El gobierno de Etiopía declaró este martes el “estado de emergencia” en todo el país, según un medio estatal, ante el avance los últimos días de los rebeldes del Tigré, que reivindican la toma de dos ciudades estratégicas en el norte.
“El estado de emergencia busca proteger a los civiles de las atrocidades cometidas por el grupo terrorista TPLF en varias regiones del país”, informó el medio Fana Broadcasting Corporate en referencia a los rebeldes del Frente de Liberación del Tigré. Fana explicó que las autoridades esperan aprobar la norma en 24 horas.
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El estado de emergencia -que, entre otras medidas, restringe la realización de protestas y prohíbe diseminar información o propaganda de apoyo de grupos considerados terroristas (como los rebeldes de Tigray)- se adoptó, según el ministro, para frenar a las fuerzas tigriñas y evitar la desintegración del país. También se prohíbe portar armas de fuego excepto a las personas autorizadas por las fuerzas de seguridad.
Esta declaración llega después de que las fuerzas rebeldes del Tigré, el TPLF, reivindicara la toma de dos ciudades de la región Amhara (norte), vecina del Tigré, durante el fin de semana. Se trata de Dessie y Kombolcha, a unos 400 kilómetros de la capital, Adís Abeba.
Ante el avance de las fuerzas tigriñas en Amhara -región vecina con la que mantienen una disputa territorial histórica-, el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, envió el domingo por la noche un mensaje a los etíopes urgiendo a poner “temporalmente” sus asuntos cotidianos en espera y a unirse y a organizarse para poner “cada arma y cada poder” al servicio de la guerra contra el FPLT.
Además, las autoridades de la capital etíope, Adís Abeba, pidieron hoy a los residentes de la ciudad que registrasen todas sus armas privadas y cooperen con las fuerzas de seguridad para defender sus barrios.
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El gobierno niega los avances de los rebeldes, pero las comunicaciones están cortadas en una gran parte del norte de Etiopía y el acceso de los periodistas está restringido, lo que hace prácticamente imposible la verificación de las posiciones en el terreno.
El conflicto de Tigré inició en noviembre de 2020 y experimentó un cambio dramático desde junio. El primer ministro Abiy Ahmed, premio Nobel de la Paz de 2019, proclamó la victoria el 28 de noviembre, pocas semanas después de enviar al ejército a Tigré para destituir a las autoridades regionales disidentes del TPLF.
Pero los rebeldes recuperaron la mayor parte de la región en junio, forzando a las tropas gubernamentales a retirarse, al tiempo que continuaron su ofensiva en las regiones vecinas de Amhara y Afar.
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Desde entonces miles de personas han muerto, unos dos millones se han visto desplazadas internamente en Tigray y al menos 75.000 etíopes han huido al vecino Sudán, según datos oficiales. Además, casi siete millones de personas afrontan una “crisis de hambre” por la guerra, según advirtió en septiembre el Programa Mundial de Alimentos de la ONU.
La acometida rebelde del fin de semana sobre Amhara, a su vez, había sucedido después de varios días de bombardeos sobre la capital tigriña, Mekele, y otras zonas de la región por parte del Gobierno etíope y de sus aliados.