En un nuevo giro en la prolongada guerra entre Rusia y Ucrania, las partes, a través de Estados Unidos, anunciaron el martes un acuerdo que supondría el cese de ataques a las infraestructuras energéticas en ambos países. Además, se pactó un alto el fuego en el estratégico mar Negro. Sin embargo, el Kremlin ha condicionado esta parte del acuerdo al levantamiento de las sanciones occidentales que afectan al sector agrícola ruso.
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El pacto se anuncia tras tres días de intensas deliberaciones en Arabia Saudita. Cabe recordar que es el primer acuerdo alcanzado recientemente por EE. UU., que bajo la administración de Donald Trump se ha propuesto atenuar las tensiones entre las partes.
El acuerdo para la navegación, enfocado en proteger la exportación de grano, se presenta como un primer indicio para disminuir la confrontación militar.
Los documentos expuestos no limitan la tregua a los 30 días inicialmente previstos y además establecen que Washington ayudará a restablecer las exportaciones agrícolas y de fertilizantes de Rusia, actualmente restringidas por sanciones occidentales.
El Kremlin difundió su propio comunicado en el que detalla “la iniciativa del mar Negro”, que prohíbe el uso de buques comerciales con fines militares.
Moscú espera que, a cambio, se levanten las sanciones que afectan a las exportaciones agrícolas, incluyendo medidas para que entidades financieras rusas, como Rosseljosbank, vuelvan a conectarse al sistema SWIFT (plataforma bancaria para intercambiar datos de forma segura, utilizada principalmente para enviar instrucciones de transferencias de dinero entre cuentas).
Ucrania se mostró crítica ante el restablecimiento de exportaciones rusas, al considerarlo un debilitamiento de la posición ucraniana en el conflicto
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, declaró que la tregua entró en vigor con la publicación de los documentos oficiales por parte de la Casa Blanca, aunque advirtió sobre la falta de medidas claras en caso de violaciones al alto el fuego.
¿Es positivo el acuerdo?
En el marco del acuerdo cabe preguntarse si será fructífero o si, por el contrario, podría usarse, por ejemplo, como una ventaja rusa para recuperar la fuerza económica y, posteriormente, relanzar ofensivas militares.
Gabriel Clavijo, docente e investigador de la Facultad de Relaciones Internacionales y Estudios Políticos de la Universidad Militar Nueva Granada, categorizó como “positivo” el acuerdo. Explica que “a pesar de que es frágil, es un inicio para posiblemente lograr una expansión o solidificar acuerdos posteriores que permitan llegar a la meta final [...]: una paz relativa entre Rusia y Ucrania”.
El interés es mutuo, pues “los rusos, obviamente, quieren volver a abrir sus mercados tradicionales de fertilizantes y de seguridad financiera para sus transacciones” y, por otra parte, “los ucranianos también quieren liderar el puerto de Odesa para la exportación de granos; sabiendo que Ucrania es el principal exportador de granos en el mundo”, aseveró el experto.
Según la última estimación de las exportaciones de granos y oleaginosas de Ucrania 2023-2024, hecha por el CSIS (Center For Strategic and International Studies), “ascendió a 63,77 millones de toneladas métricas, más de dos millones de toneladas métricas menos que las campañas comerciales 2021/22 y 2022/23″.
Clavijo señaló, además, que “Rusia ha venido creciendo económicamente a pesar del conflicto, curiosamente ha fortalecido su economía debido a los pactos comerciales con sus aliados tradicionales. Eso ha fortalecido su posición”. Según los reportes oficiales, para 2024 Rusia aumentó su PIB en un 4,1 %.
No obstante, hay quienes toman estos datos con pinzas. En septiembre de 2024, por ejemplo, el Stockholm Institute of Transition Economics (SITE), citado por El Grand Continent, cuestionó las cifras oficiales de inflación y crecimiento del PIB en Rusia para 2024, con base en las elevadas tasas de interés.
Carlos Pinedo, doctor en seguridad internacional y profesor de la misma universidad, recalcó que “hasta ahora la naturaleza, vigencia y alcances del acuerdo son meramente coyunturales”, lo que permite pensar que “en el mediano o largo plazo su impacto no sería significativo; caso contrario si se logra estructurar de mejor manera”.
Aun así, “es importante aclarar que en una guerra como la de Ucrania, que ha llegado a una especie de punto muerto, cualquier iniciativa de este tipo es positiva, por débil o coyuntural que sea, marca un punto de inflexión en el desarrollo político de la solución del conflicto”, afirmó el experto.
La iniciativa que antecede al actual acuerdo entre Rusia y Ucrania
Vale la pena recordar que ya en 2022, meses después de que se iniciar la invasión rusa, se había alcanzado un acuerdo para el transporte marítimo de cereales. Se trató de la Iniciativa del Mar Negro, lograda con participación de la ONU para permitir la navegación segura de barcos cargueros. Involucró a Rusia, Turquía, Ucrania y la ONU.
La iniciativa permitió una parcial reanudación a las exportaciones marítimas de Ucrania, lo que ayudó a “revertir el aumento de los precios mundiales de los alimentos, que alcanzaron niveles récord poco antes de que se firmara el acuerdo”, según la ONU.
Este pacto, que no abordaba las exportaciones desde los puertos de Rusia, terminó generando beneficios, en el ámbito alimentario y comercial para diversos países a nivel internacional.
Su vigencia se mantuvo hasta julio de 2023, cuando Rusia lo abandonó.
La durabilidad del acuerdo
La extensión de la guerra, iniciada en febrero de 2022 tras la invasión rusa a Ucrania, hace que surja la duda sobre si el actual acuerdo tendrá una alta o baja durabilidad.
Clavijo explicó que el acuerdo, y sus términos “ponen a prueba la confianza entre las dos partes”. Aunque “se sabe que la desconfianza entre Rusia y Ucrania es muy grande, [...] va a haber veeduría internacional y la mediación de Estados Unidos puede ser una garantía”.
Uno de los riesgos, según él, son las “tácticas de falsa bandera”, es decir, una maniobra encubierta en la que se simula que la acción hostil proviene del enemigo para justificar una respuesta por la fuerza.
La confianza de que las partes van a respetar el acuerdo, también se desprende de que ambas partes se van a ver beneficiadas económicamente, eso es un “salvaguarda”, agrega el analista.
Pinedo, en contraste, explicó que hay que tener en cuenta que “esta es una primera negociación”, la cual “ni siquiera fue directa”, pues, la negociación osciló entre la conversación del gobierno de EE. UU. con Rusia y con Ucrania, pero no directamente entre las dos partes en conflicto. “Eso, a claras luces, no es una carta de que las cosas vayan a salir bien”.
El analista recalcó: “Para que este tipo de negociaciones sean verdaderamente efectivas y confiables deben obedecer a un diálogo directo entre las partes. De lo contrario, siempre surgirán problemas en la implementación de medidas de verificación y, sobre todo, en el compromiso de los actores beligerantes”
Pinedo detalló que en caso de que funcione lo acordado, esto sería un “primer paso”, pues “Trump se está jugando su prestigio, en términos de que Putin le cumpla”.
En medio de esto, la posición de Zelenski es vista como frágil. “No tiene nada que hacer, pues está atado a lo que EE. UU. le permita llevar a cabo” porque “[Washington] controla parte de las armas que tiene Ucrania, las cuales se usan con la autorización de EE. UU., que fue el que se las dio”. Lo mismo sucede con “la información de inteligencia necesaria para ubicar los blancos y para poder guiar las armas”.
La cuestión central se relaciona con la capacidad de Estados Unidos de influir sobre Rusia y la conveniencia estratégica que juega el acuerdo para Moscú, pues la autonomía de Zelenski está limitada y su accionar está sujeto a la interacción de estos dos gigantes, aclara Pinedo.
¿Qué le depara al acuerdo?
“Es muy pronto para hacer predicciones del impacto general sobre la intensidad del conflicto. Lo que sí es claro es que el paso siguiente, y necesario, es que las partes comiencen a negociar directamente”, afirmó Pinedo.
Clavijo señaló, por su parte, que el siguiente paso para lograr la extensión de los acuerdos, con el fin de “la paz”, es “lograr la extensión de las capacidades comerciales, no solamente hacia los puertos en el mar Negro, sino, posiblemente, a rutas terrestres y aéreas, o centros de producción industrial”.
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