Los retos que enfrenta: la Iglesia de León XIV no es la misma de Francisco

La discusión sobre el legado del papa Francisco, fallecido en abril, comienza a transformarse y a entrar en diálogo con la expectativa que existe sobre León XIV, su sucesor y —desde esta semana— líder de los católicos. Jefe de Estado, religioso y espiritual, Robert Prevost —nombre de pila del pontífice— tiene por delante una serie de retos que marcarán su papado y definirán el rumbo de la Iglesia de Roma en los próximos años.

De entrada, se presume que será un pontificado largo. En contraste con su antecesor, León XIV asume el cargo con 69 años, siete menos que los 76 que tenía Jorge Mario Bergoglio cuando fue escogido en el cónclave de 2013.

Tiene, sin duda, destellos de continuidad en su labor en la Curia romana, pues fue la mano derecha de Bergoglio en el proceso de selección de obispos en todo el mundo, a través del Dicasterio para los Obispos, entendido en cierta forma como un ministerio —o secretaría, en lenguaje organizacional— de un Estado. Sin embargo, antes de elegirlo, los cardenales celebraron 12 reuniones o congregaciones precónclave que tuvieron lugar entre el funeral de Francisco y el lunes anterior al inicio de las rondas de votación y la ceremonia. Allí, la mayoría de los 133 cardenales (incluido Prevost) deliberaron sobre todos los retos y criterios que debían tenerse en cuenta para escoger al nuevo sucesor de san Pedro.

El perfil de Prevost —misionero, de discurso conciliador, con vocación para tender puentes y una fuerte inclinación hacia la doctrina social— aporta pistas claras. Su elección de nombre da continuidad al legado de León XIII, pionero en esta materia con su encíclica “Rerum Novarum” (“Cosas nuevas”). Todo indica que, al buscar a un sucesor de Francisco, los cardenales privilegiaron un nombre que uniera en lugar de fracturar, menos disruptivo que el propio pontificado de Francisco.

“Él tiene un conocimiento amplio y profundo de la Iglesia y de los problemas propios de cada diócesis; eso, visto entre líneas, revela una gran fuerza y una preparación excepcional, capaz de llevar experiencias más allá de las fronteras hasta el corazón de la Iglesia universal. Recibió la mejor formación para llegar a este momento. Todos esos elementos, que se van sumando, marcan el rumbo de una elección como esta. Van dejando pistas muy concretas de un pontificado universal, pero cercano al pueblo”, explica Santiago Sierra, docente del Centro de Teología de la Universidad Javeriana.

Ahora, la agenda de León XIV ya comenzó el viernes, cuando ofició su primera misa ante el Colegio Cardenalicio, con quienes también se reunió en privado ayer. Hoy, por su parte, presidirá por primera vez el rezo del “Regina Caeli” desde el balcón central de la Basílica de San Pedro. Según el medio oficial del Vaticano, también se encontrará este domingo con trabajadores de los medios de comunicación, “en un gesto de cercanía con el mundo de la información”. El viernes 16 de mayo sostendrá un encuentro con todos los diplomáticos acreditados ante la Santa Sede y el próximo domingo tendrá lugar la ceremonia formal de aceptación del cargo: la misa pública inaugural en la Plaza de San Pedro, que marca el inicio oficial de su pontificado. Allí comenzará formalmente su papado, y el miércoles 21 de mayo presidirá su primera audiencia general. Con todo este panorama, estos son algunos de los retos que enfrentará el papa.

El jefe de todos

Prevost tiene la experiencia de haber manejado comunidades religiosas. Entre 2001 y 2013 fue prior (líder) de los agustinos, la orden por la que se hizo sacerdote en Estados Unidos en los años 80 y por cuyo designio terminó como misionero en Perú. Claro que no es lo mismo atender a una comunidad de poco más de 4.000 miembros (según el portal Jerarquía de la Iglesia católica) que ser el líder natural de más de 1.400 millones de católicos en todo el mundo.

En ese sentido, Antonio José Sarmiento, sacerdote y vocero de la Compañía de Jesús (los jesuitas) en Colombia, reitera que la misión que ahora adquiere León XIV es mantener la comunión entre todos los católicos. Esto, a pesar de que Sarmiento reconoce que existen “bandos”, como los que se hicieron visibles durante el papado de Francisco.

“Lo pudimos apreciar durante todo el papado de Francisco y en los antecedentes de este cónclave: se manifestaban unas tendencias más conservadoras, otras de línea intermedia y otras, digamos, más progresistas o liberales, por ponerles una etiqueta. Pero el papa tiene que animar esa diversidad de carismas. Él no es el papa de un solo grupo, de una sola tendencia, es el papa de todos. Entonces, ese ministerio de animar la unión de la Iglesia debe tener en cuenta esos matices, esos énfasis, esas interpretaciones, salvo que sean herejías o que realmente vayan abiertamente en contra del evangelio y de la doctrina católica. Por lo demás, el ministerio del papa es unir”, explica.

Durante el papado de Francisco, y específicamente en la recta final, se evidenció una férrea oposición a sus doctrinas. Tal vez el caso más emblemático fue el de la rebeldía de la Prelatura de Moyobamba en Perú (donde vivió León XIV), en la que más de 50 sacerdotes se negaron a impartir la bendición a parejas del mismo sexo, como sugería la “Fiducia supplicans” (“Confianza orante”), un documento del Vaticano emitido por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Ahora, como explicó el jesuita, la tarea del nuevo papa será unir lo que las reformas y los cambios que persiguió su antecesor dividieron.

Exigencia de transparencia

En contraste con los saludos y las bienvenidas al nuevo papa, la organización SNAP (Red de Sobrevivientes de Aquellos Abusados por Sacerdotes) le envió una carta afirmando que “el gran espectáculo en torno a su elección nos recuerda: los sobrevivientes no tienen el mismo peso en este mundo que ustedes (...) La Iglesia no tiene credibilidad para hablar sobre los derechos de los niños mientras siga protegiendo a depredadores y eximiendo a los obispos de la rendición de cuentas”.

Previamente habían exigido al papa Francisco una investigación cuando Prevost era prefecto del Dicasterio para los Obispos, acusándolo de “encubridor” por su manejo de casos de abuso durante su tiempo como obispo de Chiclayo y en un caso específico en Chicago, cuando lideró a los agustinos: “Existen serias razones para creer que el cardenal Prevost no siguió los procedimientos establecidos por la Santa Sede para llevar a cabo investigaciones tras las denuncias de abuso”.

Sin embargo, desde Perú, la narrativa sobre estas denuncias varía. Pedro Salinas, periodista e investigador, coautor con Paola Ugaz de “Mitad monjes, mitad soldados” —el libro que denuncia las irregularidades del Sodalicio de Vida Cristiana, la comunidad católica que Francisco disolvió meses antes de morir—, afirmó al portal Religión Digital que son los miembros del Sodalicio los que están difundiendo y promoviendo estas denuncias, que incluso han sido desmentidas por la Diócesis de Chiclayo en un comunicado.

“Las denuncias surgieron de las canteras del Sodalicio, con el propósito de desacreditarlo, desprestigiarlo y deslegitimarlo ante la opinión pública. Prevost siempre asumió el pleito y se puso en el lugar de las víctimas. Siempre puso en el centro a las víctimas y fue uno de los que defendió a los sobrevivientes frente a los ataques del Sodalicio”, afirmó Salinas.

En ese sentido, Alonso Zambrano, periodista peruano del semanario “Hildebrandt”, recalcó durante la jornada de elección de Prevost que este tuvo un rol clave en el desmantelamiento del Sodalicio, afirmando que dio “como jefe del Dicasterio de los Obispos la recomendación final al papa Francisco para remover al exobispo de Piura José Eguren Anselmi, ligado al Sodalicio”.

Ahora, con o sin denuncias, León XIV tiene por delante la tarea de responder por estos abusos y las acusaciones de encubrimiento no solo en su contra, sino a nivel global. Como dice la carta de SNAP, muchos de los cardenales que lo eligieron han encubierto casos de abuso en el clero; si se quiere conciliar y unir, debe haber justicia.

Un líder de Estado

El carácter geopolítico de la Iglesia católica no deja de pesar a nivel mundial. Prueba de ello es la cantidad de líderes mundiales que asistieron al funeral de Francisco: desde Donald Trump y Volodímir Zelenski hasta los principales mandatarios de Europa, Asia y América Latina.

El cardenal Prevost llega ahora con un bagaje que, para muchos, es global. Hijo de migrantes (padre francés y madre con raíces ecuatorianas y españolas), peruano nacido en Estados Unidos, ha trabajado en Roma en los últimos años. Es, en palabras del profesor Santiago Sierra, un “collage” que podría ajustarse a las necesidades del mundo actual: “Prevost tiene un mosaico de procedencias que lo hacen absolutamente universal y le permiten entender no solo la cultura latinoamericana o norteamericana, sino una cultura mucho más amplia, que es lo necesario en este momento para una Iglesia que ya no es eurocéntrica”.

Los retos como líder mundial los reconoció el mismo papa. Su discurso inicial desde la Plaza de San Pedro habló de una paz desarmada y desarmante, de ser comunidad y de un llamado a la unidad. Esta, en cierta medida, es una bandera que hereda de Francisco, quien llegó a afirmar en enero de 2024 que, en medio de las guerras en Gaza, Ucrania, Sudán, entre otras, el mundo estaba comenzando a vivir una “tercera guerra mundial a pedazos”. Este es el mismo panorama que recibe León, si no más grave: ahora en Gaza la cifra de muertos ya supera los 52.000 por los ataques de Israel, y otras potencias nucleares como India y Pakistán están “ad portas” de escalar a un conflicto mayor.

“En esa formación y trayectoria que tiene el papa León XIV, tenemos una figura muy estimulante, bien formada, con una espiritualidad muy profunda, capaz de invitar al diálogo y de mediar, también, a través de algunos de sus cardenales y obispos, en este tipo de conflictos que, ojalá, empiecen a tener un final y una negociación en el tiempo inmediatamente posterior. Son conflictos insostenibles desde el punto de vista de la dignidad humana, de la justicia, de la convivencia, de la calidad de vida. Creo que tenemos a un papa global. Su hoja de vida es espléndida y es muy bien recibido por la comunidad mundial”, desarrolla el padre Sarmiento.

Papa de más de 1.000 millones

Una de las tareas más grandes de Francisco fue apostar por la sinodalidad de la Iglesia católica. Esto, sin tecnicismos, significa una participación más transversal de todos los miembros de esta institución. “Francisco nos insistió todo el tiempo en ser una Iglesia en salida, una Iglesia que baje del pedestal y se adentre en las realidades del ser humano contemporáneo en la diversidad de contextos políticos, sociales y religiosos. Una Iglesia que no espere privilegios ni alabanzas, sino que sea una Iglesia misionera”, explica Sarmiento.

Consolidar este modelo de institución abierta al mundo fuera del Vaticano es uno de los retos más grandes de León XIV. Ya sabe lo que es ser misionero: entre idas y venidas, pasó más de 38 años en Perú en servicio desde su llegada en 1985. En ese sentido, es posible que sea quien dé continuidad y aterrice las reformas de Francisco en este aspecto.

Sin embargo, quedan muchas preguntas sobre el camino que tomará este reto para León XIV. Siendo cardenal y delegado por el papa para el Sínodo de la Sinodalidad (proceso convocado por Francisco entre 2021 y 2024, en el que se llevaron a cabo numerosos diálogos entre miembros de la Iglesia), afirmó esta semana que “clericalizar a las mujeres” no resolvería los problemas. “Hay que buscar una nueva comprensión, o una comprensión diferente, del liderazgo, el poder, la autoridad y el servicio —sobre todo el servicio— en la Iglesia, desde las diferentes perspectivas que pueden aportar a la vida de la Iglesia tanto las mujeres como los hombres”, dijo en declaraciones recogidas por “ACI Prensa”.

Ciertamente, sus palabras apuntan a la definición de sinodalidad, pero ahora que es papa, puede que sea el momento de que él propicie la búsqueda de esas formas a las que se refiere.

“Tiene por delante atender los abusos en el interior de la Iglesia, la transparencia, las finanzas, la claridad en los discursos, la apertura a esta sinodalidad que incluye a las mujeres, a los laicos y a las comunidades diversas, así como la preocupación por la ecología. Pero también destaco la importancia de la evangelización, es decir, la construcción de las comunidades eclesiales”, afirma el profesor Sierra.

En este punto es clave su trabajo reciente en el Dicasterio para los Obispos. De cierta forma, fue el cazador y seleccionador de obispos para Francisco, por lo que se puede decir que ya viene desde 2023 en la tarea de elegir a quienes, en el terreno, implementarán ese modelo de Iglesia sinodal y tendrán el contacto directo con los más de 1.400 millones de católicos que hay en el mundo, según cifras del Vaticano.

👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.

🌏📰🗽 Le puede interesar nuestro plan superprémium, que incluye acceso total a El Espectador y a la suscripción digital de The New York Times. ¡Suscríbase!

📧 📬 🌍 Si le interesa recibir un resumen semanal de las noticias y análisis de la sección Internacional de El Espectador, puede ingresar a nuestro portafolio de newsletters, buscar “No es el fin del mundo” e inscribirse a nuestro boletín. Si desea contactar al equipo, puede hacerlo escribiendo a mmedina@elespectador.com