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La masacre de Tulsa, EE. UU.: Joe Biden y la esperanza de reparación

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, expresó u compromiso de acabar con las “raíces del racismo sistémico” en el país, con motivo del centenario de la masacre de Tulsa (Oklahoma), donde una turba de blancos acabo con la vida de al menos 300 afroamericanos.

01 de junio de 2021 - 05:05 p. m.
El presidente de EE. UU. visita este martes Tulsa, cien años después de una masacre racial que sacudió el país, pero cuyas heridas aún están abiertas.
El presidente de EE. UU. visita este martes Tulsa, cien años después de una masacre racial que sacudió el país, pero cuyas heridas aún están abiertas.
Foto: Agencia AFP

Entre el 31 de mayo y el 1 de junio de 1921 tuvo lugar la mayor masacre racista de la historia reciente de EE. UU., cuando una turba de blancos incendió y saqueó por completo Greenwood, uno de los barrios afroamericanos más adinerados de entonces en el país.

Más de 1.200 viviendas fueron arrasadas, saqueadas y quemadas con la connivencia de las autoridades locales en una tragedia de la que a fecha de hoy se desconoce el número exacto de muertos porque nadie quiso investigar, aunque ahora los historiadores sitúan los fallecidos en al menos 300.

A esta ciudad llega hoy el presidente de Estados Unidos. Joe Biden será recibido con expectación por parte de los residentes afroestadounidenses, que ansían que su petición de una reparación económica sea escuchada.

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El presidente demócrata, que goza de un amplio apoyo entre la población negra, participará el martes en la conmemoración del centenario de uno de los peores episodios de violencia racista en la historia de Estados Unidos.

Su administración anunció este martes por la mañana medidas de ayuda económica para la población afroestadounidense, con el objetivo de facilitar su acceso a la propiedad o la creación de empresas, puntos considerados cruciales en la comunidad negra de Tulsa.

Kristi Williams, activista y descendiente de víctimas de la matanza, quiere que Biden “haga justicia”. “Hace cien años, paralizaron nuestras viviendas, nuestro desarrollo económico, se nos quitó la tierra”.

Hoy, el país “tiene la oportunidad de corregir ese error”, dice a la AFP.

El 31 de mayo de 1921, un joven afroestadounidense fue detenido tras ser acusado de agredir a una mujer blanca. Un grupo de hombres de su comunidad salió a defenderlo, enfrentándose a cientos de manifestantes blancos.

En un ambiente tenso, se produjeron disparos y los afroamericanos huyeron a su barrio de Greenwood.

Al día siguiente, al amanecer, los blancos saquearon e incendiaron negocios y casas en lo que entonces se conocía como “Black Wall Street”, un ejemplo de éxito económico.

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Al igual que las pérdidas económicas, el número de víctimas es difícil de calcular, pero los historiadores estiman que hasta 300 afroestadounidenses perdieron la vida y casi 10.000 se quedaron sin hogar, sin que se condenara a ningún funcionario blanco.

La policía, que no intentó impedir la matanza, incluso armó a algunos de los alborotadores, según el informe de una comisión de investigación.

La visita de Biden

Será el primer mandatario en el cargo que acudirá a la ciudad en esta fecha especial, y lo hace después de la ola de protestas por la justicia racial que ha vivido EE.UU. en el último año, desencadenadas por la muerte del afroamericano George Floyd tras ser asfixiado por policía blanco en Mineápolis

El lunes, Biden dijo que el gobierno de Estados Unidos debe “reconocer el papel que desempeñó en la sustracción de riqueza y oportunidades a los barrios negros”. En ese sentido, manifestó el compromiso de su Administración a la hora de admitir ese papel de las autoridades y de abordar las desigualdades raciales con “inversiones históricas” en la seguridad económica de las familias y programas con fondos para pequeños negocios en zonas desventajadas, entre otros.

Biden hizo referencia a ordenanzas locales y medidas adoptadas por el Gobierno federal que impidieron que los vecinos negros pidieran préstamos para la reconstrucción, o a la construcción de una autopista que dividió a esta comunidad. En consecuencia, “el ataque contra las familias negras y la riqueza negra en Greenwood persistió a lo largo de generaciones”, subrayó.

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El reverendo Robert Turner, cuya iglesia metodista afroestadounidense de Vernon fue uno de los pocos edificios de Greenwood que se salvó de la destrucción en 1921, lanzó una petición para pedir indemnizaciones.

“Espero que este país se ocupe por fin de los ciudadanos a los que ha tratado mal durante siglos, es decir, los afroestadounidenses”, dijo.

Las víctimas

El lunes, el alcalde de Tulsa, George Bynum, se disculpó formalmente por “la incapacidad de la ciudad para proteger” a la comunidad en 1921.

Los efectos de la destrucción se siguen sintiendo hoy en esta ciudad de Oklahoma, un estado sureño otrora esclavista y bastión del Ku Klux Klan. Las desigualdades entre el norte de Tulsa, predominantemente negro, y el sur, mayoritariamente blanco, son muy marcadas.

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“No ha cambiado, seguimos segregados”, dice Billie Parker, una mujer negra de 50 años que creció en Tulsa. “Aquí sólo hay hierba, pero había inversión, había riqueza, había vida”, recuerda la congresista demócrata de Texas Sheila Jackson Lee, defensora de las reparaciones.

El 19 de abril, algunos de los últimos supervivientes centenarios viajaron a Washington para declarar ante el Congreso y pedir que el país reconociera su sufrimiento.

Ya en 2001, una comisión recomendó que los residentes de Greenwood recibieran una indemnización. Hasta ahora, estas llamadas han sido en vano.

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