Los campos de refugiados en Europa son un debate de vieja data. El viejo continente ha intentado por todos los medios manejar los altos flujos de personas que intentan llegar ya sea vía terrestre o marítima, pero desde hace algunos años la situación parece estarse saliendo de control. La comisaria para los Derechos Humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatovic, puso la mira hoy en Grecia, cuyas islas contienen a miles de personas en condiciones que calificó como "desesperantes".
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"He visto a gente hacer cola durante horas para un plato de comida. He constatado la ausencia de médicos y de medicamentos. La gente está privada de sus derechos básicos", aseveró Mijatovic en una rueda de prensa en Atenas. La comisaria destacó que ha visitado Grecia por segunda vez en solo dieciséis meses debido a "las denuncias persistentes" de diversas organizaciones sobre las violaciones de los derechos humanos de los migrantes.
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¿Cuáles son los principales problemas? Según la funcionaria la falta de higiene, instalaciones superpobladas, falta de atención médica, mala alimentación, inseguridad, problemas psicológicos e incertidumbre sobre el futuro. Con esto, la funcionaria advirtió que es responsabilidad del Gobierno garantizar que haya condiciones de acogida humanitarias, procedimientos de asilo rápidos y vías de integración efectivas. Todo esto, según ella, a sabiendas de que los recursos existen pero no se utilizan de manera efectiva.
Una de las posibles soluciones para Mijatovic es que los países europeos proporcionen a Grecia "apoyo eficaz y no solo financiero" y a retomen las reubicaciones y la reunificación familiar, con prioridad para los menores no acompañados. Respecto a la nueva ley sobre el asilo lanzada por el Gobierno conservador Mijatovic compartió las reservas formuladas ya por numerosas organizaciones humanitarias. Especialmente crítica se mostró con el hecho de que la ley permite la detención de migrantes durante el examen de sus demandas de asilo, y aumenta de 3 a 18 meses el tiempo que puede estar detenido un solicitante.
Además, expresó su preocupación sobre el riesgo de que no se prevean recursos efectivos para todos aquellos cuyas reclamaciones son rechazadas y sobre el uso del concepto de terceros países seguros como un medio para no proceder a la evaluación individual de las solicitudes de asilo. La nueva ley prevé la creación de una lista de "terceros países seguros", a los que se podrán deportar las personas, cuya solicitud haya sido denegada.
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La desesperante situación
Grecia es desde 2016 la principal puerta de entrada en Europa de migrantes que solicitan asilo. En este momento unas 34.000 personas están viviendo en campos en las islas griegas donde solo hay capacidad para 6.000. El gobierno de derecha de Kyriakos Mitsotakis, elegido en julio en Grecia, apuesta por endurecer los controles fronterizos y las concesiones de asilo.
Y es que las condiciones que se puede ofrecer a los refugiados son mínimas, de hecho, organizaciones defensoras de derechos humanos hace desde hace mucho constantes reclamos para que se haga algo al respecto. "La migración irregular es un fenómeno muy antiguo, pero hoy con el endurecimiento de las políticas migratorias de los países de acogida mucha gente es expulsada o encuentran muchas dificultades en la travesía", explica Nicole Sene, coordinadora del proyecto Origen, que busca junto a la ONG Open Arms, informar y ayudar migrantes.
El New York Times recopiló historias de migrantes en Moria, uno de los campamentos de las isla de Lesbos, en donde muestra las necesidades con las que viven las personas que llegan. “Moria se ha convertido en el detonante de manifestaciones agudas de psicosis y trastorno de estrés postraumático”, aseguró a ese diario Alessandro Barberio, el principal psiquiatra en Lesbos.
Algunos testimonios entrevistados aseguraron que preferirían haber muerto ahogados que vivir en dicho lugar. Un joven iraquí de 25 años, por ejemplo, muestra varias puñaladas que ha recibido por parte de otros refugiados. Además, los abusos sexuales también son frecuentes en la isla. Desde comienzos de 2019, el Comité Internacional de Rescate ha evaluado más de 70 casos en los que se reporta haber sido objeto de algún tipo de agresión sexual.
El medio estadounidense agregó: "Un vocero del Ministerio de Migración de Grecia, Alexis Bouzis, negó cualquier malversación financiera por parte del gobierno, y atribuyó la situación a un pequeño aumento en la afluencia de migrantes durante mediados de este año, lo que provocó un retraso".
El pasado septiembre el jefe del campamento, Yannis Balbakakis, dimitió asegurando estar cansado: "Me voy con la cabeza alta (...). He hecho lo que se tenía que hacer en estas difíciles condiciones. No me voy como un ladrón o como un político quejándose. Me voy porque me tengo que ir, estoy cansado".
Un problema global
La situación de los refuagiados es un tema global, más en tiempos de Donald Trump, Jair Bolsonaro, y mandatarios europeos como Viktor Orban, quienes se oponen retundamente a recibirlos. La principal causa de la salida de tantas personas de su lugar de origen es la guerra, no en vano el 57 % de los refugiados de todo el mundo vienen de Afganistán (2,7 millones), Sudán del Sur (2,3 millones) y Siria (6,7 millones), países con altísimos índices de violencia.Eso sí, antes que nada, se debe diferenciar entre un migrante y un refugiado, a pesar de que muchas veces se presentan flujos mixtos entre ambos. Según la Acnur, un migrante es una persona que sale del lugar en el que vive para buscar mayores oportunidades laborales. “En ocasiones, provienen de países en pobreza extrema y pueden llegar a jugarse la vida para entrar en un país con el fin de trabajar”, señala el organismo.
En cambio, un refugiado es alguien que huye de conflictos armados, violencia o persecución étnica, religiosa, de género o por orientación sexual, y por ello se ve obligado a cruzar la frontera de su país para buscar seguridad.
Según Amnistía Internacional, actualmente el 84 % de los refugiados se encuentran en países en desarrollo, lo que dificulta la llegada e integración en los sistemas de salud y educación. “Las políticas restrictivas y cortas de miras obligan a mujeres, hombres, niñas y niños a emprender peligrosos viajes por tierra y por mar que ponen sus vidas en peligro y propician un negocio lucrativo para contrabandistas y traficantes de seres humanos”. En este momento, los países que más albergan personas con este estatus son Turquía (3,7 millones), Jordania (2,8 millones), Líbano (1,4 millones), Pakistán (1,4 millones), Uganda (1,2 millones), Sudán (1,1 millones) y Alemania (1,1 millones).
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Es difícil para una persona dejar el lugar en el que siempre vivió, aun más en estas condiciones. En conversación con este diario, el médico psiquiatra y psicoanalista Hernán Santacruz aseguró que el proceso es mucho más duro cuando hay una distancia cultural considerable entre el país de salida y el de llegada. “Los migrantes de primera generación no se enferman; es decir, están embebidos en la lucha por la vida, en aprender el idioma, en sobrevivir en la nueva cultura; cosa que en general consiguen. La segunda generación —es decir, los que ya han nacido ahí— crecen en la dualidad de una cultura en casa y una afuera, en conflicto por la inevitable presión de los padres, que quieren retenerlos en las costumbres de origen”.
Esa atracción hacia la cultura en donde están estudiando y están creciendo es inevitable. Según Santacruz, también es una oportunidad si se hace correctamente: “Ese proceso de integración a la cultura nueva nadie lo ha podido hacer como los judíos, que se insertan perfectamente, pero mantienen una identidad que resiste toda presión, probablemente porque la mayoría de ellos tienen un manejo multilingüístico que el resto no, lo que les da una opción adaptativa, cultural y emocional diferente”.
Y es que el lenguaje resulta crucial en estos fenómenos de integración. “Si tú hablas y escuchas y lees dos o más idiomas es más fácil adaptarse. Eso da una superioridad real, una capacidad adaptativa mayor que la que tiene un hombre que solo habla un idioma”, aseguró el experto.
Esta deficiencia podría empeorar ahora que la sociedad está sumida en las redes sociales, donde lo que predomina es el video y la imagen. Santacruz señaló: “El peso de la ignorancia lingüística del desconocimiento de la palabra es un problema mayor en todo el mundo y mucho más en los jóvenes, porque están arrastrados por la fascinación de la imagen y de las nuevas tecnologías comunicativas basadas en imágenes”.
“Eso te empobrece y te vulnerabiliza, porque si ni tu idioma lo sabes bien, si la mitad de las palabras cultas que habla una persona con otra no son entendidas por un miembro de la misma cultura de estrato sociocultural más bajo, esa es la brecha. La brecha verdadera no es solo la de la plata, es la del idioma”, remató.
En este tema, Slavoj Žižek, filósofo, sociólogo, psicoanalista y crítico cultural esloveno que ha sido polémico y especialmente duro en este campo, afirma: "La premisa básica a la hora de abordar el tema de los refuagiados debería ser antihumanista: los humanos en general no son buenos, sino egoístas pervertidos. La tarea consiste, no en idealizar a los refugiados, sino en aceptarlos como son, iguales a nosotros sino en su oportunismo carente de principios y en sus mezquinas perversiones".