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En septiembre de 2021 se conoció que el primer ministro de Haití, Ariel Henry, sostuvo dos conversaciones con Félix Badio, exdirector de la Unidad Anticorrupción y uno de los presuntos sospechosos de haber participado en el asesinato de Jovenel Moïse. Las llamadas se realizaron el pasado 7 de julio a las 4:03 a.m., solo unas horas después de que Moïse recibiera doce impactos de bala en su residencia en Puerto Príncipe.
Dichas llamadas llevaron a que Bedford Claude, exfiscal general (que fue removido del cargo por Henry), solicitara al juez Garry Orélien, quien lleva el caso del magnicidio, incluir a la cabeza del gobierno haitiano en la investigación. Según se lee en The New York Times, tras tener acceso a unos audios y sostener entrevistas con oficiales haitianos y con un sospechoso, Badio habló con Henry antes y después del asesinato del entonces presidente, además de que dos oficiales le afirmaron al medio estadounidense que cuatro meses después de la muerte de Moïse los dos se encontraron en la residencia del primer ministro, a pesar de que Badio era prófugo de la justicia. Ahora, uno de los principales sospechosos en la investigación habla sobre la relación entre ellos dos.
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Rodolphe Jaar, empresario haitiano y exnarcotraficante, le dijo al New York Times que él ayudó a financiar el plan que culminó en el magnicidio, así como admitió que Badio le dijo que Henry sería un aliado útil después de que el presidente fuera derrocado. “Es mi buen amigo, tengo control total sobre él”, dijo Jaar a Batio sobre Henry. Después del asesinato, Jaar admitió haber permanecido en contacto con Batio, mientras que los dos esquivaban a las autoridades, escondiéndose en una casa días después del crimen.
Según le afirmó Jaar al New York Times, él pensó que el plan era remover del poder a Moïse, no asesinarlo, y no sabe en qué momento cambió todo, afirmando que se encuentra en medio de un juego político que no termina de entender. “Los conspiradores tenían la intención de tomar juramento a una ex jueza de la Corte Suprema, Windelle Coq-Thélot, como nueva presidenta. Su relato sugiere que esperaban el apoyo de elementos clave del estado haitiano, incluidas las fuerzas de seguridad, en su intento de golpe”, se lee en el periódico.
En sus declaraciones al medio estadounidense, Jaar mencionó a otro alto miembro del gobierno de Henry: el jefe de policía, Frantz Elbé. Según él, los que planearon el golpe de Estado buscaban encontrar en el funcionario el acceso al armamento necesario para su plan. Jaar argumenta que si bien el policía no les entregó las armas, no evitó la ejecución de aquel.
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“Si el gobierno de los Estados Unidos estaba involucrado, entonces era seguro”, afirmó Jaar a la hora de contar cómo terminó involucrado en el magnicidio. Según cuenta, un amigo en común lo puso en contacto con Badio, quien, junto a otras personas más, le afirmó que la operación contaba con el apoyo del país norteamericano, dado el temor que este tenía frente a los supuestos vínculos de Moïse con terroristas y narcotraficantes. Ahora bien, no ha surgido evidencia de que alguno de los sospechosos nombrados tuviera alguna conexión activa con el gobierno estadounidense, o que Estados Unidos estuviera involucrado o al tanto del complot. Lo que sí se sabe es que al menos seis ciudadanos y residentes estadounidenses son acusados por la policía haitiana de participar en él, se lee en The New York Times.
Jaar admitió haber contribuido al magnicidio con $130.000 dólares, encontrando las armas y proporcionando la casa desde la cual 21 comandos colombianos retirados partieron hacia la residencia presidencial el día del magnicidio.
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