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¿Qué es la “cohabitación”? El término que propone Almagro para tratar a Venezuela

El secretario general de la OEA, Luis Almagro, dio un giro de 180 grados: pasó de liderar la campaña contra Nicolás Maduro a sugerir un sistema de cohabitación. ¿Qué significa?

05 de agosto de 2022 - 07:38 p. m.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro.

Luego de liderar la campaña de presión sobre Nicolás Maduro, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, parece haber adoptado un enfoque menos rígido con el gobierno chavista. En una carta titulada “El infierno del sendero que jamás se bifurca”, el funcionario reflexionó sobre los problemas de institucionalidad en Venezuela e introdujo el término “cohabitación” al debate para tratar de resolver la actual crisis que enfrenta el país.

“El objetivo de la salida de Maduro transformó a cada negociación en un juego de suma cero que terminaba siendo imposible: ni la salida de Maduro en una negociación ni una elección que pudiera significar su salida. Como todavía parece ser irrealista ese objetivo de algunos, entonces una negociación en ese contexto obviamente no puede ser cómo se saca a Maduro, sino cómo sigue. Esto implica cohabitación”, dijo Almagro en su carta.

¿Qué es la cohabitación?

Según Almagro, la cohabitación es un “ejercicio” para el que no está preparado nadie en Venezuela. Pero eso, para el secretario general de la OEA, es precisamente lo que hace al modelo “necesario”.

La cohabitación implica un “diálogo político real” que lleve a la institucionalidad compartida con poderes del Estado compartidos. Almagro admite que esto no es posible en el Ejecutivo, donde Maduro se ha atornillado, pero sugiere que es una ruta en los otros poderes. Es decir, que la oposición se involucre en las decisiones en el Legislativo y en el Judicial.

En el mundo, la cohabitación se ve en repúblicas como Francia o Portugal, donde la cabeza del Ejecutivo es de un partido diferente a la mayoría del Parlamento y donde sus sistemas requieren que el presidente nombre a un primer ministro aceptado por la mayoría del Legislativo. Así, dos partidos opuestos se ven obligados a trabajar en conjunto. En el caso francés, la cohabitación fue una respuesta al cataclismo político que surgió tras la derrota de Francia en la Guerra de Argelia. Ante el panorama sombrío, al general Charles de Gaulle, arquitecto de la V República, se le ocurrió este esquema para garantizar la gobernabilidad a través de una relación fluida entre el Ejecutivo y el Legislativo. Aunque aplaudida al principio, esta es criticada en la actualidad.

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El modelo de proyecto político que plantea Almagro necesita una participación activa de chavismo, el madurismo y de la oposición, bien sea de la que continúa con Juan Guaidó como la de otros actores. Estos serán los encargados de coordinar “objetivos comunes”. En otras palabras, lo que pide Almagro es una integración de la oposición a la toma de decisiones. Sin la oposición en la conversación, dice, la crisis seguirá.

“El oficialismo debe asumir que sin la oposición, la sociedad venezolana seguirá resquebrajada, dividida, desintegrada social y geográficamente, y la oposición debe asumir que sin el chavismo y el madurismo sucedería lo mismo”, apuntó Almagro.

Para el politólogo Jesús Castellano, consultado por Voz de América, esta definición de gobierno es difícil y se encuentra con muchos retos para su implementación. La idea de que la oposición y Maduro “compartan” el poder es introducida luego de varios años en los que Maduro ha soportado la presión extranjera a través de campañas como la del “cerco diplomático”, que demostraron su inefectividad al final. Ahora que el país muestra una leve mejora, la necesidad de Maduro de pactar con la oposición luce distante.

Por el lado de la oposición también hay problemas debido a su fragmentación. Contrario a lo visto en 2019, Guaidó no cuenta con la mayoría del respaldo del bloque antichavista. Otras personalidades, como Henrique Capriles, han buscado un reacomodo del tablero para convivir con el chavismo, mientras que otros, como Guaidó, son reacios a esta idea. “¿Quién o quiénes estarían (en esta cohabitación)?”, se pregunta Castellano. La fórmula de Almagro necesita primero que vuelva a haber claridad en la oposición. De momento, esa no es una realidad.

La oposición, de hecho, recibió con disgusto la propuesta de Almagro. El periodista Nicmer Evans, precandidato presidencial del Movimiento Desarrollo e Inclusión, dice que no es tiempo para “posturas bipolares”, y criticó que cambio de postura de 180 grados de Almagro, quien en su momento lideró la campaña del “Maduro, vete ya”.

Con su artículo, Almagro parece haber aceptado que la presión extranjera no surtió efecto y que la región necesita convocar a un diálogo en Venezuela con mayor vehemencia, con el objetivo de mejorar las condiciones de cara a los próximos comicios presidenciales.

“Las recomendaciones de Almagro habrá que tomarlas en cuenta cuando los demócratas recuperen el poder. Por ahora, el diálogo tiene que concentrarse en asegurar que los comicios de 2024 sean sin inhabilitados, justos, competitivos y supervisados internacionalmente. Con esas condiciones, podríamos triunfar. Luego veremos”, escribió el sociólogo Trino Márquez, en El Nacional de Venezuela.

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