El colombiano al frente de una crisis olvidada por el mundo, en Sudán del Sur
Andrés Romero es jefe de misión de Médicos Sin Fronteras en Sudán del Sur. Explica que el acceso a alimentos, la atención en salud y la construcción de infraestructura que haga frente a las inundaciones son necesidades apremiantes en un país en el que el 80 % de la población depende de la asistencia humanitaria para sobrevivir.
María Alejandra Medina
Sudán del Sur, en África, es descrito con frecuencia como el país más joven e inestable del mundo. A la compleja situación de seguridad y pobreza se ha sumado recientemente un fenómeno natural que ha inundado gran parte del país y afectado directamente al menos a un millón de personas. Las necesidades sanitarias, alimentarias y humanitarias en general se han agudizado.
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Sudán del Sur, en África, es descrito con frecuencia como el país más joven e inestable del mundo. A la compleja situación de seguridad y pobreza se ha sumado recientemente un fenómeno natural que ha inundado gran parte del país y afectado directamente al menos a un millón de personas. Las necesidades sanitarias, alimentarias y humanitarias en general se han agudizado.
Andrés Romero, politólogo colombiano que ha dedicado 18 años de su vida a la labor humanitaria en países como Tailandia, Yemen, territorios palestinos y Colombia, entre otros, hoy es el jefe de misión de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el país africano. Desde allí, le contó a El Espectador sobre las principales necesidades en medio de una crisis que solo ha empeorado con factores como la guerra en Ucrania.
¿Qué programas o acciones llevan a cabo en Sudán del Sur?
MSF en Sudán del Sur es una de las misiones más grandes que tenemos en el mundo, con un presupuesto anual cercano a los 80 millones de euros y más de 3.000 integrantes del equipo. Estamos presentes aquí desde 1983, y básicamente apoyamos al Ministerio de Salud a brindar servicios de salud primaria y secundaria. Tenemos 15 proyectos en seis estados y dos áreas administrativas del país. También estamos en la respuesta a emergencias, inundaciones, brotes epidémicos o brotes de violencia que causan desplazamiento. Cuando se habla de 15 proyectos, hay que pensar en apoyo a 15 hospitales o estructuras de salud.
Dice que está desde los años 80… ¿Qué resultados ha habido?, ¿qué ha cambiado?, ¿por qué es necesaria todavía su presencia?
No siempre hemos estado con el mismo volumen o tamaño de operaciones, que puede cambiar en función de las necesidades. Sudán del Sur es un país relativamente joven, pues tuvo su independencia en 2011. Por las situaciones de inestabilidad, erupciones de violencia, dispersión de las poblaciones y su frágil infraestructura sanitaria, es un país que sigue presentando grandes desafíos para brindar servicios de salud a la población. La ONU y la comunidad humanitaria cada año hacen un panorama de las necesidades humanitarias, y en Sudán del Sur, que tiene una población estimada de 11,5 millones de personas (estimada, porque no hay censos recientes), el panorama establece que en 2023 habrá 9,4 millones de personas en necesidad de asistencia humanitaria. Eso es casi el 80 % de la población, que es altamente dependiente de la asistencia humanitaria para sobrevivir. Ese mismo rubro para 2021 era de 8,3 millones; en 2022 era de 8,9 millones; ha habido un incremento de alrededor de un millón. Son necesidades fluctuantes, y a pesar de tener una de las operaciones más grandes a nivel mundial, no responde a la magnitud de las necesidades que estamos viendo.
¿Qué factores inciden en esto?
Las necesidades se afectan por factores como la inestabilidad política, el conflicto armado, las erupciones de violencia, las zonas de difícil acceso y las inundaciones. El término “inundaciones”, además, hace referencia a un ciclo o temporada de lluvia, pero desde hace dos o tres años estamos viendo un fenómeno que se llama la expansión del Sudd, de la pradera inundada del Sahara; es un pantano que se extiende con varias corrientes a lo largo del río Nilo Blanco a causa de los altos niveles de lluvias en la zona del lago Victoria, en Uganda, y por los ciclos de lluvias intensas en los últimos tres años. Eso ha ocasionado un aumento en las necesidades humanitarias y mayor riesgo de brotes de enfermedades. La ONU ha establecido que un millón de personas son afectadas por las inundaciones en un país ya altamente vulnerable.
¿Cuáles son las principales necesidades de la población?
Es difícil entender la magnitud de las necesidades médicas y humanitarias, pero diría, en primer lugar, los alimentos, porque a la situación de violencia y desplazamiento se ha sumado el impacto que las inundaciones han tenido en los medios de vida, el ganado o los animales que sirven para el consumo, que han muerto por estos fenómenos. Todo esto lleva a una situación de alta inseguridad alimentaria. Sudán del Sur está experimentando una de las crisis de seguridad alimentaria más serias en los últimos 10 años, con 54 % de la población en una situación de inseguridad alimentaria aguda. Eso se combina con tasas crecientes de enfermedades que resultan de las inundaciones, como la malaria, enfermedades respiratorias, diarrea, etc. Por otro lado, el acceso a la salud. Sudán del Sur es uno de los países con uno de los indicadores más pobres en salud, en particular frente a las tasas de mortalidad materno-infantil, con brotes de sarampión, cólera, hepatitis... en un Estado que tiene más de dos tercios de las estructuras de salud sin funcionar completamente. Ha habido grandes esfuerzos de la comunidad, en particular los donantes que han hecho esfuerzos para mantener en funcionamiento estas infraestructuras. Sin embargo, ha habido cortes en los presupuestos. Entre 2021 y 2022 hubo un recorte más o menos del 24 % en el presupuesto, lo que resultó en el cierre de más o menos 220 infraestructuras de salud y 144 estructuras que apoyan programas de nutrición. En tercer lugar, mencionaría la necesidad de construir diques. Dada la extensión de las zonas inundables, no hay tierras para vivir o trabajar. Los diques se necesitan para evitar la expansión de los humedales en la zona donde hay mayor población. Menciono un campo de desplazados internos en una localidad en el norte, en el estado de Unity, donde hay hasta 120.000 personas en medio del humedal en expansión, y ha tocado construir diques para poder protegerlas. Las condiciones sanitarias son complejas, porque la concentración de personas implica un riesgo en cuanto a brotes de diarrea y cólera, entre otras. La construcción de diques es muy importante, pero está por fuera del alcance de lo que organizaciones como MSF podemos hacer, pero que tienen un impacto importante para salvar vidas en un contexto como este.
¿Cómo se sortean los desafíos logísticos en la cotidianidad?
Hay varios tipos de desafíos. Primero, el hecho de trabajar en zonas altamente inestables con grupos armados y dinámicas de conflicto. Es primordial que todas las partes en el conflicto tengan respeto por la misión médica. En la larga historia de MSF ha habido ataques directos a la misión médica, saqueos a nuestras estructuras, a los vehículos y ambulancias. Como consecuencia de este tipo de incidentes, infortunadamente nos toca suspender la asistencia en la zona hasta que tengamos las garantías de que habrá respeto por la misión médica. Otra es que por situaciones de violencia o de falta de infraestructura hay dificultad de acceso a zonas remotas. Tercero, por la temporada de lluvia, que va entre abril y noviembre, más o menos, las carreteras son intransitables. Resulta muy difícil llevar la logística y el personal hacia esos sitios. Como muchas otras organizaciones, durante la temporada seca preposicionamos el material, la comida y los medicamentos que se requieran para mantener los proyectos y hospitales durante un año. Gracias a nuestros donantes, contamos con tres aviones en el país para movilizar luego a los pacientes, el personal médico y los medicamentos durante todo el año. Todos los medios son posibles: canoas, carros, 4x4, tractores, a pie...
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¿Qué incidencia ha tenido la guerra en Ucrania, por ejemplo, en la crisis alimentaria?
Es un golpe de gracia para Sudán del Sur por todo el contexto ya vulnerable. El fenómeno de inflación en los alimentos y sobre todo en los precios de cereales como sorgo y maíz, que son importados de esas zonas del mundo, hace que el acceso sea aún más complejo. El Programa Mundial de Alimentos ha tenido dificultades para continuar con el aprovisionamiento de su asistencia alimentaria por el incremento en los precios. El impacto también es en la medida en que muchos donantes internacionales que han venido financiando estos esfuerzos han redireccionado muchos de los fondos para atender la crisis en Ucrania y los países vecinos. Si antes la de Sudán del Sur era una crisis olvidada, hoy es una de las más olvidadas de las crisis olvidadas del mundo.
Usted ha trabajado en muchos países… ¿cómo es llevar la vida de un lugar a otro?
Es muy gratificante poder ayudar a la otra persona por el simple hecho de que es un ser humano en necesidad, sin importar, por ejemplo, la afiliación política. También pone en perspectiva la vida cotidiana y sus preocupaciones; uno se da cuenta de que todo es mucho más grande de lo que cada uno lleva en su mundo. Son 200 miembros del staff internacional, con una gran diversidad de experiencias y la perspectiva de muchos países, desde Uzbekistán, Kenia, Nigeria, Colombia, Brasil, países europeos, Jordania, del sudeste asiático... Trabajar con un equipo tan multicultural, pero con la misma perspectiva de ayudar al otro, es enriquecedor.
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¿Cómo se maneja la situación con el núcleo familiar?
Hay países en los que puedes trabajar y estar con tu familia, en donde las condiciones permiten que puedas llevar la misión humanitaria y estar con tu familia. Colombia o Kenia son un ejemplo, pero hay otros países, como Sudán del Sur, o de contextos de guerra abierta, como Ucrania, en donde no es posible. Te vas contractualmente por un período. En mi caso, la familia está en Bogotá y vine acá inicialmente por un período de tres meses. Estoy más en una lógica de ayudar por períodos cortos: trabajo intensamente, vuelvo, descanso un poco y luego volveré o iré a otro sitio donde se requiera. Cuando ya llevas tantos años de experiencia, muchas veces se necesita tener uno de estos perfiles para que vaya temporalmente y dé una visión de hacia dónde seguir, mientras que otros equipos se quedan más largo tiempo y pueden manejar el grueso de la operación.