El capítulo actual de las relaciones entre Colombia y Estados Unidos está marcado por una seguidilla de acusaciones cruzadas entre Donald Trump, el secretario de Estado Marco Rubio, varios senadores republicanos y el presidente Gustavo Petro. En 203 años de relaciones bilaterales, este es el momento más difícil con el socio más clave para Washington en Suramérica.
¿Cómo se llegó a este punto?
La tensión comenzó a escalar en enero, cuando Trump amenazó con imponer aranceles y sanciones a Colombia después de que el Gobierno colombiano se negara a recibir vuelos con deportados enviados por Washington.
Petro respondió que “un migrante no es un criminal y debe ser tratado con dignidad”. En su cuenta de X explicó que, por ese motivo, devolvió los aviones militares de EE. UU. con deportados colombianos, insistiendo en que los retornos deben hacerse en vuelos civiles “sin ser tratados como delincuentes”.
Juicio a Uribe
A finales de julio se presentó un nuevo roce. Varios congresistas republicanos y el propio Rubio calificaron la condena a Álvaro Uribe como una “persecución política”, lo que fue interpretado en Bogotá como una injerencia en asuntos internos. El presidente Petro pidió respeto por la independencia judicial y rechazó lo que consideró una intromisión extranjera en decisiones soberanas.
Descertificación
El 18 de septiembre, Donald Trump anunció la descertificación de Colombia en materia antidrogas, retirándola de la lista de países “cooperantes”. En un comunicado y en su red Truth Social, acusó a Petro de permitir que el país se convirtiera en “el principal productor y exportador de cocaína del mundo” y lo calificó de “líder ilegal del narcotráfico”. También advirtió que suspendería la asistencia económica y militar.
Petro respondió calificando la medida como una “venganza política” y una muestra del “colonialismo moral” de Estados Unidos. En X escribió que Colombia “no acepta certificaciones ni descertificaciones de ningún imperio” y defendió su política de drogas como un cambio frente al fracaso de la guerra antidrogas.
Petro en Nueva York
En su discurso ante la Asamblea General de la ONU, Petro pidió una investigación internacional sobre los bombardeos en Gaza y acusó a las potencias occidentales de mantener una “doble moral” frente al sufrimiento palestino, lo que aumentó las tensiones con Washington y Tel Aviv. El 26 de septiembre de 2025, el mandatario participó en una manifestación propalestina en Nueva York, cerca de la sede de la ONU, donde instó a los soldados estadounidenses a “desobedecer las órdenes de Donald Trump” y no “apuntar sus armas contra la humanidad”.
El Departamento de Estado calificó sus declaraciones como “acciones imprudentes e incendiarias” y anunció la revocación de su visa. Trump lo llamó “aliado del terrorismo” y amenazó con revisar el régimen de visas para funcionarios colombianos.
Bombardeos en el Caribe, sube la tensión
Los primeros ataques estadounidenses en el Caribe se remontan al 2 de septiembre de 2025, cuando EE. UU. anunció haber bombardeado una lancha acusada de narcotráfico vinculada al Tren de Aragua. Petro denunció que el operativo pudo afectar a ciudadanos colombianos y constituir una violación de soberanía: “Una nueva guerra se ha abierto en el Caribe… Hay indicios de que la lancha bombardeada era colombiana, con compatriotas a bordo”, dijo.
Desde entonces se han registrado seis bombardeos, según reportes oficiales de la Casa Blanca, que asegura que todos los objetivos pertenecían a “grupos narcoterroristas”. Los ataques, realizados en aguas internacionales y zonas próximas a Venezuela y Colombia, han dejado al menos diez muertos y varios detenidos.
Washington sostiene que las operaciones buscan frenar el tráfico de fentanilo, pero Petro insiste en que algunas embarcaciones eran colombianas y denuncia que se trata de una violación del derecho internacional. Expertos alertan que EE. UU. está militarizando la lucha antidrogas al tratar el narcotráfico —un delito penal— como un conflicto armado, lo que podría derivar en ejecuciones extrajudiciales.
Las horas más tensas
El jueves se produjo un sexto ataque. Trump celebró el hecho en su red Truth Social afirmando: “Fue un gran honor destruir un gran submarino narcotraficante que navegaba hacia Estados Unidos”. Según él, el buque transportaba “fentanilo y otros narcóticos ilegales”.
Petro, por su parte, acusó a EE. UU. de asesinato y violación de la soberanía. “La lancha atacada el 16 de septiembre era colombiana, estaba averiada y con el motor apagado. Quien estaba allí era un pescador que no ha vuelto a su casa”, escribió en X.
Un día antes, en alocución presidencial, también cuestionó las cifras de la ONU sobre la producción de cocaína en Colombia, afirmando que eran datos “mentirosos” usados para justificar la descertificación.
El domingo, la crisis diplomática alcanzó su punto más alto. Trump volvió a llamar a Petro “líder ilegal del narcotráfico” y anunció la suspensión de toda ayuda a Colombia. La Cancillería colombiana calificó esas afirmaciones como “un acto gravísimo que atenta contra la dignidad del presidente y de los colombianos” y advirtió que constituyen una amenaza directa a la soberanía nacional.
Analistas en Bogotá y Washington coinciden en que la diplomacia entre ambos países atraviesa su punto más crítico en décadas, poniendo en riesgo una relación histórica basada en cooperación política, militar y económica. El tono de Trump deja abierta la posibilidad de una ruptura sin precedentes en la relación bilateral más antigua y estratégica de EE. UU. en América Latina.
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