El desarme nuclear de Corea del Norte podría tardar 15 años, advierte experto

Según Siegfried S. Hecker, ex director del laboratorio armamentístico Los Alamos, en Nuevo México, la clave para el desarme es convencer a Corea del Norte de que su seguridad no depende de sus armas nucleares.

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William J. Broad y David E. Sanger- Especial del New York Times
04 de junio de 2018 - 06:46 p. m.
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Mientras el gobierno de Trump acelera el paso para comenzar las conversaciones con Corea del Norte sobre la llamada “desnuclearización rápida”, uno de los principales asesores del gobierno federal que ha visitado en repetidas ocasiones las gigantescas instalaciones atómicas del país asiático advierte que el proceso de desarme podría tardar mucho más tiempo, hasta 15 años.

El asesor, Siegfried S. Hecker, exdirector del laboratorio armamentístico Los Alamos en Nuevo México y ahora profesor de Stanford, argumenta que lo mejor que puede esperar Estados Unidos es una desnuclearización por fases que se concentre primero en las partes más peligrosas del programa norcoreano.

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Los pasos y la calendarización del desarme se describen en un nuevo informe que comenzó a circular por Washington hace poco tiempo, el cual Hecker recopiló con dos colegas del Centro para la Seguridad y Cooperación Internacional de Stanford. Hecker ha visitado cuatro veces el laberinto secreto de plantas nucleares de esa nación y sigue siendo el único científico estadounidense en haber visto sus instalaciones para enriquecer uranio, un combustible de bombas atómicas. Las agencias de inteligencia de Estados Unidos no se percataron de la construcción de la planta.

Los tiempos que plantea Hecker contrastan de una manera impactante con los que demandaba en un inicio el gobierno estadounidense, tal vez uno de los puntos clave más complicados en una cumbre entre el presidente Donald Trump y Kim Jong-un, el líder norcoreano.

Dos delegaciones de Estados Unidos, una en Singapur y la otra en Corea del Norte, intentan concretar la reunión entre ambos líderes. Trump canceló la cumbre en una carta que envió el jueves a Kim, pero ha trabajado para reorganizarla desde entonces, por medio de mensajes en Twitter en los que señala tener la confianza en que la economía norcoreana prosperará si se llega a un acuerdo.

La delegación en Singapur está discutiendo la logística de una reunión que se sostendría el 12 de junio o después. La otra, encabezada por Sun Kim, un diplomático estadounidense con mucha experiencia en Corea del Norte, se está reuniendo con altos funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores de Corea del Norte en la Zona Desmilitarizada para trabajar en la redacción del comunicado que podrían emitir los dos líderes. Sin embargo, la Casa Blanca y el Departamento de Estado no han mencionado nada sobre los detalles de estas conversaciones.

En una entrevista, Hecker comentó que haría público el estudio de Stanford con el fin de avanzar en las discusiones de un tema complicado que será el punto central del encuentro entre Trump y Kim en Singapur, si es que llega a darse la reunión. Hasta ahora, la agenda de desnuclearización ha sido una mezcla de peticiones atrevidas del gobierno estadounidense, y generalidades vagas de Corea del Norte.

“Estamos hablando de decenas de sitios, cientos de edificios y miles de personas”, señaló Hecker el viernes. La clave para desmantelar el enorme complejo atómico que comenzó hace seis décadas, agregó Hecker, “es establecer una relación diferente con Corea del Norte, en la que su seguridad dependa de algo que no sean sus armas nucleares”.

Hecker advirtió que el plan que diseñó con su equipo dejó espacio para muchos puntos complicados de negociación, como de qué manera establecer la diferencia entre las actividades nucleares civiles y militares. Al comienzo, el gobierno de Trump sentenció que Corea del Norte debía renunciar a todo el enriquecimiento de uranio, el cual no solo sirve de combustible para bombas, sino también para reactores que iluminan ciudades. La semana pasada, mientras testificaba ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, el secretario de Estado, Mike Pompeo, señaló por primera vez que necesitaba un “espacio de negociación” para ese asunto.

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No obstante, Trump salió del acuerdo nuclear con Irán porque permitía que el país produjera combustible atómico después de 2030, lo que consideró un riesgo inaceptable. No queda claro cómo podría prohibir que Irán tenga una producción con fines pacíficos y, al mismo tiempo, permitir que Corea del Norte sí la tenga.

Hecker comentó que una pregunta abierta similar es si se debe permitir que los ingenieros aeroespaciales de Corea del Norte, los cuales siguen involucrados en la fabricación de misiles de largo alcance, redirijan sus habilidades a un programa espacial pacífico.

El gobierno de Trump no ha dado información detallada en público acerca de los pasos particulares que seguirá para la desnuclearización de Corea del Norte, o qué pretende exigir si Trump se reúne con Kim. Su objetivo final es que la desnuclearización sea completa, verificable e irreversible.

En abril, antes de ser parte del gobierno, el belicoso asesor de seguridad nacional de Trump, John R. Bolton, argumentó que el presidente debe utilizar la cumbre exclusivamente para obligar a los norcoreanos a desmantelar y entregar todas sus armas y equipos nucleares, y que solo después de eso debe Estados Unidos discutir la reducción de sanciones y su participación en el desarrollo económico de Corea del Norte.

En entrevistas por televisión y radio que ha otorgado en estos días, Bolton ha defendido una desnuclearización rápida en la cual Corea del Norte enviaría sus armas y equipo al Laboratorio Nacional Oak Ridge en Tennessee, donde, en 2004, inspectores nucleares enviaron parte del equipamiento para enriquecer uranio que tenía Libia. Bolton ha citado en repetidas ocasiones a Libia como un modelo para el desarme atómico de Corea del Norte.

En la entrevista, Hecker dio como argumento que la única manera segura de desarmar las ojivas nucleares de Corea del Norte era que lo hicieran los mismos ingenieros norcoreanos que las construyeron.

En contraste con la postura pública de Bolton, la semana pasada, Trump abrió dos veces la puerta a la desnuclearización por fases, argumentando que podría ser imposible para el país asiático desmantelar todo su programa nuclear en un paso.

El equipo de Stanford recomienda seis formas de cerrar el complejo de plutonio de Corea del Norte, estableciendo como objetivo Yongbyon, el sitio secreto que Hecker ha visitado varias veces.

Por ejemplo, el equipo exige el desmantelamiento del reactor norcoreano de cinco megavatios que sirve para fabricar plutonio. Comenzó a operar en 1986, y expertos de Occidente aseguran que produjo el combustible para las primeras bombas atómicas de Corea del Norte.

El equipo es menos categórico en sus recomendaciones para un reactor nuevo y grande, conocido como reactor experimental de agua ligera, que ha empezado a funcionar en Yongbyon. Debido a que la planta puede generar electricidad para civiles, el equipo sugiere que el reactor necesita ser inspeccionado de cerca antes de que se negocie su destino.

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El equipo exige que Corea del Norte sea parte de dos acuerdos a nivel mundial que tienen como objetivo detener la fabricación de armas nucleares y los medios para construirlas. Estos pactos son el Tratado de No Proliferación Nuclear, del que alguna vez formó parte Corea del Norte, y el Régimen de Control de la Tecnología de Misiles. Los Estados miembro coordinan los permisos de exportación para detener el despliegue de misiles de largo alcance que puedan llevar armas de destrucción masiva.

“Tendremos que discutir con algunas personas”, mencionó Hecker en referencia a la manera en que los expertos técnicos podrían reaccionar a las recomendaciones del equipo. “No tendremos ningún problema en hacerlo”.

Por William J. Broad y David E. Sanger- Especial del New York Times

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