Un nuevo ataque con misiles rusos dejó al menos 34 muertos y 117 heridos, incluidos 11 niños, durante la mañana del domingo en la ciudad de Sumy, al noreste de Ucrania, cerca de la frontera con Rusia. Según el Servicio Estatal de Emergencias, se trata del bombardeo más letal contra civiles en lo que va de 2025. El hecho ocurrió en pleno Domingo de Ramos, mientras se desarrollan conversaciones entre Rusia y Estados Unidos sobre una posible tregua. Se abre, entonces, el interrogante sobre el impacto de estos bombardeos en los intentos de diálogo, mientras parece que no hay avances.
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De acuerdo con autoridades locales, dos misiles balísticos impactaron en el centro de la ciudad. El primero alcanzó un centro de conferencias de la Universidad Estatal de Sumy, donde estaba programado un evento infantil. El segundo estalló en el aire a unos 200 metros de distancia, esparciendo metralla sobre una zona comercial. Testigos señalaron que las víctimas eran civiles que se dirigían a iglesias cercanas o se desplazaban en transporte público, entre ellos varios menores.
Rusia aceptó el bombardeo en un comunicado. Esta publicación, del Ministerio de Defensa de Rusia, acusa a Ucrania de utilizar a civiles como “escudos humanos” al ubicar instalaciones militares, como también celebrar eventos con soldados, en el centro de esta ciudad densamente poblada.
“Vivimos en el centro de la ciudad. No hay bases militares aquí. Esto es simplemente un genocidio”, declaró un residente local a medios ucranianos.
El atentado genera varios cuestionamientos frente a los esfuerzos por negociar un cese al fuego entre Rusia y Ucrania, con mediación de Estados Unidos. Para el profesor Vladimir Rouvinski, director del Laboratorio de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Icesi, “la guerra continúa a pesar de que hay lo que podemos llamar ‘diálogos’”.
Si bien reconoce intentos de avanzar hacia una tregua, advierte que el problema radica en que “Rusia considera que está ganando la guerra, o al menos no está perdiendo, y Putin no tiene incentivos reales para detener lo que está haciendo, porque las consideraciones humanitarias para Moscú son irrelevantes”.
Para Rouvinski, “Moscú continúa con su plan ofensivo, con su plan de combate, porque incluso las empresas y el complejo militar industrial ruso están ganando dinero, y hay mayores incentivos para los trabajadores”. Para él, se trata de un país capitalista para el cual “la guerra también es un negocio”.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, calificó el ataque como un acto de terrorismo deliberado. “Solo la escoria más vil puede actuar así. Rusia busca exactamente este tipo de terror y está prolongando la guerra. Sin presión sobre Moscú, la paz es imposible”, expresó en un mensaje publicado en su canal de Telegram.
En diálogo con Channel 4 News, el diputado ucraniano Dmytro Natalukha también condenó el ataque, al que calificó como “terrorismo en estado puro”. Aseguró que no se trató de una acción con fines militares, sino de un intento deliberado por generar sufrimiento entre la población. “No hay líneas de combate en el centro de Sumy, solo personas y familias yendo a la iglesia. Esto es simplemente para hacer sufrir”, afirmó. Además, criticó los planes discutidos por representantes rusos y estadounidenses que, según él, buscan “particionar Ucrania en zonas de influencia”, una estrategia que considera repetitiva y diseñada desde Moscú.
El bombardeo ocurre además en un contexto de tensión renovada entre Kiev y Moscú, que se acusan mutuamente de romper una tregua de 30 días sobre ataques a infraestructuras energéticas. Mientras tanto, Rusia denuncia dos ofensivas ucranianas contra su red eléctrica, y Ucrania asegura haber sido blanco de drones y misiles rusos en varias regiones del país.
Zelenski desafía a Trump a conocer la realidad ucraniana
El ataque en Sumy también ha puesto a prueba la relación entre Kiev y Washington. En una entrevista del domingo con el programa 60 Minutes, Zelenski fue consultado sobre si invitaría al expresidente Donald Trump a visitar Ucrania. La respuesta fue clara: lo haría con gusto, para que vea con sus propios ojos a las “personas, civiles, soldados, hospitales, iglesias y niños que han muerto y todos los lugares destruidos”.
Trump, por su parte, afirmó que le informaron que el bombardeo fue “un error”, aunque no ofreció detalles sobre la fuente. “Es algo horrible”, declaró ante medios estadounidenses sin dar más detalles.
Para Rafael Piñeros, internacionalista y profesor de la Universidad Externado, Ucrania enfrenta presiones crecientes debido al interés de Trump en encontrar una salida rápida al conflicto. Sin embargo, advierte que “los ucranianos son conscientes del esfuerzo que han hecho, con lo cual estarían dispuestos a seguir resistiendo”. También menciona que, aunque la situación económica en Rusia se ha deteriorado, aún no es incontrolable para el Kremlin.
Ante la pregunta sobre cómo inciden los recientes bombardeos en las negociaciones de paz, Vladimir Rouvinski sostiene que Ucrania tampoco tiene incentivos reales para avanzar hacia un acuerdo, especialmente porque no existen garantías claras por parte de Estados Unidos, más allá de las declaraciones de Donald Trump sobre invertir en el país y crear una relación de interdependencia económica con el gobierno de Zelenski: “Para Ucrania tampoco hay incentivos reales para enfrentar los ataques de Rusia o para terminar la guerra. Lamentablemente, todo indica que estos combates continuarán”, afirma Rouvinski.
Tensiones diplomáticas y condenas internacionales
Piñeros advierte que el panorama de esta guerra sigue siendo incierto. En su opinión, no se vislumbra una solución duradera en el corto plazo, ya que ambos bandos continúan atentando contra la frágil tregua militar. “Creo que Ucrania quiere sabotear las negociaciones, que en el fondo no le convienen”, señala, debido a que podría quedarse por fuera de la Unión Europea y la OTAN, e incluso enfrentar la pérdida de parte de su territorio.
Según él, Ucrania está saboteando las negociaciones de la tregua al continuar con ataques sobre territorio ruso, promover una campaña internacional para generar adeptos a la visión ucraniana de la agresión rusa, y mantener una postura inflexible respecto a la cesión de territorio, como el propio Zelenski ha reiterado en varias ocasiones.
Desde Europa, varios líderes condenaron el ataque. El presidente francés, Emmanuel Macron; la primera ministra italiana, Giorgia Meloni; y el primer ministro británico, Keir Starmer, exigieron medidas más contundentes contra Moscú. El enviado especial de EE. UU. para Ucrania, Keith Kellogg, calificó el ataque como “una atrocidad que cruza cualquier línea de decencia”. Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, pidió un “cese al fuego duradero” y alertó sobre el “patrón devastador” de bombardeos recientes contra centros urbanos en Ucrania.
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