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El vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, aterrizó este viernes en la única base militar de su país en Groenlandia, en un viaje considerado como una provocación tras las amenazas de anexión del presidente Donald Trump sobre esta isla autónoma de Dinamarca.
La delegación estadounidense, en la que también están el asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, y el secretario de Energía, Chris Wright, fue recibida por los militares de la base espacial de Pituffik, en la costa noroeste del territorio.
“El presidente está muy interesado en la seguridad del Ártico, como ya saben, y solo va a ir a más en las próximas décadas”, declaró el vicepresidente, que estuvo acompañado de su esposa, Usha Vance, al llegar al comedor de la base.
Desde la isla, el funcionario del Gobierno estadounidense mencionó que “reconocer que existen importantes alianzas de seguridad en el pasado no significa que no podamos tener desacuerdos con aliados en el presente sobre cómo preservar nuestra seguridad compartida para el futuro, y de eso se trata”. Añadió que “nuestro mensaje a Dinamarca es muy simple: no han hecho un buen trabajo con el pueblo de Groenlandia (...). Eso tiene que cambiar, y como no ha cambiado, de ahí la política del presidente Trump”.
De hecho, el mandatario republicano volvió a manifestar el miércoles, sin rodeos, sus intenciones de apoderarse del territorio para garantizar la seguridad de su país: “Necesitamos Groenlandia”. Frente a él, los gobiernos de Dinamarca y de la propia isla se han puesto firmes.
La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, denunció “la presión inaceptable” de Estados Unidos tras el anuncio de la visita, sin invitación, de una numerosa delegación de Washington.
“Venir de visita cuando no hay un gobierno establecido no se considera una señal de respeto hacia un aliado”, declaró el viernes, por su parte, el nuevo primer ministro de Groenlandia, Jens Frederik Nielsen. Coincidiendo con la visita de Vance, él, de centroderecha, anunció un acuerdo para formar un gobierno cuatripartito “para enfrentar la fuerte presión”.
Según la oficina del vicepresidente estadounidense, la visita le permitirá estar “informado de cuestiones vinculadas a la seguridad del Ártico” y reunirse con las tropas. Vance causó indignación entre los daneses a principios de febrero cuando dijo que Dinamarca “no estaba haciendo su trabajo (de proteger Groenlandia) y no está siendo un buen aliado”.
La base de Pituffik es una parte esencial de la infraestructura de defensa antimisiles de Washington, ya que su ubicación en el Ártico la sitúa en la ruta más corta para los misiles disparados desde Rusia contra Estados Unidos.
Un proyecto “serio”, dijo Putin
Conocida como Thule Air Base hasta 2023, la base sirvió como puesto de alerta ante posibles ataques de la Unión Soviética durante la Guerra Fría.
En este contexto, el presidente ruso, Vladímir Putin, estimó que la idea de Trump de controlar Groenlandia era un proyecto “serio”, con “raíces históricas de larga data”, y manifestó su preocupación por si el Ártico se convertía en “un trampolín para posibles conflictos”.
Pituffik también es un lugar estratégico para la vigilancia del hemisferio norte y la defensa de la inmensa isla ártica, que, según la administración estadounidense, los daneses han descuidado.
Para Marc Jacobsen, profesor del Royal College de Defensa danés, Vance “tiene razón en decir que no hemos cumplido los deseos estadounidenses de aumentar la presencia, pero hemos tomado medidas para responder” a ello. En su opinión, Estados Unidos tiene que precisar sus demandas, si quiere que Dinamarca responda de forma más adecuada.
En enero, Copenhague anunció que iba a destinar casi US$2.000 millones para reforzar su presencia en el Ártico y en el Atlántico Norte. El Gobierne tiene previsto adquirir tres nuevos buques especializados para las regiones polares y dos drones más de largo alcance para la vigilancia.
“Groenlandia no está en venta”
Esta isla, recubierta en un 80 % por hielo, cuenta con hidrocarburos y recursos minerales claves para la transición energética.
Este vasto territorio de 57.000 habitantes, casi el 90 % de ellos de la etnia inuit, dispone de autonomía dentro de Dinamarca, que conserva competencias en diplomacia, defensa y política monetaria, además de que suministra una ayuda anual que representa un 20 % del PIB de Groenlandia.
No es la primera vez que Trump habla de tomar el control de la isla. Lo hizo durante su primer mandato (de 2017 a 2021) y volvió a la carga desde que ganó las elecciones el año pasado.
Estados Unidos “sabe que Groenlandia no está en venta. Sabe que Groenlandia no quiere formar parte de Estados Unidos. Se les ha comunicado sin ambigüedades, tanto directamente como en público”, reiteró el miércoles Mette Frederiksen.
La mayoría de su población y todos los partidos políticos promueven la independencia del territorio, aunque discrepan en la velocidad de este proceso. Según un sondeo publicado en febrero, prácticamente toda la población rechaza la idea de formar parte de Estados Unidos.
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