Con una votación que le dio la mayoría absoluta, la actual embajadora en Austria, Laura Gil Savastano, de 59 años, nacida en Uruguay y nacionalizada colombiana, se convirtió el lunes en la primera mujer en ser elegida como secretaria adjunta de la Organización de Estados Americanos (OEA). Desde julio y por cinco años se desempeñará en esta función.
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Así fue el camino a la elección
Perú tenía trabajo adelantado para hacerse con la Secretaría General Adjunta de la OEA, el cargo del segundo al mando de la organización. El 11 de marzo, el Ministerio de Relaciones Exteriores de ese país anunció la candidatura de su excanciller, Ana María Sánchez.
Dos días antes, Perú había votado por el surinamés Albert Ramdin, quien fue elegido secretario general, en reemplazo de Luis Almagro. La jugada fue sorpresiva. El cinco de marzo, el presidente de Paraguay, Santiago Peña, emitió un comunicado donde informaba el retiro de la candidatura a secretario general del canciller de su país, Rubén Ramírez Lezcano, debido al cambio de posición “abrupta e inexplicable” de “países amigos”. Al bloque sudamericano lo habría fracturado que Ramírez Lezcano consolidara su candidatura en una visita a Mar-a-lago, en la que se tomó fotos con Donald Trump y Elon Musk.
De acuerdo con una fuente de alto rango en la OEA, el acuerdo era que Perú votaría por Ramdin –y no por el candidato del bloque sudamericano– a cambio de un respaldo del grupo de países del Caribe a la candidatura de Sánchez para secretaria adjunta.
Durante casi un mes no hubo más candidatas al cargo y se pronosticaba una elección con una única postulación. Pero no todos estaban conformes.
El 2 de abril, la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos –una oenegé que promueve los derechos humanos en la región– emitió un comunicado que expresaba preocupación con que Perú, un país que ha promovido reformas para debilitar el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y desacatado decisiones clave de la Corte IDH –como en el caso Fujimori– fuera el único contendor para el cargo.
Un día después, la Cancillería colombiana oficializó la candidatura de Laura Gil Savastano, embajadora de Colombia en Austria y representante permanente ante los organismos de Naciones Unidas en Viena.
Colombia le metió gol a Perú
La relación entre Colombia y Perú ha sido tensa desde finales de 2022. Cuando el Congreso peruano destituyó al presidente Pedro Castillo y este intentó disolver el órgano, su homólogo en Colombia, Gustavo Petro, lo respaldó y dijo que en el país vecino “se está matando al pueblo”. Petro se rehusó a reconocer a la nueva presidenta, Dina Boluarte, y cada mandatario retiró a su propio embajador y la relación se redujo al comercio.
A mediados de marzo, la canciller Laura Sarabia se reunió con su homólogo peruano para limar asperezas. Pero el 27 de ese mes, sin consultar al gobierno Petro, Perú postuló al colombiano Carlos Bernal para reelegirse como comisionado en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cargo al que llegó en 2021 postulado por Iván Duque. Antes, Bernal tuvo un paso accidentado por la Corte Constitucional: se aisló de sus colegas, estuvo tres de los ocho años que dura su cargo y presentó argumentaciones abiertamente religiosas. La postulación de Gil se interpretó en la OEA como una respuesta a la de Bernal.
Tras el respaldo a Surinam, Perú esperaba contar con un apoyo en bloque de los 14 votantes del Caribe, pero la alianza se habría roto cuando las candidatas presentaron sus propuestas en el Consejo Permanente de la OEA y Gil atrajo a representantes caribeños.
El tablero se sacudió de nuevo el 23 de abril: Guatemala, con cuyo voto esperaba contar Colombia, dado que pertenece al grupo de países progresistas, postuló a Claudia Escobar Mejía, embajadora de ese país ante la OEA.
Escobar Mejía es una abogada feminista, exmagistrada de la Corte de Apelaciones en Guatemala, cuya lucha contra la corrupción en ese país la obligó a exiliarse en Estados Unidos. Aunque había llegado tarde, se sabía que el presidente Bernardo Arévalo estaba llamando a sus conocidos en la región para que respaldaran esa candidatura y, además, contaba con el apoyo de Estados Unidos. Dicen en la OEA que esa postulación se concretó en una muy amigable visita del secretario de Estado gringo, Marco Rubio, a Guatemala en febrero.
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Para ganar se necesita el voto de 18 de los 34 países miembros de la OEA. En este escenario, era poco probable un triunfo de cualquiera de las tres candidatas en primera vuelta. ¿A quién favorecerían en segunda vuelta los votos del tercer lugar?
La carrera del fin de semana
“El jueves, Laura viajó con cara triste a Washington”, afirman fuentes cercanas a Gil. La elección era el lunes. Colombia no había hecho tanta campaña por Gil como Perú y Guatemala por sus postuladas. Los embajadores colombianos, dicen, hacían lobby entre sus conocidos, pero sin instrucciones claras desde la Cancillería.
Sin embargo, “Gil estaba feliz el domingo”, dicen las mismas fuentes. El fin de semana, cuando la canciller Laura Sarabia aterrizó en la capital estadounidense –donde está la sede de la OEA–, diplomáticos y funcionarios del gobierno colombiano recibieron la orden de persuadir a cuanto contacto tuvieran entre los gobiernos electores para votar por Laura Gil.
El lunes 5, por la mañana, el gobierno colombiano esperaba contar con los votos del “eje progresista” –Brasil, Chile, México, Bolivia, Honduras y Uruguay– y un puñado de países del Caribe cercanos a Venezuela: Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, San Kitts y Nieves, Santa Lucía y, se rumoraba, Surinam. Se aseguró también el voto de Dominica, a quien la vicepresidenta Francia Márquez habría llamado directamente el fin de semana.
Aunque los votos son secretos, Colombia obtuvo 13 en la primera vuelta; Perú, 11 y Guatemala ocho. En la segunda, seis de los ocho votos de Guatemala pasaron a Colombia.
Reconocida por su trayectoria académica, en organismos internacionales y hasta en medios de comunicación, Laura Gil llega para ofrecer “una administración más moderna, más técnica, más efectiva dentro de la OEA”, dijo en su primera rueda de prensa tras ser elegida. Allí agradeció en primer lugar al Consejo Permanente por la confianza depositada en ella, al igual que al presidente de Colombia, Gustavo Petro; la vicepresidenta, Francia Márquez; la canciller, Laura Sarabia; y el embajador ante la OEA, Luis Ernesto Vargas.
Gil comenzó en el gobierno Petro como viceministra de asuntos multilaterales de la Cancillería, donde comenzó la formulación de la política exterior feminista. Luego fue designada embajadora en Austria, donde lideró ante la ONU una propuesta de cambio de paradigma en la lucha antidrogas.
“No soy ingenua, sé que lo que viene es muy difícil, pero tengo una enorme capacidad de trabajo”, dijo, en referencia a los turbulentos momentos en los que aterriza en la organización, en medio de fracturas y tensiones diplomáticas en América.
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