El denunciante del derroche de la exembajadora de Colombia ante la ONU fue despedido
Nicolás Ávila fue notificado de su desvinculación a la misión diplomática de Colombia en Ginebra luego de denunciar el derroche de la exembajadora ante la ONU, Adriana del Rosario Mendoza, quien ahora se desempeña como embajadora en Finlandia.
“No quisiera concluir mi labor con la frustración de que en Colombia al corrupto le pagan y el que denuncia la paga”, le escribió Nicolás Ávila Venegas al presidente Iván Duque en una carta a principios de este mes.
En junio de 2020, este joven funcionario colombiano denunció ante la canciller Claudia Blum las múltiples irregularidades en la misión diplomática de Colombia en Ginebra, Suiza. La embajadora ante la ONU de ese entonces, Adriana del Rosario, habría incurrido en actos de corrupción y acoso laboral. Pero mientras a ella la reubicaron en la Embajada de Colombia en Finlandia, pese a sus malas prácticas, él fue perseguido por las directivas de la Cancillería hasta retirarlo del servicio exterior.
“Quiero poner en su conocimiento, señor Presidente, que esta decisión se da a menos de seis meses de que ratifiqué ante la Procuraduría General de la Nación los graves hechos de corrupción en la legación de Ginebra que ya había denunciado ante las directivas de Cancillería, y a dos meses de solicitar que esa institución asumiera el conocimiento del acoso laboral del que he sido víctima, seguro por mi comportamiento ético”, señala Ávila en la carta.
Un informe de Cuestión Pública de mayo de 2020 reveló que Mendoza se dio una lujosa vida en Ginebra a expensas del dinero de los colombianos. Según la investigación, Mendoza pasaba gastos personales como actos oficiales. En una invitación a cenar en 2018 a una de sus empleadas, la exembajadora ante la ONU gastó 175 francos, el equivalente a 600 mil pesos colombianos, entre una botella de vino y postres. Este comportamiento se repitió varias veces con salidas más costosas. Otra cuenta en el Floor Two del Grand Hotel Kempinski sumó 1.486.000 pesos colombianos.
Además, Mendoza solicitó 72 millones de pesos para renovar los muebles y otros artículos del edificio, como una plancha de ropa que costó cerca de 500 euros. También compró una camioneta BMW X3 para la misión en Ginebra. Esta compra es aún más escandalosa si se tiene en cuenta que no se pagaron impuestos, pues se hizo a nombre de la misión diplomática. Los diplomáticos extranjeros tienen derecho a solicitar la devolución de sus impuestos una vez al año. Por esta razón, las autoridades sospecharon de un posible caso de fraude.
Pese al escándalo por estas revelaciones y a los señalamientos por el mal manejo de recursos, la diplomática fue nombrada por el Gobierno Nacional como embajadora de Colombia ante Finlandia en noviembre de 2020, un cargo por el que recibiría casi 110 millones de pesos por conceptos de viáticos y menaje en seis meses, sin contar la prima navideña.
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La denuncia que Ávila emitió en junio no fue la primera. El funcionario ya le había advertido sobre las malas prácticas dentro de la misión al entonces canciller Carlos Holmes Trujillo, pero nunca tuvo respuesta a su comunicación. “Tampoco el Ministerio inició algún proceso para asegurar el bienestar físico y mental de sus funcionarios”, señaló Ávila, quien también denunció acoso laboral mientras era subalterno de Mendoza.
Ávila, que regresará a Bogotá, le ha pedido a Duque que trabaje por una política pública de protección al denunciante y por una reforma al servicio exterior.
“Estoy convencido de que nuestra diplomacia todavía sueña con ser una diplomacia profesional del siglo XXI. Estoy seguro de que esta visión de país que hemos defendido en distintos lugares y momentos, nos seguirán uniendo más allá de las banderas partidistas y las represalias que hoy me imponen los voceros de la política con ‘pe’ minúscula”, concluyó Ávila en su comunicado.
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“No quisiera concluir mi labor con la frustración de que en Colombia al corrupto le pagan y el que denuncia la paga”, le escribió Nicolás Ávila Venegas al presidente Iván Duque en una carta a principios de este mes.
En junio de 2020, este joven funcionario colombiano denunció ante la canciller Claudia Blum las múltiples irregularidades en la misión diplomática de Colombia en Ginebra, Suiza. La embajadora ante la ONU de ese entonces, Adriana del Rosario, habría incurrido en actos de corrupción y acoso laboral. Pero mientras a ella la reubicaron en la Embajada de Colombia en Finlandia, pese a sus malas prácticas, él fue perseguido por las directivas de la Cancillería hasta retirarlo del servicio exterior.
“Quiero poner en su conocimiento, señor Presidente, que esta decisión se da a menos de seis meses de que ratifiqué ante la Procuraduría General de la Nación los graves hechos de corrupción en la legación de Ginebra que ya había denunciado ante las directivas de Cancillería, y a dos meses de solicitar que esa institución asumiera el conocimiento del acoso laboral del que he sido víctima, seguro por mi comportamiento ético”, señala Ávila en la carta.
Un informe de Cuestión Pública de mayo de 2020 reveló que Mendoza se dio una lujosa vida en Ginebra a expensas del dinero de los colombianos. Según la investigación, Mendoza pasaba gastos personales como actos oficiales. En una invitación a cenar en 2018 a una de sus empleadas, la exembajadora ante la ONU gastó 175 francos, el equivalente a 600 mil pesos colombianos, entre una botella de vino y postres. Este comportamiento se repitió varias veces con salidas más costosas. Otra cuenta en el Floor Two del Grand Hotel Kempinski sumó 1.486.000 pesos colombianos.
Además, Mendoza solicitó 72 millones de pesos para renovar los muebles y otros artículos del edificio, como una plancha de ropa que costó cerca de 500 euros. También compró una camioneta BMW X3 para la misión en Ginebra. Esta compra es aún más escandalosa si se tiene en cuenta que no se pagaron impuestos, pues se hizo a nombre de la misión diplomática. Los diplomáticos extranjeros tienen derecho a solicitar la devolución de sus impuestos una vez al año. Por esta razón, las autoridades sospecharon de un posible caso de fraude.
Pese al escándalo por estas revelaciones y a los señalamientos por el mal manejo de recursos, la diplomática fue nombrada por el Gobierno Nacional como embajadora de Colombia ante Finlandia en noviembre de 2020, un cargo por el que recibiría casi 110 millones de pesos por conceptos de viáticos y menaje en seis meses, sin contar la prima navideña.
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La denuncia que Ávila emitió en junio no fue la primera. El funcionario ya le había advertido sobre las malas prácticas dentro de la misión al entonces canciller Carlos Holmes Trujillo, pero nunca tuvo respuesta a su comunicación. “Tampoco el Ministerio inició algún proceso para asegurar el bienestar físico y mental de sus funcionarios”, señaló Ávila, quien también denunció acoso laboral mientras era subalterno de Mendoza.
Ávila, que regresará a Bogotá, le ha pedido a Duque que trabaje por una política pública de protección al denunciante y por una reforma al servicio exterior.
“Estoy convencido de que nuestra diplomacia todavía sueña con ser una diplomacia profesional del siglo XXI. Estoy seguro de que esta visión de país que hemos defendido en distintos lugares y momentos, nos seguirán uniendo más allá de las banderas partidistas y las represalias que hoy me imponen los voceros de la política con ‘pe’ minúscula”, concluyó Ávila en su comunicado.
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