Con las elecciones generales en Bolivia, el próximo 18 de octubre, comienza el ciclo electoral más activo de América Latina, un período que quedó congelado por la pandemia y hoy es un reto para la región. Si hay segunda vuelta presidencial en Bolivia, como anticipan las encuestas, deberán ir a las urnas de nuevo el 29 de noviembre.
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En Chile, que votará el referendo para reformar la Constitución, la cita será el 15 de octubre; el 15 de noviembre habrá municipales en Brasil y el 6 de diciembre serán las legislativas en Venezuela. Un abrebocas del 2021, cuando casi todos los países de la región deberán elegir presidente.
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El calendario electoral de 2020 agendó 154 eventos electorales significativos en todo el mundo; en julio ya se habían realizado 45, pero el avance de la pandemia modificó las elecciones planilladas para el segundo semestre. En 71 casos se modificó el calendario: 41 elecciones fueron reagendadas y treinta más se aplazaron sin definir una fecha tentativa, señalan los datos de la organización Transparencia Electoral. Algunos de esos cambios afectaron las regionales de España y las municipales de Inglaterra. Bolivia, Paraguay, Uruguay, Chile y República Dominicana también cambiaron sus fechas para sus citas en las urnas.
“Uruguay (que fue a regionales el 27 de septiembre) mostró cómo la pandemia afecta a la población e incide en las elecciones. Si en los últimos años, debido al malestar social y a la creciente desafección con la democracia, primaba el voto de castigo, esta vez el oficialismo ganó gracias a su gestión contra el SARS-CoV-2. El Partido Nacional o Blanco, del presidente Lacalle Pou, se impuso en 15 de los 19 departamentos, arrebatándole tres al Frente Amplio, que, sin embargo, mantuvo los tres distritos más poblados”, señaló en una columna Carlos Malamud, catedrático de Historia de América e investigador principal para América Latina del Real Instituto Elcano.
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El coronavirus cambió la manera de hacer política y de ir a las urnas. Por eso Transparencia Electoral llama la atención sobre los procesos en América Latina, en donde algunos gobiernos no tienen credibilidad y las elecciones están bajo sospecha. “Los países con una robusta institucionalidad electoral estarán en mejores condiciones para adaptarse a este nuevo y complejo escenario, que no solo afectará el calendario electoral de 2020, sino también el de 2021. Solo recordemos que en América Latina hay autoridades electorales que tienen serios problemas para hacer elecciones en condiciones de normalidad. Los últimos procesos electorales en Bolivia y República Dominicana son solo algunos ejemplos”, señaló en un informe la organización Transparencia Internacional.
“En los próximos 25 meses habrá nueve comicios presidenciales en América Latina. Muchas de estas elecciones se llevarán a cabo en un contexto aún definido por la emergencia de salud. Preservar la capacidad de las democracias latinoamericanas para celebrar elecciones exitosas es vital: las elecciones son con frecuencia la única válvula de escape para sistemas políticos sometidos a las extraordinarias presiones derivadas de una crisis sanitaria y económica sin precedentes”, escribió en The New York Times Kevin Casas Z., secretario general de IDEA Internacional.
Los retos que tiene la región van desde modernizar los sistemas electorales hasta garantizar las condiciones de participación de los candidatos y de los votantes, pues en la cultura latinoamericana prima el voto presencial, con papel y contacto físico, aunque, como muchas organizaciones reconocen, algunas naciones ya habían comenzado procesos de renovación, la pandemia detuvo los avances. “Hoy el problema se encuentra también en otro lado: en la aglomeración de las personas. Es por ello que la discusión pasa ahora por evitar la concentración de electores y preservar la salud del personal electoral, sean funcionarios generales o de mesa”, señala Transparencia Electoral.
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Estados Unidos era un ejemplo en votación no presencial, hasta que Trump llenó de dudas el sistema. El voto temprano le permite al elector votar no solo el día de la elección; por eso, de acuerdo con datos de la prensa, cuatro millones de estadounidenses ya ejercieron su voto para las elecciones del 3 de noviembre. Algunos lo hicieron de forma presencial y otros por correo.
La iniciativa funcionó durante años sin problemas y su tendencia iba en aumento, más con la pandemia; pero llegó Trump y vició el sistema de correo, señalándolo de poco eficiente y procurar el fraude.
“En las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016 casi el 40 % de los electores lo hizo a través de esta iniciativa. Para estas elecciones se podrá votar por correo en 35 de cincuenta estados, lo que representa nada menos que el 70 % de los mismos. Cabe destacar que Colorado, Oregón, Washington, Hawái y Utah llevan a cabo todas sus elecciones por correo”, destaca Leandro Querido, director ejecutivo de Transparencia Electoral.
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Bolivia comenzará la maratón electoral: cerca de 7,3 millones de personas están convocadas a las urnas y el Tribunal Supremo Electoral (TSE) adoptó protocolos, como el incremento de recintos de voto y dotar de ropa de seguridad a los notarios electorales.
En Chile, en el plebiscito para reformar la Constitución se han planteado medidas de bioseguridad como abrir más centros de votación, implementar medidas de higiene durante el proceso y extender el horario de ir a las urnas. En Brasil, cada cuatro años hay elecciones municipales, antesala de las presidenciales (2022), en las que el presidente Jair Bolsonaro buscará ser reelegido. El presidente ha sido un negacionista del virus, aunque lo contrajo, y no ha hecho anuncios sobre la votación.
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En Venezuela la situación es más compleja, porque al caos político se le suma el sanitario; Nicolás Maduro insiste en ir a las urnas el 6 de diciembre para reformar la Asamblea Nacional, a pesar de los pedidos de aplazamiento por parte de la oposición y la Unión Europea.
“Los tiempos de crisis son coyunturas donde se expresan con mayor intensidad las mayores desigualdades de poder entre quienes tienen los recursos y capacidades para definir ciertas políticas y aquellos que no pueden hacer más que luchar por sobrevivir. Por lo mismo, es en este momento que la democracia se pone en riesgo y resulta urgente reafirmarla. La participación electoral es una forma de activación”, escribe Claudio Fuentes, analista del Centro de Investigación Periodística (CIPER).