El sábado, en medio de los reportes del ataque aéreo lanzado por Irán contra Israel, trascendió la información de que el avión presidencial israelí, llamado “Ala de Sion”, había dejado el territorio de ese país.
Circularon noticias falsas, como que el primer ministro había dejado el país en la aeronave, lo que, por supuesto, no sucedió, pues Netanyahu continuó atendiendo reuniones urgentes en Tel Aviv.
Durante una sesión informativa a inicios del ataque, cuando se creía que era solo con drones, mas no con misiles, el principal portavoz militar, contraalmirante Daniel Hagari, confirmó que el “Wing of Zion”, descrito como la versión israelí del “Air Force One” estadounidense, estaba en el aire.
Según el portavoz, la decisión se debió a consideraciones operativas.
Los sitios de rastreo de aviones documentaron el viaje del avión presidencial, un Boeing 767-338ER, de matrícula 4X-ISR.
Con base en dichos reportes, Times of Israel informó que la aeronave salió de la base de Nevatim, al sur del país.
Se trata de la misma base en la que horas después se confirmarían daños causados tras el ataque de Irán, lo que el régimen de la república islámica celebró. Israel, no obstante, dijo que se trató de daños materiales que no impidieron que la base siguiera en funcionamiento.
Israel, que contó con el apoyo operativo de aliados como Estados Unidos y Reino Unido, asegura que logró interceptar el 99 % de los ataques. Los sistemas de defensa del Domo de hierro y el Arrow 3 fueron fundamentales en la respuesta.
La historia del avión
Al reportar sobre el despegue del avión, Times of Israel recordó que se trata de un avión presidencial que nunca se ha usado. Y es que el “Air Force One” israelí, de al menos 20 años de antigüedad, fue comprado en 2014, en pleno gobierno de Benjamin Netanyahu, en una operación rodeada de controversias.
El negocio se hizo con la aerolínea Qantas, su anterior propietario, y no fue sino hasta 2016 que de California el avión voló a suelo israelí.
“El presupuesto original para su compra, conversión y modernización era de 393 millones de shéquels (115 millones de dólares), que cuando voló por primera vez había aumentado en un 50 por ciento, hasta 580 millones de shéquels”, informó Haaretz en 2021.
Aunque su primer vuelo de prueba fue en 2019, la puesta en marcha de su operación se retrasó, entre otras, por la crisis económica que resultó de la pandemia de covid, en medio de la cual mayores gastos en un avión presidencial habrían desatado la indignación popular.
Entonces, hubo cambio de gobierno, y la puesta en marcha quedó en veremos.
Originalmente estaba dispuesto para casi 300 pasajeros, pero con las adecuaciones Haaretz informó que ese número quedaría reducido a la mitad.
Entre las mejoras que se le hicieron está la incorporación de un sistema para poder emitir comunicaciones encriptadas, así como un sistema de defensa antimisiles.
De acuerdo con Times of Israel, incluye una oficina privada para el primer ministro, un dormitorio con baño y ducha, una cocina completamente equipada, una sala de reuniones e incluso una “sala de guerra”.
El mismo medio citó hace dos años “un mordaz informe” del contralor estatal Matanyahu Englman en el que señala que el “costo de un vuelo promedio a bordo del nuevo avión sería cerca del doble que el de alquilar un jet privado para asuntos oficiales”.
El medio continuó: “Englman también criticó la exigencia de un avión con capacidad para 100-120 personas, a pesar de que el vuelo medio de un primer ministro sólo lleva 61 personas”.
Ese mismo año, en 2022, con el avión aún almacenado en el desierto, se informó que tras recibir la autorización final el Ala de Sion estaba listo para volar. A inicios del año pasado, completó un nuevo vuelo de prueba.
Pero como dijimos al principio, el sábado, tras el despegue, Times of Israel recordó que el avión pensado para transportar al primer ministro aún no ha cumplido su cometido.
Este domingo, aún no ha sido reportado el paradero del costoso artefacto, aunque se sabe que en horas de la madrugada Israel anunció la reapertura de su espacio aéreo.
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