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Un año sin relación: cómo afectó a Colombia la ruptura diplomática con Israel

Han pasado 365 días en los que la tensa relación entre Tel Aviv y Bogotá se rompió hasta nuevo aviso por decisión de Gustavo Petro. ¿Qué ha cambiado en los diferentes aspectos de cooperación? Lo más importante: por un vicio de forma en su nombramiento, el cónsul en Israel no ha podido ejercer sus funciones.

Hugo Santiago Caro

30 de abril de 2025 - 08:00 p. m.
Gali Dagan, exembajador de Israel en Colombia, el presidente Gustavo Petro y el excanciller Álvaro Leyva.
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Este jueves miles de manifestantes, gran parte de ellos trabajadores, saldrán a las calles para conmemorar el Día del Trabajo. En un escenario prácticamente calcado, pero hace un año, el presidente colombiano Gustavo Petro decidió poner en pausa indefinida las relaciones bilaterales con el Estado de Israel, en guerra con el movimiento que regenta Gaza, Hamás, desde octubre de 2023.

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“Aquí, delante de ustedes, el presidente de la República informa que mañana se romperán las relaciones diplomáticas con el Estado de Israel. Hoy la humanidad, en todas las calles, está de acuerdo con nosotros. No puede volver la época del genocidio, del exterminio de un pueblo entero ante nuestros ojos, ante nuestra humanidad. Si muere Palestina, muere la humanidad y no la vamos a dejar morir”, dijo Petro en una de sus habituales alocuciones.

Ya para entonces eran relaciones complicadas. Petro condenó la contraofensiva de Israel (que para corte de hoy ha matado a 52.365 personas en Gaza, según el Ministerio de Salud de Hamás) con la misma retórica con la que cortó relaciones, mientras que desde Tel Aviv exigían que condenara el primer ataque de Hamás, que el 7 de octubre de 2023 dejó más de 1.200 muertos y del cual aún mantienen rehenes, entre ellos el colombo-israelí Elkana Bohbot, quien ha aparecido en varios videos entregados como pruebas de supervivencia.

Como consecuencia de ese tire y afloje, existieron toda clase de declaraciones cruzadas y reprimendas a los embajadores correspondientes en ambos países. Sin embargo, por debajo, todo el equipo diplomático colombiano, en cabeza del excanciller Luis Gilberto Murillo, intentaba desescalar la situación y matizar la tensión que el presidente paralelamente elevaba.

La idea era matizar la situación sin llegar a una ruptura de relaciones, como finalmente ocurrió. Se inició un retiro paulatino del personal en funciones para mantener la relación de manera discreta, siguiendo el ejemplo de países como Sudáfrica, que mantiene un proceso por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia contra Israel —proceso que, entre otros, cuenta con el apoyo de Colombia—, pero que no ha roto relaciones formales, aunque actualmente no tiene personal diplomático en Tel Aviv.

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Sin embargo, no funcionó. Tras el anuncio de Petro, el embajador israelí Gali Dagan, dejó el país, mientras que su par, Margarita Manjarrez, ya estaba de regreso en Colombia para ese entonces. Todo el personal de la embajada colombiana dejó Tel Aviv exceptuando a la cónsul, Ana María Rivero, mientras que de los israelíes quedó una comitiva un poco más grande, aproximadamente de tres funcionarios, encabezada por el encargado de negocios, Kobi Valer.

El Espectador pudo conocer que esta disparidad en lo que quedó de las misiones diplomáticas se debe a la gestión del lado colombiano, que dejó a Rivero como “segunda secretaria, encargada de funciones consulares”, siendo reemplazada por Carlos Piñeros en marzo.

Este, funcionario de carrera diplomática, fue nombrado por decreto de la canciller Laura Sarabia el 3 de febrero de 2025, en una resolución que reza que se le designa “en comisión para situaciones especiales, a la planta externa, a Carlos Enrique Piñeros Torres (...) al cargo de segundo secretario de Relaciones Exteriores, código 2114, grado 15, de la planta global del Ministerio de Relaciones Exteriores, adscrito a la Embajada de Colombia ante el Gobierno del Estado de Israel”.

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Sin embargo, como se puede leer, existe una diferencia entre el cargo de Rivero y el de Piñeros. En el decreto citado se omiten las funciones consulares del nuevo encargado en Tel Aviv, lo que ha limitado sus funciones para ejercer el cargo en Israel. Está, de forma coloquial, atado de manos. Al no tener dentro de sus funciones la consular, no ha podido visitar Cisjordania, ni tampoco los consulados móviles que ya existen en el territorio palestino. El último fue visitado por Rivero en el mes de febrero. El Espectador consultó a la Cancillería para este artículo, pero para la fecha de esta publicación no había recibido respuesta. La oficina consular de Israel en Colombia también fue consultada, pero declinaron responder.

Por el momento, tampoco se han adelantado las gestiones para la consolidación de la oficina de representación de Colombia en Ramala, un proyecto que Petro viene planteando como embajada desde octubre de 2023 y que, según confirmó la Cancillería hace poco más de un mes, tendría el aval de la Autoridad Palestina e incluso se rumora un nombre para encabezar la oficina: el exalcalde de Cali Jorge Iván Ospina. Ante esto, por supuesto, quedan muchas dudas por resolver.

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Las oficinas consulares móviles en Cisjordania y la oficina de Ramala dependen de la embajada de Colombia en Tel Aviv, por lo que, en teoría, cualquier gestión debería tramitarse a través de Israel. Sin relaciones diplomáticas, no está claro si la opción sería establecer las funciones consulares de Ospina a través de la embajada en Egipto (que quedó de facto manejando los asuntos diplomáticos para Palestina mientras los consulares siguen en Tel Aviv), o gestionar su ingreso con la intermediación de Jordania, cuya representación está adscrita a la embajada colombiana en Líbano.

En Israel, con el que había relaciones diplomáticas en marcha desde 1957, viven alrededor de 5.000 colombianos, mientras que en Cisjordania (Palestina) viven unos 1.200.

De defensa a negocios

Con la orden de Petro de cortar relaciones también se cortó la posibilidad de adquirir o renovar contratos en defensa del Estado, como software de inteligencia o la continuidad del mantenimiento de los renombrados aviones de combate israelíes kfir que operan en Colombia hace más de 30 años.

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En el último mes, se conoció a través de un anuncio de Petro, profundizado por el Ministerio de Defensa, que se adquirirán entre 16 y 24 aviones suecos Saab 39 Gripen para renovar la flota de la Fuerza Aeroespacial Colombiana. Según fuentes consultadas por este diario, el corte de relaciones y tratos en defensa fue solamente un incentivo para esta renovación, pues ya estaba en planes ante la obsolescencia de los kfir.

En cuanto a comercio exterior, al momento del anuncio inicial de Petro se estaban llevando a cabo las gestiones para renovar las licencias ante las autoridades israelíes para la exportación de ganado, así como los permisos iniciales para la exportación de lácteos, pescado congelado, larvas de camarón y camarón fresco. Todo se suspendió. “El gobierno, que había criticado lo que hizo la administración anterior con Venezuela, no aprendió la lección, porque, si algo enseñó el rompimiento de relaciones diplomáticas con Venezuela, es que esa situación no resulta conveniente para los países. En el caso de Venezuela, siendo un país vecino, se rompió todo tipo de relacionamiento y terminamos sin poder conversar ni acordar cosas. Creo que en esta ocasión está ocurriendo algo similar: se mezcló el tema político, se afectó el tema comercial y terminamos dañando un relacionamiento comercial que venía funcionando”, opina Javier Díaz, director de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), quien resalta que estos acuerdos comerciales tardaron mucho tiempo en lograrse.

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Tal vez uno de los golpes más fuertes fue el de la exportación de carbón a Israel, algo en lo que a juicio de Díaz, Colombia ha sido la parte más perjudicada. “Con la orden que dio el presidente de prohibir las exportaciones de carbón a Israel, creo que el perjudicado terminó siendo Colombia. ¿Por qué? Pues se quedó sin esas exportaciones, mientras que Israel buscó otros proveedores y creo que ya sustituyó a Colombia. Así, Colombia perdió esas ventas, y uno ve cómo las exportaciones de petróleo y carbón han venido disminuyendo, básicamente por decisiones del gobierno nacional”, explicó Díaz. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), las cifras de exportación en esta materia cayeron en un 5,1 % de 2023 a 2024.

Sin embargo, otras fuentes explicaron a El Espectador que es bastante probable que el carbón que dejó de venderse a Israel directamente esté igual llegando allí, pero a través de terceros que le compran a Colombia y a su vez lo revenden. Para Díaz, es igual un negocio en el que Colombia sale perdiendo: “Esos terceros ganan recursos que deberían ser para Colombia”.

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Las mismas fuentes, cuya identidad es reservada, explicaron, frente a la posibilidad de que empresarios israelíes vengan a hacer negocios al país, que este es un fenómeno que sigue ocurriendo, pues una gran mayoría de ellos cuenta con una doble nacionalidad y llegarían a territorio colombiano “con pasaportes estadounidenses, italianos, o portugueses” y se presentarían como empresarios con la misma nacionalidad.

Como conclusión general, si bien ha sido un impacto considerable para Colombia, no ha sido crítico. Tal vez los vicios de forma en las gestiones de representación sean el daño más grande, pues en consecuencia la población colombiana en Israel y Cisjordania está parcialmente desatendida. Más allá de eso y a largo plazo, expertos como Díaz esperan que la situación y la relación, tanto comercial como diplomáticamente cambien con un nuevo gobierno y se recupere “terreno perdido”.

Sin embargo, otras fuentes diplomáticas afirman que el tiempo le ha dado la razón a Petro, pues Israel cada vez está más aislado en la comunidad internacional mientras su ofensiva sigue adelante, por lo que encuentran poco probable que incluso con un nuevo gobierno se restablezcan fácilmente las relaciones de diferente tipo. Solo como ejemplo del aislamiento, vale la pena mencionar que esta misma semana Amnistía Internacional acusó directamente al gobierno de Benjamín Netanyahu de estar cometiendo un “genocidio transmitido en vivo” en Gaza.

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Por Hugo Santiago Caro

Periodista de la sección Mundo de El Espectador. Actualmente cubre temas internacionales, con especial atención a derechos humanos, migración y política exterior.@HugoCaroJhcaro@elespectador.com
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