El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y sus aliados de derechas no tienen suficiente apoyo para formar el próximo gobierno, según los resultados casi definitivos de las elecciones parlamentarias israelíes publicados el jueves por la noche. Con 99,5% de las papeletas escrutadas, el partido derechista Likud de Netanyahu obtuvo 24% de los votos, seguido de su rival centrista Yesh Atid (“Hay un futuro”) con casi 14%, según los datos oficiales de la comisión electoral.
Los 30 escaños que obtiene el Likud de Netanyahu, primer ministro desde hace doce años, representan el peor resultado de su formación en las últimas cuatro elecciones, pero muestran mejores cifras que las previstas por los sondeos hace algunas semanas.
Según analistas, le habría ayudado la rápida campaña de vacunación contra la COVID-19 en Israel, principal insignia de su campaña electoral. Por otro lado, su procesamiento por corrupción no habría influido en gran medida, pese a que el cinco de abril comenzará la fase probatoria de su juicio y se volverá a sentar al banquillo de los acusados, en principio, semanalmente.
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Dos bloques sin mayorías
En base a los apoyos que estaría consiguiendo, el bloque de Netanyahu debería conseguir el respaldo de otros partidos no alineados o apelar a atraer tránsfugas que le otorguen los dos escaños necesarios para llegar a los 61. El jefe de Gobierno insistió ayer en qué no descalifica a nadie, y empezó los contactos con sus aliados garantizados para intentar crear un “Gobierno estable”.
Sus opositores, por otra parte, se enfrentan a un panorama aún más complejo: si bien estarían alcanzando la mayoría necesaria para crear Gobierno, la profunda diversidad ideológica de sus partidos hace casi imposible su coexistencia en un Ejecutivo.
Los 17 diputados que habría obtenido el centrista Yesh Atid -segunda fuerza en las elecciones- lo posicionan como líder del bloque anti-Netanyahu. Este integra a partidos de izquierda, centro, derecha, ultraderecha y árabes. Se trata de una amalgama difícil de cuadrar en una coalición, sobre todo por el tradicional rechazo de la derecha israelí de colaborar con las formaciones árabes.
Dos hombres con la llave
De confirmarse estos resultados, el futuro Gobierno de Israel dependería en gran parte de la decisión de dos hombres: Naftali Benet, de línea derechista, y Mansour Abás, árabe e islamista. El primero, líder del ultranacionalista Yamina y que obtendría siete escaños, deberá decidir si, tal como se prevé, apoya al bloque de Netanyahu o si sorprende y se inclina por el bloque opositor.
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Si bien su apoyo al primer ministro no sería suficiente para llegar a 61, la decisión de Benet no dependería solo de las opciones e integrantes de cada una de las posibles coaliciones, sino también de qué cargo le ofrezcan. Los analistas prevén que, al tener la llave de Gobierno, exija altos cargos de influencia para su partido.
Con solo 7 escaños, muchos analistas prevén que se decante por el bloque de Netanyahu, y no por sus contrarios. El segundo, Abás, líder del islamista Raam, escindido para estos comicios de la Lista Unida árabe y que obtendría 5 escaños, ha articulado su campaña sobre la promesa de negociar con cualquier partido israelí capaz de formar Gobierno, a cambio de que otorgue beneficios para la población árabe, que denuncia discriminación y una desatención histórica del Estado hacia sus comunidades.
Aunque un miembro del partido advirtió hoy que sería difícil para ellos sumarse a un ejecutivo con los socios ultraderechistas y “racistas” de Netanyahu, Abás se había mostrado abierto a dialogar con cualquiera dispuesto a atender las necesidades de su sector.
Por ahora, sin embargo, Raam es consciente de que su posición podría hacer decantar la balanza y no ha querido descartar una alianza con el bloque anti-Netanyahu. Está previsto que Abás se reúna mañana con Yair Lapid para unos primeros contactos iniciales.
¿Quintas elecciones?
A falta de que se cuenten unos 450.000 votos, conocidos como “de doble sobre” y procedentes de diplomáticos, militares, contagiados de covid-19 y ciudadanos en cuarentena, aún podría haber cambios relativamente significativos en la composición de ambos bloques.
Mientras que dos escaños más para el bloque de Netanyahu lo dejarían bien posicionado para formar Gobierno, si la tendencia no le favorece, ganaría fuerza la opción de unas nuevas elecciones, las quintas en poco más de dos años, que extenderían aún más el largo bloqueo político y el inédito bucle electoral de Israel.