Incertidumbre y expectativa. Esas son las sensaciones que para algunos rodean la posibilidad de que se concrete una nueva tregua entre Israel y Hamás alrededor de la Franja de Gaza. Más de un año después de que el grupo islamista llevara a cabo un ataque que mató a cerca de 1.200 personas y dejó secuestradas a 250 más, a la par de que las fuerzas lideradas por Benjamin Netanyahu siguen con un asedio en el enclave palestino, donde se cuentan más de 46.000 víctimas mortales, se han conocido algunos detalles de un plan que busca detener los combates y lograr la liberación de rehenes.
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El texto, enviado por los mediadores cataríes a ambas partes, habla de que, en una primera etapa, 33 personas saldrían de cautiverio, entre ellas niños, mujeres y hombres mayores de 50 años, heridos y enfermos. Si eso sale bien, en el día 16 de la entrada en vigor de la tregua se trabajaría en el retorno de los demás secuestrados y en la devolución de los cuerpos de aquellos que han muerto. A cambio, Israel liberaría un número significativo de prisioneros palestinos. Aunque no se sabe cuántos serían, no se incluirían aquellos condenados por asesinato o ataques mortales, tampoco quien haya participado de la ofensiva del 7 de octubre de 2023.
Ilana Gritzewsky, una israelo-mexicana que fue liberada durante la primera tregua de la guerra, está esperando el regreso de su novio. “Mi alma sigue allí”, le comentó a la agencia AFP, a quien también le hizo saber que su mayor reclamo es que se logre un acuerdo inmediato, pues cada “fracaso en las negociaciones me quiebra un poco más”. Apenas el fin de semana, algunos que comparten su sensación protestaron frente a la casa del primer ministro y en otros lugares más. En la Plaza de los Rehenes, en Tel Aviv, Shiri Albag, mamá de una soldado de 19 años que se ve viva en un video difundido recientemente por el grupo islamista, añadió: “Miren sus ojos (...), esos que gritan desde dentro: ‘Sáquenme del infierno. No me olviden’”. Citada por el medio “The Times of Israel”, agregó que el clip es “testimonio viviente del continuo fracaso” de Netanyahu y de su nuevo ministro de Defensa, Israel Katz.
La situación entre las familias de los rehenes es tensionante, al menos así lo percibe Sergio Gryn, licenciado en relaciones internacionales. Primero, porque se habla de la liberación de 33 personas y eso implica, necesariamente, que unos recibirán a sus allegados, pero otros no. Cree, además, que la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, de la cual tomará posesión de forma oficial el próximo 20 de enero, es algo decisivo en todo esto, y lo piensa en clave de que durante su primera administración se firmó la normalización de las relaciones entre Israel y Emiratos Árabes Unidos, además de Bahréin. Así, el pragmatismo que caracteriza al republicano sería clave en su aproximación a tener un Oriente Medio más en calma. Pero, más allá de ello, el analista no deja de mencionar que existe un clamor de no vivir más entre muertos, secuestrados y ofensivas, y allí incluye también el frente de guerra con Líbano, además de los enfrentamientos con Yemen. “Todos aquí están hastiados, cansados, dicen ‘basta’, pero también quieren tener la seguridad de que los vecinos no atacarán de nuevo”.
A esto hay que sumarle un factor más: el nivel de destrucción en la Franja de Gaza. Casi dos millones de personas, lo que equivale al 90 % de la población gazatí, están desplazadas. Además, el 80,5 % del territorio palestino está bajo órdenes israelíes de evacuación y unos 345.000 individuos enfrentan niveles catastróficos de inseguridad alimentaria. Este panorama lleva a Hugh Lovatt, investigador principal de políticas en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, a advertir que, probablemente, el costo humanitario en la Franja ha hecho que Hamás sea más flexible en los acuerdos de transición. Él tampoco pasa por alto el próximo gobierno estadounidense y se atreve a asegurar que existe el riesgo de que Trump le haya prometido a Netanyahu un mayor apoyo a los asentamientos israelíes y las anexiones en Cisjordania, donde, incluida Jerusalén Este, la ONU estima que viven unos 700.000 colonos.
La gran incógnita en todo esto es quién gobernará la Franja de Gaza una vez Israel cese el asedio. No hay mucha claridad en ello, pero hay quienes hablan de que la Autoridad Nacional Palestina pasaría a cumplir un rol en ello. De hecho, Lovatt cree que esa es la única opción viable: devolver dicha organización, pero revitalizada, al enclave palestino: “Esto tendrá que contar con el apoyo de Hamás, que sigue teniendo derecho a veto sobre el futuro de la Franja. Dada la falta de confianza entre todas las partes, probablemente se requerirá una fuerza internacional de mantenimiento de la paz para supervisar la aplicación de un acuerdo de alto al fuego y apoyar los esfuerzos para distender el conflicto”. Al parecer, los Estados árabes podrían respaldar eso, siempre y cuando venga acompañado de una vía política viable hacia la autodeterminación palestina, menciona el analista.
Felipe Medina ve este panorama con algo más de escepticismo. Él, que es profesor de Oriente Medio y mundo islámico en la Universidad Javeriana, cree que “el objetivo de Israel y de algunos países árabes aliados es reducir a la mínima expresión cualquier manifestación de resistencia en Palestina”. De ahí que, si bien menciona que “podría ser la Autoridad Palestina el cuerpo que entre a gobernar el enclave, el problema es que el mismo Israel cree que no sería capaz de hacerlo”, que por ello “buscaría control total o mediante otra cara en el espectro político palestino”, además de que, en palabras suyas, “tiene un historial de represión en contra de su propio pueblo”. Hay quienes han denunciado que el organismo ha usado algunas de sus fuerzas para detener a sindicalistas, periodistas y críticos en redes sociales. Apenas en estos primeros días de 2025 se supo que tomó la decisión de suspender la emisión de Al Jazeera, en medio de los enfrentamientos que está teniendo con grupos islamistas en el campo de refugiados de Yenín, epicentro de violencia entre facciones palestinas. Esta es una discusión que sigue pendiente y que dependerá, en gran medida, de los últimos pasos que den Hamás y el gobierno de Israel. La espera ha sido larga.
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