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Trump y Gaza: la peligrosa obsesión de EE. UU. con ocupaciones que salen mal

Donald Trump propone que EE. UU. tome control de Gaza y desplace a sus habitantes. Su plan enfrenta rechazo global y podría violar el derecho internacional. Hay más componentes en la historia.

Camilo Gómez Forero

05 de febrero de 2025 - 05:53 a. m.
Palestinos se abren camino entre los escombros de edificios destruidos en medio de un alto el fuego entre Israel y Hamás, en la carretera Al Rashid, ciudad de Gaza.
Foto: EFE - MOHAMMED SABER
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Probar los límites de su poder. Llevar todo al extremo y luego, tras activar la situación más caótica posible, retroceder y aceptar las concesiones que haya hecho su rival en medio del desconcierto y el miedo. Esa parece ser la estrategia diplomática del segundo gobierno de Donald Trump. Ya la usó con México y Canadá, dos de sus más grandes aliados. Ahora la está probando con Medio Oriente.

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En una conferencia impactante, el presidente estadounidense aseguró el martes que Estados Unidos tomaría el control de la Franja de Gaza, devastada por la guerra, y la desarrollaría económicamente. Esto luego de que los palestinos sean “reubicados” en otros lugares.

“Vamos a desarrollarla (Gaza), crear miles y miles de puestos de trabajo, y será algo de lo que todo Medio Oriente podrá estar muy orgulloso... Será la Riviera del Medio Oriente”, dijo a un grupo de periodistas.

La declaración es impactante no solo porque dilapida décadas de política estadounidense hacia el conflicto israelí-palestino y la posibilidad de una solución de dos estados, sino porque “llama abiertamente a la limpieza étnica”, como destacó la representante al Congreso Rashida Tlaib, la única miembro palestina en el Capitolio estadounidense, pues insiste en la idea de que los palestinos que viven en Gaza sean reubicados en naciones vecinas. El derecho internacional, cabe destacar, dice que “los intentos de trasladar poblaciones por la fuerza están estrictamente prohibidos”.

“He oído que Gaza ha sido muy desafortunada para ellos (los gazatíes). Viven como si vivieran en el infierno. Gaza no es un lugar para que la gente viva, y la única razón por la que quieren regresar, y lo creo firmemente, es porque no tienen otra alternativa”, dijo Trump.

Las reacciones al plan de Trump para Gaza

El problema en el planteamiento de Trump es que los países a los que quiere que los gazatíes se vayan, como Egipto y Jordania, han negado rotundamente esta idea por la complicada historia en la zona, la carga económica y el potencial desestabilizador para sus propias naciones. La Autoridad Palestina y la Liga Árabe, así como Emirato Árabes Unidos, Catar y Arabia Saudita, también dijeron que una medida así amenaza “la estabilidad de la región y se corre el riesgo de expandir el conflicto”. Hamás, el grupo propalestino con un fuerte control en Gaza, también lo ha rechazado.

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“Nuestro pueblo en Gaza no permitirá que estos planes se hagan realidad”, dijo Sami Abu Zuhri, un alto funcionario de Hamás.

Según el senador Chris Murphy, demócrata de Connecticut, la propuesta de Trump no es más que un intento burdo de distraer a la prensa de los revolcones internos que ha causado la dirección de reducir el tamaño del gobierno.

“Tengo noticias para ustedes: no estamos tomando el control de Gaza. Pero los medios y la clase parlanchina se centrarán en ello durante días y Trump habrá logrado distraer a todos de la verdadera historia: los multimillonarios que se apoderan del gobierno para robarle a la gente común”, dijo Murphy.

Sobre esto, Natalia Cabrera, corresponsal de France 24 en Washington, señala que “seguramente sí puede haber una cortina de humo para algunas personas, especialmente porque lo que quedó como conclusión de las elecciones es que Trump y su equipo saben controlar las narrativas”.

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Es una buena hipótesis. Las críticas sobre el amplio poder que está adquiriendo Elon Musk en el gobierno han generado tensión desde incluso antes de que Trump llegara al poder y, según Politico, se ha tratado de desviar la atención sobre esto en varias ocasiones. Por otro lado, como escribió el columnista Jonathan Lemire en The Atlantic, hay que destacar que Trump ha sido un opositor vocal de las intervenciones militares. Que ahora plantee una ocupación directa de Gaza es contradictorio y podría ser altamente impopular considerando que su base busca reducir la intervención en asuntos de otros países.

Sin embargo, ¿qué ocurre si no? ¿Qué pasaría si, en efecto, Donald Trump quiere ocupar Gaza y convertirlo en un proyecto inmobiliario como lo plantea? Hay que explorar todas las opciones.

EE. UU.: un historial de intervenciones fallidas

Como señaló el excongresista Justin Amash, un republicano de Michigan cuya familia es de origen palestino, “si Estados Unidos despliega tropas para expulsar a la fuerza a musulmanes y cristianos –como mis primos- de Gaza, entonces no sólo se verá sumido en otra ocupación imprudente, sino que también será culpable del crimen de limpieza étnica”.

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La historia de la política exterior de Estados Unidos está llena de intervenciones que, lejos de traer estabilidad, han dejado países en ruinas, gobiernos débiles y poblaciones sumidas en la violencia y la incertidumbre. O, como lo ha calificado Amash, “ocupaciones imprudentes”. Lemire destaca, por otro lado, que esta sería “la intervención más salvaje e improbable desde la invasión de Irak”.

En 1955, EE. UU. intervino en Vietnam con el objetivo de frenar el avance del comunismo. Lo que siguió fue una guerra devastadora que costó millones de vidas y terminó con la humillante retirada estadounidense en 1975. El país quedó en ruinas, y Washington sufrió un golpe a su reputación internacional.

En 2001, tras los atentados del 11 de septiembre, EE. UU. invadió Afganistán con la promesa de acabar con los talibanes. Veinte años después, en 2021, la retirada estadounidense dejó el país exactamente en el mismo punto de partida: con los talibanes en el poder y una población devastada.

Dos años más tarde, la invasión de Irak en 2003, justificada con la mentira de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva, terminó con el país en un estado de guerra constante. En lugar de estabilidad, EE. UU. abrió la puerta al surgimiento del Estado Islámico (ISIS) y a una guerra sectaria interminable.

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En 2011, EE. UU. y la OTAN intervinieron en Libia para derrocar a Muammar Gaddafi. El resultado fue un país dividido, con facciones enfrentadas y un vacío de poder que ha llevado a una guerra civil sin fin.

Esto por mencionar los casos más recientes e impactantes, pero no hay que olvidar Chile o las otras intervenciones en Nicaragua, El Salvador y Guatemala que EE. UU. ha respaldado con golpes de Estado y regímenes autoritarios que han dejado profundas heridas en la región.

La propuesta de Trump para Gaza sigue la misma lógica de muchas intervenciones anteriores: imponer una solución por la fuerza sin considerar las consecuencias humanitarias y políticas. Desplazar a los palestinos de su tierra no solo violaría el derecho internacional, sino que también podría alimentar aún más el extremismo y la inestabilidad en la región. Y, para abordar la escena completa, hay que destacar que el rechazo internacional y la inviabilidad legal expliquen por qué el plan de Trump estaría destinado al fracaso.

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Arabia Saudita, Irán y una escena más amplia

Luego de entender que si se cumple esta dirección EE. UU. entraría en un escenario devastador, al menos por lo que nos enseña la historia, hay que ver otros factores en la mesa. La declaración De Trump llega luego de una noticia que aumentó la ansiedad en la región: funcionarios de inteligencia de Estados Unidos creen que Irán está tratando de construir un arma atómica más rudimentaria que podría desarrollarse rápidamente si los líderes de Teherán decidieran hacerlo.

Ante esta información, medios israelíes como The Jerusalem Post señalaron la importancia de que Israel llegue a una normalización de las relaciones con Arabia Saudita, que se ha negado a reconocer a Israel, pero que comparte su aversión por Irán.

“El intercambio de información y la coordinación tácita han aumentado, impulsados por preocupaciones compartidas sobre las ambiciones regionales y el programa nuclear de Teherán... Los Acuerdos de Abraham sentaron las bases, pero un acuerdo entre Arabia Saudita e Israel sería la joya de la corona de la diplomacia en Oriente Medio”, señaló The Jerusalem Post.

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Sin embargo, un acuerdo entre Israel y Arabia Saudita no será posible bajo los términos que ha planteado Trump el martes. Riad declaró que el establecimiento de lazos diplomáticos dependería del cumplimiento de la formación de un Estado palestino. El apoyo saudí a un Estado palestino era “firme e inquebrantable”, afirmó el miércoles el Ministerio de Asuntos Exteriores de Arabia Saudita, según informó el New York Times.

Con esta subtrama también en la mesa, podría considerarse todo este plan de Trump como una táctica de presidente para ejercer presión en la región y acelerar una negociación entre Israel y Arabia Saudita para darle un golpe colateral a Irán, país cuyo programa nuclear también observa con preocupación y por el que ya ha tomado decisiones en su contra esta semana.

“Le digo esto a Irán, que está escuchando con mucha atención. Me encantaría poder hacer un gran trato, un trato que les permita seguir adelante con sus vidas y les vaya de maravilla” afirmó. Eso sí, con una condición: “No pueden tener un arma nuclear. Es muy sencillo”, sentenció.

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Trump dijo a los periodistas que hará una declaración en las próximas semanas sobre la posible anexión por parte de Israel de partes de Cisjordania. Por ahora no hay detalles. Al igual que el caso sobre los aranceles contra México y Canadá, todo podría dar un giro de 180 grados en el último minuto cuando las partes involucradas presenten un acuerdo diferente.

Ahora, si opta por continuar adelante con sus palabras y ocupar Gaza, necesitaría la autorización del Congreso, a menos de que declare una emergencia que le permita actuar unilateralmente por un tiempo limitado. Además, cualquier despliegue militar a gran escala requeriría financiamiento aprobado por el Legislativo, lo que complicaría aún más la viabilidad de su plan. Este escenario, sin embargo, todavía es muy difuso.

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