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Todo ser humano civilizado tiene dos patrias: su patria madre… y Siria (Análisis)

Este análisis sobre las masacres y la limpieza étnica que afecta a la comunidad drusa en el sur de Siria es también un llamado al apoyo de América Latina por lo que allí sucede.

Hani Salman Al Kantar*, especial para El Espectador

24 de julio de 2025 - 08:02 p. m.
Hombres en armas se reúnen en Idlib, Siria, el 18 de julio de 2025, antes de una movilización general en apoyo a las tribus beduinas en Sweida.. EFE/EPA/BILAL AL HAMMOUD
Foto: EFE - BILAL AL HAMMOUD
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Los medios de comunicación de América Latina cubrieron los acontecimientos en la provincia de Sweida, Siria, desde mediados de julio de 2025, tratando de presentarlos como enfrentamientos violentos entre hombres armados de la comunidad drusa y grupos de las tribus beduinas. También, que Israel habría intervenido indirectamente lanzando ataques aéreos, alegando proteger a los drusos, ya que en Israel, especialmente en el Golán ocupado, existe una minoría drusa con vínculos familiares con Sweida, lo que exacerbó la tensión.

Por su parte, organizaciones internacionales advirtieron de una inminente catástrofe humanitaria ante el continuo desplazamiento, la falta de seguridad, alimentos y refugio en las zonas de enfrentamiento. Aunque se anunció un alto el fuego, la situación sigue siendo frágil entre advertencias de un colapso del acuerdo y el regreso de los combates.

Sin embargo, los medios no revelaron toda la verdad de lo que está ocurriendo en la región.

Sweida, esa provincia del sur de Siria que siempre ha albergado historias antiguas desde las épocas nabatea, helenística y romana, cuyas tierras aún conservan ruinas de iglesias y anfiteatros milenarios, se ha convertido hoy en un escenario de destrucción y tierra de fantasmas. Cuerpos inertes tirados en las calles, casas incendiadas, y sueños tejidos durante años que fueron asesinados por el terrorismo en un instante.

Soy hijo de esa provincia y, como cualquier otro druso, llevo conmigo sus historias. Pero hoy les contaré la historia de quienes regresaron desde el cielo.

Un poco de historia siria

Tras sufrir el dominio otomano desde 1516 hasta 1920, Siria pasó a ser controlada por Francia, que intentó dividirla en entidades independientes sobre una base sectaria y étnica, negociando con los habitantes de Sweida (conocida entonces como Jabal al-Druze) para otorgarles independencia y establecer un estado druso. Este plan habría prosperado de no ser por el rechazo druso a la partición. Así, el líder druso Sultan Basha al-Atrash, “libertador de Siria”, lanzó la Gran Revolución Siria contra la ocupación francesa en 1925, iniciada en Jabal al-Druze y extendida por todo el país. A pesar de la feroz represión francesa, la revolución recibió apoyo popular de todas las confesiones religiosas, allanando el camino para la independencia de Siria en 1946.

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En su célebre declaración de 1925, Sultan Basha al-Atrash dijo:

“No luchamos por una secta, sino por toda Siria, con todos sus hijos: musulmanes y cristianos, drusos, sunitas y alauitas. Rechazamos dividir y despedazar el país en pequeños estados. Gloria a quien muere mártir por su patria, deshonra a quien traiciona su país”.

El libertador no necesitó adornar su declaración o bien organizar sus ideas según líneas preliminares que sienten las bases de un texto tradicional. Él escribió cada línea con las palabras que su corazón, lleno de sinceridad y certeza, le dictaba, usando las palabras que su conciencia le proporcionaba. Y si otro druso hubiera escrito el manifiesto, lo habría formulado de la misma manera. Nadie, hombre o mujer, conoce mejor la diferencia entre gloria y deshonra, traición y lealtad, dignidad y muerte, que un druso, como la historia atestigua.

Pero desde el estallido de la revolución siria contra Bashar al-Asad hasta hoy, esa declaración, de validez limitada y atada a su objetivo inicial, fue secuestrada por algunos líderes espirituales en Sweida y reemplazada por un texto pragmático abierto, propia de una “secretaría general” similar al ministerio de exteriores del Vaticano:

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Digo ‘secretaría general’ porque la autoridad espiritual se ha alejado y desviado de sus tareas principales y originales, y ya no analiza ni interpreta los acontecimientos desde una perspectiva religiosa y ética, sino que ha comenzado a participar en la cocina política, reemplazando el valor religioso por el servicio a los intereses geopolíticos de potencias internacionales. Y cuando la ética se cruza con la política, al final, el cuello de la ética será torcido en favor de la política:

el pueblo sirio sufrió dos veces: una vez bajo su gobierno represivo y fascista, y otra cuando huyó del país sin juicio judicial ni popular, como el juicio de Mussolini. Fue entonces cuando la secretaría general comenzó a aceptar al líder del antiguo Frente de Liberación de Sham, Abu Muhammad al-Jolani, quien ahora es conocido como Ahmad al-Shara, el actual presidente de Siria tras derrocar al régimen de Assad, el hijo, el 8 de diciembre de 2024.

Y para aclarar lo que quiero decir aquí, me gustaría señalar que yo fui el primero en rechazar su llegada al poder, no solo porque él era el líder de un grupo extremista y terrorista, o porque su presidencia de Siria y su uso de traje y corbata no cambiarían sus ideas oscuras, sino porque me inspiré en la experiencia colombiana para alcanzar la paz como un modelo práctico, y una hoja de ruta para entender cómo establecer un pacto social a través de los marcos legales y políticos.

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Un espejo sirio-colombiano

Tuve la oportunidad de vivir en Colombia y ser testigo del acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Recuerdo que después de largas negociaciones, ambas partes firmaron el acuerdo de paz en 2016, tras más de medio siglo de conflicto armado. Uno de los puntos más destacados que contenía ese acuerdo era:

1. Participación política y apertura democrática: Para fortalecer la integración política, representar los intereses de la población y apoyar las organizaciones sociales como medio para la construcción de la paz.

2. Reforma rural: Reconocimiento de la importancia de la economía agrícola en la erradicación de la pobreza, la consecución de la igualdad y la garantía de los derechos de los habitantes rurales.

3. Fin del conflicto: Se reemplazó el arma de las FARC por la palabra, y se convirtió en un partido político al que se le otorgaron cinco escaños en el Senado y cinco en la Cámara de Representantes.

4. Implementación del acuerdo de paz firmado: Las FARC se comprometieron a entregar sus armas a la ONU, a cesar todas las actividades ilegales como el secuestro, la extorsión, el reclutamiento de menores y el narcotráfico.

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5. Formación de un tribunal judicial especial para la paz: Con el objetivo de responsabilizar a los perpetradores de violaciones graves durante el conflicto, con reducción de penas para aquellos que colaboren con el proceso de reconciliación. El tribunal busca lograr justicia para las víctimas, proporcionar la verdad a la sociedad colombiana, contribuir a la reparación de las víctimas y prevenir la impunidad.

Pero en Siria no hubo nada de eso: Tras derrocar al régimen de Bashar al-Assad, Ahmed al-Sharaa (antes conocido como Abu Muhammad al-Julani) se declaró presidente interino del país por un período de cuatro años, tras lo cual se celebrarían elecciones presidenciales democráticas y justas. También formó un consejo legislativo provisional durante la fase de transición hasta que se redactara una constitución permanente para el país. Además, disolvió el parlamento y desmanteló el antiguo ejército nacional, considerando la ley islámica como la única fuente de legislación. Fundó un ejército basado en una doctrina yihadista, colocando a sus antiguos combatientes y seguidores en los cargos ministeriales más altos, como Defensa, Exteriores, Seguridad y Justicia.

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Si comparamos el acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) con la búsqueda de un acuerdo de paz en Siria después de más de 14 años de conflicto armado, vemos que la ecuación para lograr la paz parece difícil, debido a las complejidades que enfrenta la sociedad siria para llegar a un consenso.

Esto se debe a que al-Jolani (Ahmad al-Shara) fue una de las partes principales en este conflicto armado, y antes de ser proclamado presidente de Siria bajo el lema de ‘quien vence decide’, debe ser sometido a la justicia y abrirse una investigación completa sobre las graves violaciones de derechos humanos que cometió y las serias infracciones del derecho internacional humanitario durante el conflicto. Si se demuestra su implicación en crímenes contra la humanidad, debe ser responsabilizado y castigado. En caso de que los crímenes cometidos sean de tipo ordinario, se podría considerar reducir su pena, siempre y cuando haya cooperado con el proceso de reconciliación.

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Y al-Jolani (Ahmad al-Shara) debería haber satisfecho el derecho de las víctimas a la justicia, proporcionando la verdad a la sociedad siria y contribuyendo a la reparación de las víctimas. Además, debería haber proporcionado información sobre las ubicaciones de los cuerpos de las víctimas, si tenía conocimiento de ello, para que las familias pudieran saber dónde estaban sus seres queridos y enterrarlos de acuerdo con los rituales religiosos.

De manera similar, los miembros del ejército árabe sirio que fueron parte del conflicto durante 14 años deberían proporcionar la verdad a la sociedad siria y contribuir a la reparación de las víctimas. También deben ofrecer información sobre las ubicaciones de los cuerpos de las víctimas si estaban al tanto de ello, para que las familias pudieran enterrar a sus muertos de acuerdo con los rituales religiosos

Pero ahora, después de que al-Jolani (Ahmad al-Shara) asumiera el poder, se ha convertido en el acusado y el juez al mismo tiempo. Esto añade una gran complejidad al asunto, tanto a nivel de la sociedad siria y las familias de las víctimas, como a nivel del derecho internacional. Es difícil imaginar que la misma persona acusada sea quien tenga el poder ejecutivo, legislativo y judicial, y que trabaje en la aplicación e interpretación de las leyes, proporcionando justicia a ambas partes en conflicto.

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Guerra feroz en Sweida

Pero el secuestro de la dirección política por parte de la secretaría general (la autoridad espiritual) en Sweida, y el poder de Ahmad al-Shara ha impedido que los partidos políticos, los intelectuales y las fuerzas civiles, que hasta ahora han sido marginados, tengan la verdadera oportunidad de abogar por el cambio. Para muchos, es evidente que el rugido de un proyecto internacional que llega a la región se ha vuelto más fuerte que todas las voces de las demandas populares, e incluso más presente e influyente. Además, el presidente Ahmad al-Shara, la secretaría general, y otras fuerzas están trabajando para implementar este proyecto, aunque eso signifique hacerlo a costa de un pueblo que sufre la muerte, el hambre, la enfermedad, el sudor y la sangre, sin ver la victoria algún día.

Hace unos días, estalló una guerra feroz en mi ciudad, Sweida, y comenzaron intensos enfrentamientos entre el ejército de Ahmad al-Shara y los valientes miembros de la comunidad drusa, entre ellos jóvenes en la flor de la vida, armados por la secretaría general que se disputa entre sí el trono papal. Muchos de ellos fueron martirizados, y ni las mujeres, ni los ancianos, ni los jóvenes ni las chicas se salvaron de ser asesinados a manos del ejército de al-Shara. Tampoco las casas se libraron de ser quemadas y destruidas. Ayer, elementos del ejército de al-Shara irrumpieron en la casa de mi madre, la señora Ramziya Alwan, quien vive sola y tiene más de ochenta años. Sin embargo, ella se plantó con su frágil cuerpo como una montaña, deteniéndolos para que no entraran, y les dijo: ‘Ustedes no representan al ejército de la patria. No son más ni menos que bandidos’. No terminó su grito cuando le dispararon, y murió como mártir.

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Mi madre era la conciencia del agua al transformarse en gotas de lluvia, y la improvisación de un poema que las diosas recitaron sobre la tierra antes de montar una nube.

Pero ella fue martirizada en un tiempo en el que la secretaría general (la autoridad espiritual) en Sweida, y el poder de Ahmad al-Shara hicieron huir a los ángeles. En un tiempo en el que sustituyeron la fe por la certeza de la agonía y la muerte.

Mi madre fue martirizada en su tiempo... un tiempo en el que no nos enseñaron más que venganza y ajuste de cuentas, y la migración del alma hacia el núcleo de su primer recuerdo de sangre derramada

Mi madre fue martirizada, la misma que vino hace cinco años a Colombia para visitarme. Aún recuerdo su alegría y asombro cuando vio los lugares turísticos de Colombia. También recuerdo que, antes de entrar al centro de control de migración en el Aeropuerto Internacional El Dorado para regresar a Sweida, me abrazó con fuerza y me susurró al oído: “Hijo mío, Colombia no se parece a los demás países. Colombia es una idea, una propuesta de Dios sobre la tierra”.

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Hace dos años, la Universidad de los Andes tradujo mi novela Bogotá bajo el sol, Cuartillas olvidadas, sobre la violencia en Colombia. Describí cómo la gente corría sin parar bajo una luna llena de sangre y lágrimas, resistiendo, huyendo, blasfemando y masacrando. Escribí sobre las casas que quemaron y las lenguas de hombres y mujeres arrancadas del cuello con hoces, colgando sin vida de sus pechos como corbatas. Nunca se me ocurrió por un momento que esa escena, que creé literariamente con pura imaginación, se convertiría en realidad... ¿y dónde? En mi ciudad en la provincia de Sweida.

En la novela, también escribí sobre un personaje ficticio llamado Emiliano, quien busca desde el principio hasta el final de la historia el cadáver de su madre, para que los miembros de su familia puedan saber dónde está y enterrarla de acuerdo con los rituales religiosos. Nunca imaginé que Emiliano, a quien construí como personaje en la novela, sería yo mismo. Desde la masacre de Sweida a manos de las tribus beduinas de todo el país, apoyadas por el ejército del presidente de la República Árabe Siria, Ahmad al-Shara, a mi familia y a todas las familias drusas se les ha impedido buscar los cuerpos de sus víctimas para enterrarlos.

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Cerraron la provincia de Sweida y le impidieron el acceso al pan, la comida, los medicamentos y el agua en un intento de limpieza étnica. No abrieron los pasillos humanitarios para facilitar la llegada de ayuda, lo cual es una obligación del derecho internacional.

Lo que es y no es Siria

Esta no es la Siria en la que nací ni la que conocí. Y esos asesinos no son hijos de Siria.

Siria es la cuna de la civilización y fue la primera en ofrecer su alfabeto a la humanidad. Sus hijos fueron mensajeros de la paz, la ciencia, la cultura, las artes, la industria, la construcción y la agricultura. Fue la primera en formular conceptos relacionados con la justicia y la igualdad, y en aplicar leyes como el Código de Ur-Nammu, del 2110 a.C., y el Código de Hammurabi.

Pero hoy, cuando vi lo que sucedió en Sweida,: asesinatos masivos y limpieza étnica de los drusos de Sweida, y su desplazamiento en medio del silencio estadounidense y europeo, y cuando quité de mis ojos el árbol que ocultaba el bosque, vi la verdad con claridad. La secretaría general (la autoridad espiritual) en Sweida, que secuestró la decisión, excluyó a todos los civiles patriotas, intelectuales de la provincia, y el régimen del presidente Ahmad al-Shara, que reprimió la opinión contraria y retiró a los partidos políticos, son dos caras de la misma moneda. Rivales y enemigos en público, pero en privado son socios en la ejecución de un proyecto internacional.

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Alguien podría preguntar, ¿es posible que sean socios y cómplices en el sacrificio de la gente de Sweida? La respuesta es sí. En la época de la Guerra Fría, la Unión Soviética y los Estados Unidos se mostraban como los mayores enemigos en la escena internacional, pero en secreto colaboraron en la gestión de sus guerras regionales y la división de sus intereses comunes. Y lo más peligroso de todo es que Stalin consideraba a Hitler su enemigo número uno, pero en secreto, ambos firmaron el pacto Molotov-Ribbentrop para dividir Polonia y los países de Europa del Este entre ellos.

Muchos observadores coinciden en que ese proyecto internacional en el que participan, a costa de los hijos de la comunidad drusa, la secretaría general (la autoridad espiritual) en Sweida y el régimen del presidente Ahmad al-Shara, es el proyecto conocido como el ‘Corredor de David’. Es una ruta que comienza desde los Altos del Golán ocupados en Israel, cuya mayoría de la población son drusos, pasa por el sur de Siria y la provincia de Sweida y llega hasta el Kurdistán iraquí. El Corredor de David garantizará a Israel una vía de transporte de petróleo desde Irak y proporcionará agua dulce del río Éufrates para asegurar las fuentes de agua de Israel en el futuro.

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En su libro El contrato social, Jean-Jacques Rousseau dice: ‘El hombre nace libre, pero está encadenado por doquier’. Los hijos de la provincia de Sweida a lo largo de la historia han estado encadenados por los sistemas políticos, el dominio de las clases gobernantes, la representación política falsa y la dictadura. Pero hoy, esas cadenas que los atan provienen de las personas más cercanas a ellos: de la secretaría general (la autoridad espiritual), que ha reemplazado el cielo por las ciénagas de la política, y que cree ser la señora de los demás, pero en realidad es la más esclava de todas.

A pesar de todas las cadenas que me atan y que atan a los drusos libres de Sweida, y a pesar de la caída de Siria en el infierno del extremismo religioso y la hegemonía del islam político, seguiré escribiendo sobre el ser humano sirio que continuará luchando contra el terrorismo, el extremismo religioso, el totalitarismo y la traición. Un ser humano que algún día se levantará para regresar a lo que hacía hace miles de años: crear civilización.

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He conocido en mi vida a muchos extranjeros: europeos, americanos, asiáticos y africanos, y cuando saben que soy sirio, confían en mí rápidamente y me hablan como si fuera su hermano. Solía considerar esto como un logro personal, gracias a mi educación social basada en el amor y la ayuda al prójimo. Pero descubrí que esto sucede con cualquier sirio moderado que cree que la religión es para Dios y la patria es para todos. Nosotros no sabemos las verdaderas razones por las cuales los extranjeros nos consideran sus hermanos, ni ellos mismos saben por qué. Y cuando busqué las razones, encontré la respuesta en el arqueólogo francés Charles Virolle. Ese científico descifró el alfabeto ugarítico en Siria, que es el primero y más completo alfabeto de la historia y data del siglo XIV A.C. Cuando un día le preguntaron sobre la historia de la civilización, Charles Virolle afirmó que Siria es la cuna de la civilización, y dijo su frase eterna: “Todo ser humano civilizado en este mundo tiene dos patrias, su patria natal y Siria.”

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Hago un llamado a cada latinoamericana que llevan en su corazón su Siria, para que una su voce a las que exigen la apertura de corredores humanitarios hacia la provincia de Sweida, para proporcionar medicinas, comida y agua, y rechazar y condenar la limpieza étnica contra los drusos en Siria Y presionar a la comunidad internacional para que reconozca esta masacre a nivel internacional.

* Escritor sirio que ha vivido en Colombia.

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