La vieja tensión entre Suecia y Turquía vuelve a agudizarse; la OTAN espera
La petición del país nórdico de incorporarse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) está paralizada por el momento. Más allá del nuevo capítulo de tensiones entre Estocolmo y Ankara por la incineración del Corán en una protesta sueca, el conflicto se remonta a varias causas diferentes, según los analistas.
La petición de Suecia para pertenecer a la OTAN, apresurada tras el estallido de la guerra en Ucrania, ha enfrentado a Estocolmo y Ankara durante los últimos ocho meses. La tensión se agudizó el sábado pasado tras una serie de “delitos de odio manifiesto” del país nórdico, según alegaron las autoridades turcas, lo que ha escalado un altercado que recae más que todo en lo diplomático.
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La petición de Suecia para pertenecer a la OTAN, apresurada tras el estallido de la guerra en Ucrania, ha enfrentado a Estocolmo y Ankara durante los últimos ocho meses. La tensión se agudizó el sábado pasado tras una serie de “delitos de odio manifiesto” del país nórdico, según alegaron las autoridades turcas, lo que ha escalado un altercado que recae más que todo en lo diplomático.
Efecto dominó
La invasión de las tropas de Vladimir Putin en la región del Dombás ucraniano el año pasado prendieron las alarmas de Suecia y Finlandia, cuyos gobiernos pusieron en marcha su aspiración de formar parte de la OTAN, en preparación a los posibles efectos del poderío militar del Kremlin.
Desde mayo de 2022, tanto Estocolmo como Helsinki han insistido en adscribirse a la OTAN, lo cual les brindaría respaldo militar, en un caso hipotético en el que Putin dirigiera su ofensiva hacia esos países nórdicos. Según dijo el secretario de prensa del Pentágono, John Kirby, formar parte de este grupo de países implica que “se defenderá cada centímetro del territorio de la OTAN” ante una agresión.
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Incluso luego del inicio de la invasión a Ucrania, Suecia ha destinado el 2 % de su PIB a gasto armamentístico; Finlandia, por su parte, asegura que más de la mitad de sus habitantes se “sentirían más seguros” perteneciendo a esta organización, según publicó el año pasado la encuesta Nova.
Esto significó “un vuelco radical”, expresó Euronews, debido a que “la neutralidad” en los conflictos garantizaba independencia a ambas naciones escandinavas “durante la Guerra Fría […] Ahora es todo lo contrario. Tanto finlandeses como suecos consideran que es la mejor forma de proteger su independencia”, aseguró el medio.
Sin embargo, es algo que hasta el momento no han logrado debido a las constantes negativas de Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, que, como miembro de la alianza atlántica, ha tenido el poder de bloquear la adhesión.
El papel de Turquía
De acuerdo con los estatutos de la OTAN, los 30 países que conforman la Organización deben estar de acuerdo para aceptar un nuevo miembro. Así lo establece el Artículo 10.°, que afirma que para permitir el ingreso de un Estado ajeno debe haber un “acuerdo unánime […] entre las partes (países)”. No obstante, Turquía ha sido el único miembro de este órgano que se ha negado a dar vía libre (veto) a que Suecia pase a ser un país miembro de la OTAN.
“Las organizaciones de seguridad y defensa requieren un grado de legitimidad superior a la mayoría simple para la toma de decisiones”, explica Rafael Piñeros, politólogo y experto en política exterior. “El ingreso de un nuevo miembro exige unanimidad. El bloqueo por parte de un miembro (de la OTAN), es suficiente para que se pueda restringir el ingreso de un nuevo miembro […] no importa si en este caso es Suecia, Finlandia o el que sea”, afirma Piñeros.
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Erdogan se ha opuesto pues argumenta que Suecia es “una incubadora de organizaciones terroristas”, razón suficiente, según él, para no dar la aprobación. “A quienes acogen terroristas no les diremos sí”, afirmó el presidente turco a comienzos de 2022. Se refiere a la aceptación de militantes y simpatizantes kurdos a los que Ankara considera “terroristas”, sobre todo los del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y sus aliados del norte de Siria y de Irak.
El mandatario ha pedido a Suecia que, como condición para ser aceptada, extraditara a 33 personas requeridas por la justicia turca. Entre ellos el periodista Bulent Kenes, quien aseguró a El País que había “sido condenado a tres cadenas perpetuas agravadas […] por lo que escribí en una columna de 500 palabras. […] Cualquier disidente es un terrorista para Erdogan”.
Desde Ankara se pide también la extradición de miembros del PKK, catalogado por Turquía como “terrorista” y grupo con el que mantiene enfrentamientos desde 1984. Hasta el momento, Suecia se ha negado a deportar a esas personas debido al temor de lo que pueda pasar con ellos una vez lleguen a Turquía, asegura el analista.
El último escenario de las tensiones ocurrió el sábado pasado, día en que Rasmus Paludan, un político sueco, incineró el Corán, texto sagrado del islam, frente a la embajada de Turquía en Estocolmo. Esto ocasionó que Erdogan vociferara que “quienes causaron tal desgracia […] no deben esperar benevolencia alguna por nuestra parte con respecto a su solicitud de adhesión a la OTAN”.
Para Piñeros, esta situación entre ambos estados es muy compleja, pues “el sartén y el mango lo tiene Turquía”. El analista asegura que “en el caso de Erdogan y Suecia hay unas diferencias culturales marcadas que son determinantes” para que se apruebe o no la petición; “por ejemplo, el respeto por los derechos humanos para Suecia es fundamental, pero para un régimen como el de Ankara las libertades están supeditadas a preservar la estabilidad”.
Así pues, Piñeros considera que las relaciones entre ambos países y la petición de Suecia de anexarse a la OTAN están en un punto de quiebre y lejos de encontrar alguna solución.
“No creo que haya la voluntad política desde Turquía de desbloquear a un país que insulte el texto sagrado. En términos coloquiales, usted no puede entrar a una organización pateando la puerta”, concluye Piñero.
Rusia, el protagonista tras bambalinas
Analistas han coincidido en que una de las razones por las cuales Erdogan no permite la inserción de Suecia a la OTAN es Rusia. Precisamente, las relaciones que mantiene Turquía con Vladimir Putin. Por ejemplo, desde Ankara se ha rechazado múltiples veces que Occidente sancione al Kremlin por su incursión militar en Ucrania.
Incluso cuando las sanciones fueron impuestas, Turquía aseguró “buscar alternativas” para mantener sus relaciones comerciales con Rusia, en palabras de Efe. Dentro de estos negocios está la central de Akkuyu (en el sur del país). Esta será la primera planta nuclear en territorio turco que construye una empresa rusa, que además parece reforzar los lazos mercantiles entre ambos países.
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Además, “a lo largo de toda la historia moderna de Turquía se ha buscado en varias ocasiones la ayuda de Moscú para desarrollar su industria”, resaltó la revista Nueva Sociedad.
Para Piñeros, el mayor punto en común es la posición estratégica de Turquía. “Desde el imperio otomano ha habido disputas territoriales […] sin embargo, la Turquía moderna entiende que puede ser un puente para atravesar negociaciones con la Federación Rusa”, explica el analista. Como conclusión, Piñeros opina que “Turquía es un mediador en los conflictos de Oriente Medio”, por lo que es muy poco probable que la disputa diplomática entre Suecia y Turquía tenga solución política o diplomática en el corto plazo.
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