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La aviación del mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte de Libia, atacó hoy el aeropuerto de Mitiga, el único operativo en la capital, asediada desde el pasado 4 de abril en un intento por expulsar al Gobierno reconocido por la ONU en Trípoli (GNA) en 2016, declaró a Efe una fuente de seguridad.
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Los enfrentamientos, concentrados en el sur de la ciudad, han causado hasta ahora 607 muertos y más de 3.000 heridos y obligado a más de 30.000 personas a convertirse en desplazados internos, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
De lograr su objetivo, Haftar, un ex miembro de la cúpula militar que en 1969 aupó al poder a Al Gadafi, se haría prácticamente con el control del país. En febrero de este año, extendió su influencia sobre las grandes ciudades del sur y de los yacimientos petroleros occidentales de Al Sharara y Al Fil, esenciales para la supervivencia económica y energética de la capital.
Y es que el militar, que ha sido apoyado por Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Egipto, considera que la toma de la capital por sus fuerzas era imprescindible para el fin de la crisis en el país, que se extiende desde 2011, cuando Gadafi fue derrocado, y cuya consecuencia es el vacío de poder que hoy tiene dos polos enfrentados: el GNA y su Ejército Nacional Libio (ENL).
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Nacido en Ajdabiya, en la provincia oriental de la Cirenaica, Haftar pertenece a la primera generación de jóvenes militares formados tras la independencia de Libia. Junto con su amigo Muamar Gadafi participó en la conspiración para derrocar al rey Idriss en 1969. Desde entonces, se convirtió en uno de los hombres de confianza del Gadafi, quien lo nombró Jefe del Estado Mayor del Ejército.
Tras la caída de Gadafi en 2011, durante la primavera árabe, el veterano militar, ya naturalizado estadounidnese, retornó a Libia con la esperanza de ocupar un alto cargo en las nuevas Fuerzas Armadas. Pero no lo consiguió y regresó brevemente a Virginia, Estados Unidos, lugar donde se ubicó tras su exilió décadas atrás.