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Amnistía Internacional publicó su nuevo informe sobre la situación de la pena de muerte en el mundo. El documento, que recopila registros que corresponden a 2022, señaló que en este período de tiempo hubo un total de 883 ejecuciones ordenadas por el estado. Esta cifra es, para la ONG, “la más alta en cinco años”.
En el documento de más de 40 páginas, Amnistía Internacional explicó que esta “ola de asesinatos” se ha dado específicamente en países de Oriente Medio y el norte de África. Por ejemplo, señala a Irán de haber sido partícipe de incrementar “drásticamente” la pena capital a sus habitantes; como en el caso de tres ciudadanos que recibieron el veredicto de morir por tener “enemistad contra Dios”.
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“Este aumento drástico de las ejecuciones, sin tener en cuenta los miles que probablemente tuvieron lugar en China el año pasado, se debe principalmente a países de Oriente Medio y el Norte de África, donde las cifras registradas aumentaron de 520 en 2021 a 825 en 2022″, señala Amnistía Internacional.
Irán también fue escenario del asesinato de Mahsa Amini, una joven de 21 años que fue asesinado por la Policía por no portar “correctamente” el velo islámico. Esto lo ha convertido, según cataloga Amnistía Internacional, en “uno de los mayores ejecutores del mundo”, a la vez que extiende su “historial abominable” en materia de derechos humanos y cuidado de la vida en el país persa.
Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, explicó que en Irán hubo un escenario en el que “en un intento desesperado por sofocar la protesta popular, las autoridades quitaron la vida a personas que solo estaban ejerciendo su derecho a manifestarse”. Sin embargo, China, Corea del Norte, Egipto o Arabia Saudita hay evidencias, para la ONG, de todo tipo de método para llevar a cabo la muerte, entre ellas la inyección letal, ahorcamientos públicos, decapitación o el conocido “tiro de gracia”.
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Amnistía Internacional subraya que el número total de ejecuciones en el mundo en 2022 fue en realidad “considerablemente más alto” de lo registrado, ya que “el secreto que rodea el uso de la pena de muerte sigue impidiendo una evaluación precisa en varios países, como China, Corea del Norte y Vietnam”.
“Aunque no se conoce el número exacto de personas ejecutadas en China, este país sigue claramente a la cabeza”, agrega.
Una constante en el Siglo XXI
Los datos recopilados por la ONG demuestran que esta nueva cifra récord no es algo nuevo en los últimos años en el mundo. Aunque 2022 haya sido el año en que más ejecuciones capitales se hayan dado, esta es una constante que ronda casi los 1.000 casos anuales desde 2013.
Por ejemplo, aunque Amnistía informa que en el último año hubo 883 casos de pena de muerte, hace diez años las cifras oscilaban entre los 1.000 y 1.500 casos, lo que quiere decir que este fenómeno, aunque ha mermado, sigue siendo alto en el mundo.
Por ejemplo, está la situación de Arabia Saudita, que de acuerdo con la organización llevó a cabo “81 ejecuciones en un solo día”.
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“Cuatro países —Arabia Saudí, China, Irán y Singapur— llevaron a cabo ejecuciones por delitos de drogas en violación del derecho internacional de los derechos humanos, que prohíbe el uso de la pena de muerte para castigar delitos que no se ajusten a lo que se entiende por “los más graves delitos” (es decir, los que entrañan un homicidio intencional)”, acotó la ONG.
Un rayo de esperanza
Sin embargo, el informe destaca “un rayo de esperanza”: seis países abolieron total o parcialmente la pena de muerte en 2022.
Kazajistán, Papúa Nueva Guinea, Sierra Leona y la República Centroafricana la abolieron para todos los delitos, mientras que Guinea Ecuatorial y Zambia la eliminaron solo para delitos de derecho común.
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Por RFI
