viven en Estados Unidos.

Trump también se mostró solidario con un proyecto de ley presentado por dos miembros de su partido, que tiene como objetivo reducir a la mitad el número de inmigrantes legales en la próxima década.

Además, el presidente estadounidense hizo campaña contra la candidata demócrata Hillary Clinton, prometiendo construir un muro en la frontera con México, pues, según él, la mayoría de los inmigrantes de ese país son “violadores” y “narcotraficantes. No era la primera vez que lo hacía. En el 2015, cuando el director mexicano Alejandro González Iñárritu recibió el Óscar por su película Birdman, Trump escribió en Twitter: “México tuvo una gran noche en los Óscar. Y cómo no, si están acostumbrados a arrebatarnos lo nuestro más que ninguna otra nación".

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Y aunque el presidente mexicano Enrique Peña Nieto ha sido enfático al asegurar que México no pagará por el mencionado muro, Trump se sostiene en su primera declaración al respecto, en mayo de 2015, en Carolina del Sur: “México no se aprovechará más de nosotros. No tendrán más la frontera abierta. El más grande constructor del mundo soy yo y les voy a construir el muro más grande que jamás hayan visto. Y adivinen quién lo va a pagar: México”.

El doble rasero de Trump

Empezando su mandato, Trump firmó un veto contra las personas provenientes de siete países musulmanes, quienes desde finales de enero de este año tienen vedado su ingreso al país. “Numerosos individuos nacidos en el extranjero han sido condenados o implicados en delitos relacionados con el terrorismo desde el 11 de septiembre de 2001”, anotó Trump en ese momento.

Los siete países escogidos por el mandatario, aunque aclaró que la lista podría aumentar en el futuro, fueron Siria, Irak, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen, todas naciones donde predomina la religión musulmana.

“Es interesante que, de los siete países en la lista, no hay un historial de alguien llevando a cabo un ataque en EE.UU. y que en los países que no están listados, haya (en cambio) una historia de gente de esas áreas llevando a cabo un ataque mortal”, le dijo a BBC Ibrahim Cooper, director de comunicación en el Consejo de Relaciones Americano-Islámicas, quien se encargó de presentar una demanda contra la orden de Trump.

Paradójicamente, en esa orden, Trump dejó por fuera a Arabia Saudita y Egipto, dos países de los que sí provenían algunos de los responsables de ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, vinculados Al Qaeda.

Según señala la BBC, las empresas de Trump han hecho negocios con Egipto, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, entre otros. La respuesta de Trump ante posibles acusaciones de conflicto de intereses, fue nombrar a sus hijos como los nuevos jefes de las compañías.

¿De dónde vienen los terroristas?

Desde los atentados del 11 de septiembre, los mayores responsables de atentados en Estados Unidos son estadounidenses.

Un informe publicado por The American Integration Council, un centro de estudios políticos, detallaba ya en el 2015 que solo el 1,6 % de los inmigrantes hombres entre los 18 y 39 años están encarcelados, comparado con el 3,3 % de sus pares no inmigrantes.

Según dicho informe, un mexicano entre los 18 y los 39 años, que no ha terminado el bachillerato, tiene, por ejemplo, menos posibilidades de ser encarcelado que un hombre de sus mismas características que sí haya nacido en EE.UU. La probabilidad para el mexicano es del 2,8 %, mientras para los ciudadanos estadounidenses, nacidos en ese país, es del 10,7 %. En general, sin importar el estado migratorio, los inmigrantes en Estados Unidos cometen menos crímenes que los locales.

En ciudades famosas por su alto flujo de inmigrantes, como Miami en Florida o San Diego en California, la tendencia se sostiene.

Un estudio más reciente, elaborado por el Instituto Caro el año pasado, señaló que la posibilidad de que un estadounidense muera a causa de un atentado perpetrado por un extranjero es una en 3,5 millones. Y la probabilidad de que un estadounidense muera por un ataque de un refugiado es una entre 3,6 millones. Además, los estadounidenses tienen 253 posibilidades más de morir en homicidio común, que en un ataque planeado por un terrorista.

Hay muchos ejemplos de estadounidenses perpetrando actos violentos contra otros ciudadanos y de manera masiva. El más reciente sucedió el pasado 1° de octubre, cuando Stephen Paddock, un hombre blanco jubilado de 64 años, disparó, desde su habitación de hotel contra una multitud de asistentes a un concierto de rock. Fue el peor tiroteo masivo en la historia moderna de Estados Unidos: 58 personas murieron esa noche y medio millar resultaron heridas.

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No ha sido el único. En diciembre pasado, por ejemplo, un hombre empezó a disparar en una pizzería porque creía que existía una teoría conspirativa que escondía una red de prostitución infantil. En junio de 2015, un hombre que defendía la supremacía blanca, entró en la iglesia de Charleston, en Carolina del Sur y mató nueve personas. En el 2012, un veterano de las fuerzas armadas les disparó a seis personas en una iglesia del sijismo, religión fundada en la India.

Y así sucesivamente.

Por redacción internacional

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