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Hombres armados mataron a más de 100 personas en un ataque el miércoles en el oeste de Etiopía, informó el organismo nacional de derechos humanos, el último de una serie de mortíferos ataques en la zona.
La Comisión de Derechos Humanos de Etiopía, un organismo de la estructura gubernamental, pero independiente, dijo en un comunicado el miércoles por la tarde que “más de 100 personas murieron en incendios y disparos perpetrados por hombres armados” en la región de Benishangul-Gumuz.
La masacre ocurrió a primera hora de la mañana en varios puntos de la zona de Meketel, en la región de Benishangul-Gumuz, justo un día después de que el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, visitara esa región y abordara el tema de la violencia de carácter étnico.
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Fuentes oficiales indicaron anteriormente a Efe que la matanza podía tener como objetivo a miembros de la etnia amhara.
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¿Qué pasa en Etiopía?
El 9 noviembre se registró la muerte de por lo menos 600 civiles en un ataque perpetrado por fuerzas leales al Frente de Liberación de Tigray (TPLF), partido que gobierna la región, según informó la Comisión Etíope de Derechos Humanos (EHRC).
La emergencia humanitaria en Etiopía se declaró el 4 de noviembre cuando el gobierno, en cabeza del Premio Nobel de Paz 2019, Abiy Ahmed, lanzó una operación contra el TPLF, a cuyos miembros acusa de haber atacado dos bases del ejército.
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La masacre del 9 de noviembre tuvo lugar en la localidad tigriña de Maikadra y la mayoría de las víctimas fueron hombres de las etnias amhara y wolkaits, que fueron separados del resto de la población por los atacantes, precisó la EHRC, una institución independiente defensora de los derechos humanos, en un informe preliminar sobre la matanza.
¿Fuera de control?
Más de 14.500 personas han huido de la violencia de la región de Tigray, al vecino Sudán desde que empezó la contienda en noviembre, informó hoy la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Sudán estima que cerca de 100.000 refugiados etíopes han cruzado a este país . El contencioso entre Tigray y el Gobierno federal venía agravándose desde hace meses, con el retraso indefinido de las elecciones generales que se debían celebrar el pasado agosto en Etiopía como punto de inflexión.
Tras la demora de las elecciones por el COVID-19, el TPLF celebró el pasado septiembre sus propios comicios parlamentarios, que el Gobierno central tachó de ilegales, de ahí que ahora invoque la necesidad de restablecer en Tigray el “orden constitucional”.
Además, desde el 5 de octubre, fecha en la que teóricamente vencía el mandato de Abiy, el gobierno de Tigray no reconoce autoridad alguna del Ejecutivo federal.
Abiy ha impulsado importantes reformas en Etiopía, segundo país más poblado de África con unos 109 millones de habitantes, como la amnistía a miles de presos políticos, la legalización de partidos opositores y el compromiso de celebrar elecciones democráticas.
Sin embargo, el gobernante también ha soportado críticas por no resolver algunos problemas perentorios, como las tensiones étnicas que han provocado recurrentes olas de violencia en el marco de un sistema federal basado en las etnias que conviven en el país.
Durante casi tres décadas, el TPLF lideró la coalición étnica que conformaba el gobernante Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF) hasta la llegada al poder en 2018 de Abiy, un joven político que tiene hoy 44 años de origen ahmárico y oromo.
Abiy forzó la dimisión de muchos altos cargos tigriñas y comenzó un intento de extirpar el etnicismo de la política reformando el EPRDF en el Partido de la Prosperidad (PP), con el que busca postularse a las elecciones y del que se desvinculó el TPLF.
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