Hace unas semanas Samuel Paty, profesor de historia y geografía de una escuela pública de París, decidió que era hora de hablar con sus alumnos de entre 13 y 15 años sobre la libertad de expresión. Para ello exhibió en el salón de clases algunas de las caricaturas sobre el profeta Mahoma que a comienzos de septiembre publicó la revista satírica Charlie Hebdo.
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La misma revista que el 7 de enero de 2015 fue blanco de un ataque terrorista, encabezado por los hermanos Chérif y Saïd Kouachi, por publicar justamente una caricatura de Mahoma. Para el director de Charlie Hebdo, el comienzo del juicio contra los terroristas que atacaron la revista en venganza por el dibujo de Mahoma era la oportunidad perfecta para volver a publicar las caricaturas y dar un debate de fondo sobre la libertad de expresión y el derecho a la blasfemia: “Nos han pedido a menudo que hagamos otras caricaturas de Mahoma. Siempre lo habíamos rechazado, no porque esté prohibido, sino porque se necesitaba una buena razón para hacerlo, una razón que tenga sentido y que aporte algo al debate”.
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Incluso el presidente francés, Emmanuel Macron, se unió a la polémica desde Beirut, ciudad que visitó el pasado 1° de septiembre. El mandatario francés defendió desde Líbano la libertad de blasfemia: “Estoy aquí para proteger todas estas libertades [...]. En Francia se puede criticar a los gobernantes, al presidente, blasfemar, etcétera”. Una libertad, añadió, que implica “una decencia común, un civismo y un respeto y el derecho de dejar al margen el discurso del odio”.
El profesor Samuel Paty tenía razón. Era hora de debatir con sus alumnos. Sin embargo, conocedor de la molestia que las imágenes podrían causar entre los alumnos musulmanes, el maestro los invitó a dejar el salón si creían que los dibujos eran ofensivos. La respuesta a su iniciativa académica no pudo ser más aterradora.
Casi un mes después de haber dictado esa clase, Abdullakh Anzarov, un checheno de 18 años que vivía como refugiado hace cuatro años en Francia, decidió decapitar al maestro como “venganza” por mostrar las caricaturas.
Ese fue el fatídico desenlace de una serie de amenazas y matoneo en las redes sociales contra Paty. El padre de una alumna y el militante islamista Abdelhakim Sefrioui publicaron un video llamando a vengar a Mahoma; criticaron al profesor y al presidente Macron e incluso revelaron el número privado del profesor, así como otra información personal.
El joven checheno respondió al llamado de venganza de los extremistas y, sin temblarle la mano, atacó con un cuchillo al profesor, provocándole múltiples heridas y luego lo decapitó; después subió fotos de la víctima a Twitter reivindicando el ataque para “vengar a Mahoma”.
¿Qué pasa en las escuelas?
El asesinato de Samuel Paty provocó manifestaciones de respaldo al profesor, pero lo que tiene en alerta a las autoridades es la marea de mensajes de odio después del ataque. Por lo menos, ochenta personas que justificaron la acción terrorista fueron detenidas y cerca de 231 extranjeros serán expulsados por su radicalización islamista.
El periódico francés Le Monde señaló en su editorial un problema adicional y es el peligro en las escuelas, “piedra angular de la república, que se convirtió en blanco de fanáticos terroristas para imponer una ideología”. Se pregunta el periódico cómo llegó Francia a este punto. “Un maestro fue asesinado por enseñar a estudiantes de trece años algo sobre la libertad de expresión. Temblamos cuando escribimos estas palabras (…) ¿Cómo llegamos aquí? La respuesta está en una suma de pequeñas renuncias y miradas de soslayo a los incumplimientos de reglas que hacen posible la convivencia y que en este país se llama laicismo, que, lejos de impedir la práctica de cualquier fe o intimidar a los creyentes, permite la convivencia de todas las religiones”.
Macron y el islam a la francesa
Un discurso parecido en el que ha insistido Emmanuel Macron desde antes de llegar a la presidencia, en 2017, cuando propuso hacer un “islam a la francesa”. Finalmente, el pasado 6 de octubre, el mandatario presentó su propuesta para luchar contra el islamismo radical, una iniciativa que comenzará a ser debatida a finales de año para comenzar a ser aplicada en 2021.
La clave, como reclama buena parte de la sociedad francesa, es atacar los focos en donde el islamismo radical ha encontrado un terreno fértil. Los puntos cardinales de la propuesta de Macron son tres: 1. La escuela será obligatoria a partir de los tres años. Se prohíbe la educación en casa, pues ha sido un sistema utilizado por muchos imanes musulmanes para adoctrinar a niños directamente. 2. Francia asumirá la formación de los futuros imanes… poniendo fin al sistema de los imanes enviados por potencias extranjeras (Marruecos, Argelia, Turquía y algunos países del Golfo) y además, establecer mejor control de las mezquitas y centros de culto.
Pero el presidente utilizó una expresión que fue la que desató la polémica. Habló de “separatismo islámico”, lo que fue interpretado como un ataque a toda la comunidad musulmana. Un debate que no es menor, pues Francia tiene la comunidad musulmana más grande de Europa occidental, con cerca de seis millones de personas, que reclaman que con el “separatismo islámico” Macron está metiendo en la misma bolsa a los extremistas y los que han logrado integrarse a la sociedad francesa.
Ver más: La polémica pelea de Macron contra el “separatismo islámico”
Lo que Macron quiso decir es que considera que los seguidores de una religión o del supremacismo blanco, por ejemplo, podrían radicalizarse en silencio y tienen la voluntad de no convivir junto a otros franceses y atacar la integridad del país con el objetivo de crear “un orden paralelo”. Por eso los llama separatistas.
“Este concepto de separatismo me molesta mucho”, dijo el rector de la mezquita de Lyon, Kamel Kabtane, al periódico Le Figaro. “Porque ¿qué es lo que separa? No son los musulmanes. Ellos solo quieren integrarse”. Y recuerda las medidas que se han lanzado en el país, que solo van dirigidas a una comunidad, como por ejemplo, prohibir los nicabs, que cubren el rostro, los pañuelos en la cabeza en las escuelas y los burkinis en las playas; eso ha generado denuncias de discriminación".
Otros analistas franceses dicen que la propuesta no tendrá resultado y que el islam radical “se transformó en un cáncer nacional que Macron cree combatir denunciando el separatismo religioso. Hay que ir más allá”.
El ministro del Interior, Gerald Darmanin, nieto de un inmigrante musulmán, defiende la propuesta de Macron: “No hay incompatibilidad entre ser musulmán y ser ciudadano (francés), la legislación apunta a atacar a los enemigos de Francia, grupos terroristas y también a políticos que amenazan el modelo francés de libre expresión, nuestra forma de vida, la forma en que enseñamos a nuestros hijos”.
El juicio contra los terroristas que atacaron a Charlie Hebdo hace cinco años terminará el 10 de noviembre, mientras el país sigue conmocionado por la decapitación de un profesor que defendía la libertad de expresión. Un debate que va más allá de las fronteras francesas, pues la integración de las comunidades musulmanas debe importarles a muchas sociedades europeas, en donde el islamismo radical y la islamofobia crecen de la mano.