Dos días fueron suficientes para desbaratar los progresos de varios años. Este jueves se conoció que tres de los cinco miembros directivos del Consejo Nacional Electoral dejaban su cargo con el fin de “enrumbar a Venezuela hacia la prosperidad económica y la estabilidad social”. El anuncio fue solo una ráfaga más del torbellino de inestabilidad que el proceso electoral, tanto en las primarias de la oposición como los comicios presidenciales, presentan desde hace meses en un país que intenta ganar legitimidad ante la comunidad internacional.
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En mayo de 2021 la oposición y el chavismo acordaron que uno de los primeros pasos para empezar una “transición hacia la democracia” era la constitución de un poder electoral que incluyera opiniones de ambas orillas ideológicas. Así pues, tras años de fracasos y éxitos en la mesa de negociación, se formó una cúpula directiva en el Consejo Nacional Electoral conformada por tres integrantes del chavismo y los dos restantes, de línea opositora.
A tan solo cuatro meses para conocer quién será el nombre que disputará el Palacio de Miraflores contra Nicolás Maduro, esto causa un escenario en que el CNE queda prácticamente huérfano y se ensombrece el panorama electoral en Venezuela, según analistas.
Viejos problemas, nuevas dudas
Es importante aclarar que el CNE es el único órgano, constitucionalmente, que tiene facultades para organizar y celebrar votaciones y contiendas electorales en Venezuela. La renuncia del 60 % del quórum significa que los otros dos miembros restantes no tienen potestad para decidir algunas de las cuestiones más importantes de los comicios venezolanos, como por ejemplo fechas; cómo se hará la votación o qué candidatos son aptos para presentarse.
Añadidas a estas cuestiones esenciales en unos comicios, hay problemas más grandes. Por ejemplo, el medio Voz de América explicó que el CNE presenta desde hace semanas el reto de inscribir a más de tres millones de votantes nuevos en tan solo 24 oficinas que están habilitadas para el registro.
Pablo Quintero, consultor y analista político, explicó para AFP que los problemas del CNE no son nuevos, pues desde hace años esta entidad arrastra las cadenas que lo atan a denuncias de ilegitimidad y de ser una institución “aliada al régimen” de Maduro. El experto cuenta que el nuevo episodio de problemas se debe a que “no hay una articulación entre los rectores actuales y el gobierno nacional. El gobierno necesita caras que sean un poco más leales, más subordinadas, a las decisiones del poder ejecutivo”.
La renuncia de los miembros del CNE implica que, desde el Parlamento, de mayoría chavista, se deba escoger los reemplazos para estos cargos que hoy están huérfanos. Por ejemplo, se conoció que en los nombres que empiezan a sonar para llegar a ese organismo está el de Cilia Flores, la esposa de Nicolás Maduro.
Juanita Goebertus, directora para América de Human Rights Watch, alertó que este suceso podría “permitir a Maduro cooptar” el CNE “como ya lo hizo antes”, pues más allá de hablar de las elecciones primarias de la oposición, la junta directiva del Consejo Nacional Electoral era un “acuerdo fundamental para garantizar el derecho al voto y a la participación política”.
Y es que antes de conocerse la renuncia masiva en la dirección del órgano, miembros de la oposición ya criticaban que utilizar el CNE para llevar a cabo elecciones era riesgoso e incluso “ilegítimo”. Hace semanas, por ejemplo, a pesar de insistirse en la necesidad de celebrar comicios, nadie sabía a ciencia cierta de qué manera se iba a hacer este proceso.
Por un lado, se sugirió la votación manual para evitar fraudes digitales y un nuevo capítulo de la Lista Tascón, una base de datos que Hugo Chávez utilizó para emplear represalias contra los ciudadanos que votaron a favor de revocarlo del Ejecutivo. Sin embargo, también estuvo la posibilidad de celebrar comicios automatizados, es decir, con máquinas, para facilitar el conteo y minimizar los gastos. Pero hasta este viernes nunca se definió nada.
Nastassja Rojas, politóloga e internacionalista de la Universidad Javeriana, explica que el “CNE siempre ha sido el punto de discordias ante un sistema que desde las últimas elecciones genera una gran desconfianza”.
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Elecciones en suspenso
Para el 24 de octubre, teóricamente, la oposición ya debería haber definido quién será la persona que se enfrente a Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales. Entre al menos una decena de candidatos, nombres como el de María Corina Machado, Henrique Capriles o Juan Guaidó aparecieron para pelear el puesto en el Palacio de Miraflores.
Pero este nuevo suceso dentro del CNE complica todo, pues llevar a cabo unas elecciones implica logística, recursos y organización interna que según las disputas internas que hay dentro de la oposición, son objetivos que distan mucho de la realidad. La semana pasada, El Espectador analizó cómo los grupos opositores, aunque busquen llegar a la Presidencia de Venezuela, han tenido tropiezos y contradicciones que los debilitan ante el electorado.
Tras conocerse la noticia de renuncias en la dirección del CNE, María Corina Machado, uno de los alfiles opositores para enfrentar a Maduro, anunció que llevarían a cabo los comicios de forma independiente y manual. Es decir, que entre la misma oposición se ofrecería la logística, recursos y legitimidad para llevar a cabo las primarias.
Pero Rojas ve en este anuncio un problema que afecta directamente al electorado. “Uno de los retos más importantes es movilizar a la población” para que escoja un candidato, explica la analista, que aclara que “se ha generado muchísima confusión en la población. […] Se afecta muchísimo la credibilidad, no porque el CNE generara transparencia, sino frente al mismo proceso”.
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¿Oportunidad dorada?
Las opiniones frente al futuro electoral en Venezuela discrepan; Quintero, por su parte, cree que es una estrategia desde los círculos de poder para “desmoralizar a la gente, promover un escenario de abstención, de desilusión frente a la idea del voto”.
Y aunque el principal reto que tiene la oposición es el de lograr una movilización masiva, Rojas considera que podría ser una oportunidad para mostrar unidad ante el público y la comunidad internacional. “Se habla de unas primarias autogestionadas. Se va a adelantar el proceso y eso sería una forma que se podría usar para recobrar la credibilidad ante el electorado. Demostrarían que tienen capacidades de gestionar políticamente y de responder a los retos”.
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