El 10 de diciembre de 2023, Javier Milei dejó de ser un ciudadano común en Argentina y se convirtió en el presidente de la nación. El único que no parece entenderlo, comenta la periodista Gabriela Pepe, es él. Y ese es el problema más profundo dentro del escándalo que hoy sacude al libertario.
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“Una cosa es un discurso y la narrativa de ‘outsider’ y otra diferente es el lugar institucional. Milei no comprende que es un jefe de Estado. Nada de lo que dice es a título personal desde que asumió como presidente de la Nación”, escribe Pepe, enfatizando en la gravedad de esto. Siempre encuentra cómo echarle la culpa a algo más.
En efecto, Milei continúa sin tomar responsabilidad de sus acciones. El pasado viernes, el mandatario promocionó en su cuenta de X la $LIBRA, una memecoin (moneda digital que surge como un chiste, pues no cuenta base de legitimidad como las criptomonedas más usadas, como el Bitcoin, lo que las hace más volátiles que los tokens criptográficos y más vulnerables a los ataques informáticos y el fraude) que llegó a valorarse en hasta US$4.000 millones luego de esa promoción.
“Este proyecto privado se dedicará a incentivar el crecimiento de la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos”, escribió el presidente.
¿El problema con esto? Bueno, son varios. Pero el principal es que su mensaje incentivó una inversión masiva en esta moneda digital. Al ver que esta era divulgada por una figura pública, lo que generó expectativas de legitimidad y rentabilidad, la gente creyó que la $LIBRA era confiable y seguridad. Según “The Solana Post”, $LIBRA fue comprada por 74.698 personas. Pero a las pocas horas, un pequeño grupo retiró cerca del 80 % del dinero que circulaba con esta moneda y causó su desplome. Perdieron un total de US$286 millones y el 95,6 % eran pequeños inversores que habían invertido menos de US$10.000.
Esto podría ser un posible caso de lo que se conoce como un “rugpull”: una maniobra en la que los promotores inflan el valor de un activo, atraen inversionistas y luego retiran sus fondos, provocando su colapso. Milei borró en la noche el tuit y le restó importancia a todo el asunto. “Hace unas horas publiqué un tweet, como tantas otras infinitas veces, apoyando un supuesto emprendimiento privado del que obviamente no tengo vinculación alguna. No estaba interiorizado de los pormenores del proyecto y luego de haberme interiorizado decidí no seguir dándole difusión (por eso he borrado el tweet)”, escribió. Ahí empezaron sus problemas y las preguntas sobre su actuar.
En primer lugar, está lo que dice Pepe: Milei es el presidente. Cuando publica un tuit causa un efecto que él parece no dimensionar. Ya no es un ciudadano común. En segundo lugar, surge la pregunta central: ¿es ilegal que un mandatario promocione de esa manera un negocio privado?
De entrada, hay que entender que la Ley de Ética Pública de Argentina (Ley 25.188) establece que los funcionarios deben actuar con imparcialidad sin favorecer intereses privados, una norma que, según el abogado constitucionalista Andrés Gil Domínguez, habría violado Milei.
“Se supone que un presidente de Argentina no puede promocionar negocios. Es más, ni siquiera puede tener un segundo trabajo. Lo que dice Milei es: ‘Lo promocioné como promociono un montón de otras inversiones’. Como si hubiera venido Coca-Cola a abrir una fábrica y él escribe sobre eso”, señala Martin*, periodista y economista argentino que prefirió reservarse su nombre completo en este caso.
Pero esta no era una inversión cualquiera. Una cosa es hablar de las inversiones que se hacen en el país -el ejemplo de la fábrica de Coca-Cola-, y otra muy diferente incitar a la inversión pública en un negocio que él considera atractivo, por las razones que sean.
Quienes defienden que no hubo un delito, como Miguel Nathan Licht, presidente del Tribunal Fiscal de la Nación, aseguran precisamente esto: que Milei no estaba favoreciendo un interés privado, sino que promocionó esta inversión al considerar, según concepto del presidente, que era buena para la nación, aunque no lo fue. Es decir, Licht considera que pudo simplemente ser un error del mandatario. Sin embargo, este argumento apuntaría un grave desconocimiento de la economía por parte de Milei.
Esto es precisamente lo que está estudiando la justicia argentina: ¿qué hizo Milei y cuánto sabía? El fiscal Licht está asumiendo en esa línea argumentativa, además, que Milei es solo un promotor y no parte interesada de la misma inversión, lo cual deberá definir la justicia y por lo que, como mínimo, tiene que estar imputado.
Según La Nación, hay tres nombres y unas dos empresas que conectan al universo de esta moneda digital con el entorno de Milei. El propio gobierno dijo que la empresa que creó el servidor de esta moneda (lanzar un memecoin lleva minutos, pero lo complicado es conseguir una figura pública que la promocione) es Kip Protocol, cuyo fundador es el chino Julian Peh, con quien Milei se reunió en octubre pasado. También está el argentino Mauricio Novelli, y el estadounidense Haynden Mark Davis, con quienes el gobernante también tiene fotos. Hay varias figuras que vinculan al mandatario con el negocio.
Mientras el país se repone de esta nueva crisis, el Congreso debate qué camino seguir (si un juicio político o una investigación parlamentaria, ambas vías llenas de dificultades debido a las disputas internas en la oposición). Martín recuerda que en Argentina, como en otros países de la región, la justicia también viene condicionada a cuánto poder político tenga quien vaya a ser juzgado, algo en lo que coincide el exsecretario parlamentario Enrique Hidalgo.
Aunque el artículo 53 de la Constitución establece que el juicio político se puede abrir “por mal desempeño o por delito en el ejercicio de sus funciones; o por crímenes comunes”, esto es un concepto muy amplio. “Las causales están establecidas en la Constitución, pero de un modo muy amplio al incluir el ‘mal desempeño’ como causal genérica. Esta causal no es susceptible de regulación legal: el mal desempeño es lo que en cada caso el Congreso resuelve que es”, dice Hidalgo.
Hay mucha incertidumbre por lo que pueda ocurrir con el futuro político de Milei, pero hay quienes son pesimistas frente a la idea de una condena. Otros, en cambio, empiezan a preocuparse por la gravedad de esta tendencia. Milei no es el único que ha promocionado las inversiones tan volátiles de las memecoines. Su homólogo estadounidense, Donald Trump, hizo lo mismo con las monedas $TRUMP y $MELANIA, las cuales siguieron la misma ruta de la $LIBRA. Y esto es problemático. Como apuntó Vitalik Buterin, creador de Ethereum, el segundo sistema de criptomonedas más grande con un valor de casi US$400 mil millones, estas dinámicas son un riesgo para la democracia.
“Lo que están haciendo presidentes como Trump y Milei es un abuso de poder que deslegitima su cargo y, para mí, es ilegal”, escribió Felipe Campos, gerente de Inversión y Estrategia Alianza Valores y Fiduciaria.
Hay una gran diferencia en ambos casos: para el momento en el que el presidente estadounidense lanzó $TRUMP, aún no asumía el poder, aunque su inminente llegada a la Casa Blanca pudo haber alimentado el interés en la compra de la moneda. En el caso de Milei, el argentino promociona la inversión ocupando la Casa Rosada, lo que es mucho más controvertido.
¿Por qué es tan riesgoso para una nación? Si los mandatarios están vinculados a una moneda digital, una entidad podría tratar de influenciarlos al manifestarles su intención de comprar su moneda, creando así el riesgo de un conflicto de intereses. Y mientras un pequeño grupo con poder se ve beneficiado, como parece ser el caso argentino, los más incautos suelen ser las principales víctimas, pues pierden todos sus ahorros al invertirlos en una empresa volátil, solo porque confiaron en las sugerencias del presidente. Más allá de la posible ilegalidad de Milei, lo ocurrido con $LIBRA revela un vacío peligroso: ¿hasta qué punto pueden los líderes políticos jugar con los mercados sin consecuencias?
“No entiendo y no me cabe en la cabeza que los presidentes promocionen memes porque están usando su posición y su influencia para especular en un chiste que, además y es lo que no sabemos, podría darles plata. Están aprovechando una enorme falla para usar el nombre de su país para vender ellos mismos una moneda (que es un chiste) aprovechando su cargo”, recalca Campos.
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